Por: Héctor González
Hay vidas que son de novela. Una de ellas es la de Eufrosina Cruz Mendoza. La indígena oaxaqueña ha atravesado gran cantidad de obstáculos, antes de llegar a ser diputada federal por el Partido Acción Nacional, puesto que desempeña hoy en día.
Sensible a su historia, la periodista española Marta Gómez-Rodulfo se dio a la tarea de documentar la todavía joven existencia de una mujer que en poco tiempo se convirtió en un referente de la lucha por los derechos indígenas.
Producto de ello es el libro Alas de maguey. La lucha de Eufrosina Cruz Mendoza (Casa de las palabras).
“Conocí a Eufrosina en 2007, mientras hacía un reportaje para el periódico español El Mundo. Su figura es muy interesante; desde que se metió a la política, ha conseguido cambios en Oaxaca”, comenta la autora en entrevista.
Nativa de la región zapoteca de Santa María Quiegolani, Eufrosina Cruz creció dentro de una comunidad regida por el sistema de usos y costumbres. Se trasladó a la capital del estado para estudiar. A los doce años aprendió español y tiempo después terminó la licenciatura en Contaduría.
Pronto descubrió su vocación para involucrarse en las cuestiones de su comunidad, inquietud que la llevó a postularse para la presidencia municipal de Santa María Quiegolani en 2007. Ante sus amplias posibilidades de triunfo, fue eliminada de la contienda con el argumento de que las mujeres no podían aspirar a dicho puesto; es entonces cuando la activista se convierte en una figura pública: “Aquel periodo lo vivió con mucha angustia. Ya era parte de la Asamblea y tenía muchas posibilidades de ganar la elección; pero cuando la hacen a un lado y tiran las boletas a la basura, siente mucho coraje. No entiende para qué la dejan participar sino la van a dejar ganar. Ahí se enfada; va al Instituto Electoral de Oaxaca, pero nadie le hace caso; eso la enfurece tanto, que ya no para”, narra la biógrafa.
Su ingreso al blanquiazul la llevó en 2010 a alcanzar una diputación local primero y, posteriormente, a ser la primera mujer indígena en presidir el Congreso oaxaqueño. En contraste, sus críticos cuestionaron que dejara el camino civil por el ingreso a un partido político: “Cuando la conocí en 2007, no se imaginaba en la política. Se pensaba como activista. Los partidos se acercaron a ella a partir de que su historia se dio a conocer. En ese momento entendió que es a través de la política desde donde puede promover cambios relevantes”.
Autodefinida por la misma Marta Gómez-Rodulfo como una novela non fiction, la escritora echó mano de recursos literarios y periodísticos para armar la narración: “Yo llamo al libro ‘novela periodística’. Algunos entendidos creen que así no se puede definir, porque novela es ficción y periodismo es realismo. Pero en lo personal no estoy de acuerdo, porque en la escuela estadunidense sí existe el término de novela non fiction. Y en mi caso no hay ficción, únicamente florituras literarias”.
Reconoce también que conocer la forma en que se rigen las comunidades de usos y costumbres no fue sencillo. “Hablé con antropólogos, historiadoras, pasé horas en la biblioteca. Una vez que lo entendí me pude poner a escribir”.
Otra dificultad tuvo que ver con su condición de española. “Al principio me costó trabajo ganar la confianza de Eufrosina; aquí todavía la gente recalca mucho el peso de la historia: 500 años después no se han superado ciertas cosas. Eso complicó las cosas al inicio, pero una vez superado el escollo, ella y su familia me adoptaron con mucho cariño. Coincido con Sanjuana Martínez cuando escribe en el prólogo que Alas de maguey es un canto de amor hacia México. He intentado ser muy respetuosa, no me metí en situaciones de nota roja, porque no me corresponde entrar. Sé que existe la parte oscura de México, pero preferí concentrarme en la parte positiva de la historia de Eufrosina”.
A lo largo de la obra, Gómez-Rodulfo destaca el perfil activista de Eufrosina Cruz por encima de su incursión en la política. “Lo que pasa en Oaxaca sucede en todos los estados; es muy complicada la discriminación hacia los indígenas. Es verdad que desde que entró en la política han aumentado sus detractores. No sé lo que pueda pasar en el futuro; siento que ahora mismo está de buena fe. No la veo como una mujer corrupta; supongo que lo hará bien. Es muy importante que un indígena esté en el Congreso federal. No creo que se vaya a corromper, al menos de momento”.
Reconoce también que evitó caer en polémicas por resaltar los claroscuros de la legisladora panista. “Todo mundo tiene defectos y virtudes. A mí, Eufrosina me ha aportado mucho. Su vida ha sido muy dura y llegar hasta dónde ha llegado es simplemente impresionante. Sus debilidades la enternecen; ha pasado momentos muy difíciles; la quisieron sacar en la carretera. Es una mujer muy fuerte, pero también muy vulnerable. Podía haber tomado al personaje por el lado de la denuncia o de derechos humanos, de modo que me fui por el lado antropológico, porque me parece que es una vertiente que no se ha trabajado mucho”.