Desde muy joven la doctora en quimicobiológicas Eva Ramón Gallegos tenía claro su interés en contribuir al diagnóstico temprano de cáncer de cérvix y, sobre todo, hallar un tratamiento eficaz y no invasivo.
Apenas egresó de la Universidad Veracruzana vio el modo de “aproximarme a las pacientes afectadas por la enfermedad” y eligió al Instituto Nacional de Cancerología (Incan) para hacer su residencia en el laboratorio.
“Conocí a innumerables mujeres sorprendidas por el diagnóstico adverso. Afirmaban estar bien porque se habían hecho la prueba unos meses atrás. A la sazón, les explicaba, intervenían muchos factores, como una muestra mal tomada o el alcance de la técnica”, recuerda en entrevista.
En aquel momento surgió en la científica del IPN la fuerte convicción de hacer algo determinante para erradicar el virus del papiloma humano (VPH) y frenar la mortandad del segundo cáncer más frecuente entre las mexicanas.
Como parte de sus estudios de maestría la investigadora centró su atención en la terapia de la luz para usarla contra el cáncer de cérvix “ya que los egipcios, por ejemplo, usaban la luz del sol y algunos extractos de plantas para eliminar la tuberculosis en la piel”.
Utilizada por chinos e indios aquella terapia evolucionó y en 1900 un investigador alemán descubrió que la combinación de luz con una sustancia fotosensible generaba muerte celular. En 1970 el doctor Thomas J. Dougherty probó en Estados Unidos la terapia fotodinámica en personas afectadas de cáncer pulmonar.
Hoy diversos investigadores a nivel global estudian mejorar la eficacia de la terapia fotodinámica y ampliar su uso a distintos tipos de cáncer. Sus esfuerzos se concentran en fotosensibilizadores más potentes, dirigidos específicamente a las células cancerosas y activados por una luz que pueda penetrar el tejido y tratar tumores profundos o grandes.
Terapia exitosa
Motivada por el avance global de la terapia fotodinámica la doctora Eva empezó a probarla en el cérvix… y funcionó. Primero experimentó con ratones y en 2012 —con el apoyo del Conacyt— inició un extenso estudio de la terapia dinámica con 420 mujeres de Oaxaca y Veracruz, obteniendo resultados alentadores.
“Sin pensarlo más, los ginecólogos se sumaron al proyecto de modo altruista; lo mismo ocurrió con estudiantes y activistas de la sociedad civil que ubicaron a mujeres infectadas de VPH en las comunidades deprimidas”, confía.
La doctora precisa que la terapia consiste en aplicar al cuello del útero un fármaco denominado ácido delta aminolevulínico, que después de cuatro horas se transforma en protoporfirina IX, sustancia química fluorescente que se acumula en las células dañadas, lo cual permite eliminarlas con un rayo láser especial al estar impregnadas con esta.
Detalla que a pesar de llevarse un tiempo considerable por la falta de recursos, la primera parte de la investigación fue aleccionadora porque se confirmó que la fotodinámica, técnica no invasiva, era un método eficaz para prevenir la neoplasia. También se dio la oportunidad de conocer a mujeres que nunca se habían hecho una prueba de Papanicolaou y que tras su colaboración al menos tenían un estudio cuyo valor aproximado es de siete a diez mil pesos.
Los resultados de Oaxaca fueron los siguientes: en las mujeres que solo tenían el virus sin lesiones se eliminó el VPH en 85%; en las pacientes que tenían VPH con lesiones tuvo una eficacia de 85%, y en quienes tenían lesiones sin VPH se tuvo éxito en 42 por ciento.
La investigadora politécnica y su equipo iniciaron una segunda etapa con 29 mujeres de la Ciudad de México, a las cuales se les aplicó el doble de la concentración de ácido delta aminolevulínico. A diferencia del caso de Oaxaca este nuevo tratamiento se realizó en dos ocasiones por un espacio de 48 horas. Tras la aplicación puntual de la terapia se efectuaron revisiones que constataron la eliminación del VPH en 100% de las pacientes que lo portaban sin tener lesiones. Se trata de mujeres de 25 a 50 años que no tuvieron otro tipo de tratamiento invasivo.
Emocionada, la doctora Eva Ramón Gallegos aclara que la aportación de ella y su equipo es “una innovación porque encontramos un esquema de tratamiento, sin duda novedoso, de cómo se aplica, se irradia y se potencian los parámetros para una terapia exitosa. No inventamos la fórmula del fármaco y tampoco somos los creadores del láser”, comparte.
Incansable, la científica explica que aún falta mucho por hacer. Lo principal es “investigar por qué se elimina el virus, descubrir lo que ocurre exactamente a nivel molecular. Porque podríamos tener el efecto vacuna o el despertar de la respuesta inmunológica”.
Otra línea de investigación “está relacionada con las pacientes que han tenido otros tratamientos y las que tienen lesiones ya que para ellas aún no tenemos una respuesta contundente”, reconoce.
La especialista admite que los resultados son todavía discretos ya que se originan en un estudio piloto. En este sentido, señala, sería provechoso instrumentar un estudio policéntrico con una muestra más amplia y un número mayor de ginecólogos, químicos, laboratoristas e investigadores.
Tras doce años dedicados a lograr otra alternativa de tratamiento para pacientes que viven con el Virus del Papiloma Humano, la doctora Eva considera prioritario el interés del sector salud por una terapia que tiene un gran potencial para disminuir el índice de mortalidad por cáncer cervicouterino.
Numeralia del VPH
(2018)
En México se registraron 32 mil 439 decesos por cáncer cervicouterino.
Cada día murieron 89 mujeres por este padecimiento.
Antes las infecciones por VPH ocurrían a los 19 años y ahora hay niñas de doce años con este virus.
En el mundo más de 72 mil mujeres fueron diagnosticadas de cáncer cervicouterino.
Casi 34 mil de ellas fallecieron por esta enfermedad en el continente americano.
Fuente: Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM y OMS