La cantadora de los tambores se reinventa. A sus 64 años la legendaria intérprete colombiana Totó La Momposina da un giro sobre su mismo eje: con El asunto desplaza las percusiones a un plano más discreto y prioriza instrumentos propios de la tradición de su país.
“Soy luchadora, emprendedora y protectora de la música de la identidad de nuestra música ancestral”, comenta la artista en exclusiva para Vértigo.
Ganadora del Premio Grammy a la Excelencia Musical en 2013, en la próxima entrega de los reconocimientos volverá a contender por el fonógrafo dorado, ahora en la categoría de Mejor Álbum Folclórico.
“Cuando se escoge este camino uno no sólo se compromete con su país, en este caso Colombia, sino con todo el continente de habla hispana. Cada quien a su estilo divulga, protege y contribuye a la evolución de su canto”, explica.
Para su nueva misión reclutó a un equipo de virtudes probadas, Marco Vinicius, percusionista, hijo de la cantante, Jorge Aguilar, Wilson Cifuentes, José Burgos, Freddy Soto y Rafael Castro, entre otros. Así Totó conjuntó una alineación con la que recuperó instrumentos como la caja ballenato, la gaita macho, gaita hembra, el bombo de banda o esa especie de piano colombiano llamado, tiple.
“Duré 25 años cantando con tambores y coros. Ahora incorporé instrumentos provenientes de la época de la colonia e influencias de otras culturas”. El resultado es un cd con 13 canciones que hablan sobre aspectos rituales de la vida cotidiana. Aún se mantiene el contacto con el origen y la raíz, o mejor dicho la herencia, africana.
“El asunto tiene una propuesta de ensoñación; es el comienzo de un nuevo camino que sigue por la música melódica y armoniosa, respetando la tradición”.
El hambre del pescador y Danza de negro son dos temas con aires de plegarias pero rediseñados en el guapachoso estilo de La Momposina.
La cantante explica que nunca pretendió hacer una selección de las mejores canciones tradicionales. “En la música ancestral no puedes decir cuál es buena o mala, porque es empírica y proviene de la inspiración de la madre naturaleza: los ríos, los pájaros, el sonido de los arbustos. Cuando uno habla de la música ancestral no se compite con nadie, porque los sonidos provienen de la naturaleza. El disco no se trata de escoger las mejores, sino de hacer una buena propuesta musical”.
Con oficio consigue darle a piezas como La espuela del bagre su estilo para rehacerla en ritmos de cumbia y bullarengues. Totó La Momposina reconoce su vocación por tender puentes entre la música colombiana y su raíz africana. “Darle el toque personal es parte del asunto. Desde luego que me gusta el baile y recuperar nuestra tradición de raza negra”.
Defensa
Proveniente de una familia de músicos Sonia Bazanta Vides grabó su primer disco en 1983, un año después de que acompañó a Gabriel García Márquez a recoger el Premio Nobel de Literatura. Desde entonces ha cultivado una carrera de la que le costó al menos dos décadas empezar a cosechar reconocimientos a nivel mundial.
Hoy gente como Lila Downs, Celso Piña o Calle 13 la han invitado a colaborar. Su timbre de mezzosoprano es inconfundible y nadie le niega su aportación a la música de la región. “Canto con la experiencia, la técnica, canto con la sangre colombiana y latinoamericana”, dice.
Asegura en defensa de su estilo: “Quien puede cantar con tambores, podrá hacerlo con las otras líneas rítmicas. Toda la música tiene su parte rítmica y esta la marcan los tambores. Empecé con esta música a pesar de que en Colombia no la ponen en la radio. A nosotros nos tocó buscar la manera para que le pusieran atención”.
En lugar de usar términos como folclórico o tradicional, Totó La Momposina prefiere hablar de música ancestral. “Tiene una estética que nos conecta con nuestra historia. Cuando uno la hace es porque cree que es un género que merece un buen trabajo. Yo no gano nada, lo gana la música y en este caso es a través de una persona que lo hace más o menos bien”.
Sin más rito que encomendarse a Dios antes de cada concierto, la artista no se concibe como una pionera y mucho menos como una maestra. “La música tiene una forma especial de manifestarse, porque quien la hace debe estudiar y aprender a manejar el pentagrama para crear algo armónico. Nosotros tenemos una clave de sol que es nuestra llave; así como los escritores o filósofos se estudian unos a otros, igual debemos hacer nosotros. Me gusta leer, aprender a vocalizar; tengo mi profesora de canto. Uno siempre necesita a los maestros; yo al menos me considero una estudiante”.