Por Tomás Caparroso
Durante los últimos meses la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha sufrido una serie de ataques que buscan desestabilizar y escalar los conflictos bajo las demandas y exigencias en torno de la violencia de género, manifestaciones que son válidas y legítimas pero que no pueden quedar al arbitrio de un grupo minoritario que busca cumplir intereses ajenos a ella.
Tal es el caso en distintos planteles de la Universidad, los cuales han sido objetivo de agresiones y cierres que en un inicio serían paros por horas, pero se han convertido en paros indefinidos.
De los factores que más importan sobresalen la interrupción de clases y la forma violenta en la que actúan estos grupos, que además lo hacen bajo el anonimato y sin la posibilidad de entablar un diálogo cordial y respetuoso en la búsqueda de alternativas a los problemas que se presentan; solo pretenden imponer sus razones de manera violenta, poniendo en peligro la seguridad de toda la comunidad universitaria.
La Facultad de Derecho no ha sido la excepción en estos intentos de cierre y toma de sus instalaciones, con la diferencia que su comunidad académica, estudiantil y administrativa ha logrado en distintas ocasiones mantener abiertas sus aulas mediante una actitud mediadora, con argumentos, de cierta manera con osadía, buscando generar un diálogo para poder entender y atender las necesidades de su comunidad.
Cambio
Estamos ciertos de que el diálogo es la mejor vía para la construcción de las soluciones y de las acciones que hay que tener en cuenta para la atención de los conflictos que aquejan a nuestra Universidad. Por ello necesitamos crear conciencia y reflexionar sobre las graves implicaciones de lo que es parar las actividades académicas. El tiempo no se detiene, sigue su curso; por eso debemos aprovecharlo al máximo: necesitamos convertirnos en actores y no ser meros espectadores.
El miércoles pasado en la Facultad de Derecho se convocó a una asamblea y a una votación por parte de la comunidad para determinar si se realizaría un paro por 48 horas. Después de un día arduo de votaciones y debates el resultados fue un “no al paro”. Se demostró un gran ejercicio del que al final todos aceptaron los resultados, tanto los que votaron a favor como los que votaron en contra.
Fue un triunfo de la mediación y el diálogo que la Facultad de Derecho y su director tanto han buscado y generado. Este es el camino para construir una sociedad democrática, participativa e inclusiva.
Hoy la Facultad de Derecho demuestra ser un gran pilar para la Universidad Nacional, donde imperan el diálogo, la civilidad, la participación y la inclusión; y con todo ello se puede hacer frente y continuar pese a los actos e intereses perversos de querer desestabilizarla.
La mejor forma de generar un cambio es una Facultad de Derecho con sus aulas abiertas, con una educación humanista, mediadora, empática, crítica, reflexiva y propositiva.