Svetlana Alexievich, Premio Nobel de Literatura

Los títulos de la escritora y periodista son prácticamente inconseguibles en castellano. 

Redacción
Todo menos politica
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Svetlana Alexievich
Foto: AP

Por: Federico González

A los incautos que auguraban que Philip Roth o Joyce Carol Oates recibirían el Premio Nobel de Literatura, hay que cantarles un nuevo strike. La ganadora fue la bielorrusa Svetlana Alexievich (Ucrania, 1978).

A la mayoría de los lectores americanos, y me refiero de Alaska a la Patagonia, la designación nos plantó un signo de interrogación en el rostro. Los títulos de la escritora y periodista son prácticamente inconseguibles en castellano. A caso y con bastante paciencia, se puede conseguir Voces de Chernóbil. Crónicas del futuro (DeBolsillo), ensayo donde recoge los testimonios de los sobrevivientes a lo que la autora llamó “una Tercera Guerra Mundial Nuclear”.

A decir de la academia sueca, Alexievich —habrá que familiarizarse con el nombre, si al menos quiere parecer que tiene un interesante tema de conversación—, destaca por sus escritos polifónicos, que son “un monumento al sufrimiento y al coraje de nuestro tiempo”.

Nativa de Ucrania e hija de un militar, es egresada de la carrera de periodismo.

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Crítica y corrección política

Testigo en primera fila de la Perestroika, la caída del Muro de Berlín, en fin la era de Gorbachov, ha cuestionado los alcances totalitarios y represivos del comunismo. En su momento fue de las primeras en aprovechar la apertura mediática y en ejercer la libertad de expresión en la ex Unión Soviética.

Es bien sabido que hoy el realismo manda. Abundan los reality shows; las series televisivas más exitosas son casi calcas del día a día; el cine documental es boyante en todo el mundo; la imagen se privilegia sobre cualquier cosa; la crónica se ha convertido en género consentido por las editoriales. No es extraño entonces que el mayor reconocimiento literario caiga en manos de una periodista. Vivimos días también donde la corrección política es una cualidad más que valorada.

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El premio para Alexievich en sí mismo tiene varias lecturas que van desde la propia reivindicación al trabajo del reporteril y la libertad de expresión, hasta la repulsión a los sistemas represores. Sin dejar de lado la enorme tradición de la literatura rusa, quizá la más influyente en Occidente. El Nobel de Literatura, además de un reconocimiento artístico, tiene un claro sesgo político por eso difícilmente veremos que algún día se lo den a Philip Roth, Cormac McCarthy o Amos Oz.

“Respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin”, dijo Svetlana Alexievich tras obtener el reconocimiento. Su frase resume los argumentos que probablemente el jurado tomó en cuenta para emitir su veredicto. En ella reposan los valores e intereses con que los académicos miran la literatura y el mundo. Así de sencillo.

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