Por J. Alberto Castro
Como viróloga la doctora María Isabel Salazar Sánchez se ha dedicado a estudiar el virus del dengue y otros que surgen de pronto para convertirse en problemas de salud pública en el mundo: hoy esta investigadora del Instituto Politécnico Nacional considera posible “sobreponernos a la gran ola de infecciones del COVID-19”, pero “va a depender de nosotros, de la población, de las medidas que tomemos como individuos”.
En entrevista con Vértigo la especialista en coronavirus advierte sobre cómo “se ha pintado un escenario catastrófico, asustan a la gente, como si no fuésemos a hacer nada”.
Del contagio explica que este sucede de persona a persona. El COVID-19 se emite mediante nuestras secreciones respiratorias, el moco y la saliva. El virus se aloja en nuestro árbol respiratorio, ahí se generan partículas virales que envuelven este moco y saliva. Cuando tosemos y estornudamos las minúsculas gotitas son emitidas a una distancia significativa, aproximadamente un metro.
También ocurre que las personas infectadas dejan las gotitas en una superficie, alguien toca con sus manos la zona infectada y toca con sus dedos una parte de la cara. Así los virus van a infectar a una nueva persona.
Considera capital estar informados, tomar medidas sanitarias como cuidar los estornudos y la tos para no regar el virus. Lavarse las manos con agua y jabón frecuentemente es más efectivo que el gel antibacterial. Preferible limitar la vida social. El único escudo defensivo posible es cuidar nuestro sistema inmune. La manera de obtenerlo es alimentándonos bien, con horas suficientes de sueño, sin caer en la histeria o el pánico porque generan estrés y este virus es malísimo para el sistema inmune. No hacerse eco de noticias falsas. Contribuir a no saturar nuestro sistema de salud. No correr al primer estornudo a un hospital. Recordar que hay una línea de unidad de inteligencia epidémica y sanitaria: ellos determinan enviarte o no a un hospital.
Con estudios de doctorado en la Universidad Estatal de Colorado Fort Collins, Salazar prevé el crecimiento del brote a partir de la transmisión local del virus, en el momento de tener casos de personas del país y no ya de viajeros provenientes de naciones donde hay epidemia de coronavirus. Vamos a ver cómo se contagian unos a otros.
Hace unos días el doctor Gustavo Cruz, del Instituto de Investigaciones Matemáticas Aplicadas y en Sistemas de la UNAM, con un modelo matemático pronosticó que el coronavirus se convertirá en brote infeccioso en México entre el 20 y el 30 de marzo.
Por su parte la investigadora politécnica observa cómo los modelos matemáticos asumen a una población homogénea y sostiene que “los mexicanos estamos lejos de serlo: muchas personas no se van a infectar aunque estén en contacto con el virus. Esta es una variable sin considerar por el modelo ya que este asume un comportamiento igual”.
Falta mucho por saber
Salazar espera un radio de infección de coronavirus de uno a 2.5 personas; o sea que un infectado va a infectar a una o dos personas, no más. “Perdón por mi matemática básica, pero en mi campo logarítmico no sería de diez si no de dos o tres. Veo un crecimiento geométrico y creo que así será”.
Vislumbra dos escenarios de la epidemia en curso: “En una campana de Gauss hay una curva muy elevada y si no se toman medidas preventivas o mitigantes para la
infección, esta no va a ceder. Por el contrario, si tomas medidas acertadas las curvas se aplanan completamente, el número de casos disminuye, no se satura el sistema de salud y se mantiene todo con más calma hasta que pase la gran ola. Pero eso depende de nosotros, de la población, de las medidas que tomemos como individuos”.
De lo que no sabemos del COVID-19 la microbióloga admite: “Desconocemos exactamente cuál es el mecanismo que usa para generar el daño y llegar a cuadros patológicos severos. No sabemos por qué es tan peligroso en adultos mayores con diabetes, hipertensión, males cardiacos, respiratorios y cáncer. Sabemos algunas cosas, cuáles son las llaves que usa para abrir nuestras células. Pero aún falta más conocimiento sobre su potencial epidémico y pandémico”.
Del misterio sobre por qué los niños y las niñas no aparecen en los reportes de tasa de mortalidad y de si ellos se contagian o no, explica: “Aún no hay certeza científica sobre contagios significativos en población infantil. En una infección viral de esta magnitud debemos pensar en un iceberg, pues lo que vemos en realidad es la punta. En la cresta están los casos graves y los visualizados clínicamente. En la parte baja del iceberg tenemos a una gran población pero con afectaciones leves, aproximadamente 80% de las personas que contraen el coronavirus. Puede haber casos subclínicos. Incluso personas que por su condición, sistema inmune y genética entran en contacto con el virus y no prende en ellos”.
Dice la estudiosa que una persona contagiada se debe observar y mantener en casa por 40 días para no dispersar el virus. Al menor síntoma de gravedad del mal hay que hospitalizarla y asegurarla de recibir los cuidados paliativos ya que no se cuenta con medicamento específico.
De la posibilidad de una vacuna la vislumbra en unos meses, porque se requieren infinidad de pruebas de seguridad primero en animales y luego en humanos. Se tiene que reconfirmar cuantas veces sea necesario que los componentes de la vacuna no provoquen daños a la población. Cree que habrá más elementos a considerar después de la fase dos de la pandemia.
“Cuando damos una vacuna tocamos a la puerta de nuestra defensa y dejamos una memoria a nuestro organismo para que recuerde con qué microorganismo, con qué virus estuvo en contacto. Para lograrlo en el caso del COVID-19 hay que hacer pruebas de mayor tamaño. Hay que retar a una población grande para ver si queda protegida de este virus”, confía.
Puntualizaciones
¿El COVID-19 resiste las altas temperaturas? La Organización Mundial de la Salud —dice la doctora María Isabel Salazar— asegura que el COVID-19 resiste las altas temperaturas. Argumenta que la evidencia apunta que hasta este momento el nuevo coronavirus puede ser transmitido en todas las áreas, incluyendo áreas con calor y clima húmedo, se lee en la imagen publicada por el organismo.
¿Es posible contagiarse de COVID-19 por contacto con las heces de una persona que padezca la enfermedad? El riesgo de contraer COVID-19 por contacto con las heces de una persona infectada parece ser bajo. Aunque las investigaciones iniciales apuntan a que el virus puede estar presente en algunos casos en las heces, la propagación por esta vía no es uno de los rasgos característicos del brote. No obstante se trata de un riesgo y por lo tanto es una razón más para lavarse las manos con frecuencia, después de ir al baño y antes de comer.
¿La mascarilla protege? Las mascarillas comunes y corrientes no protegen y no sirven para nada. Porque las partículas y el virus son de tamaño muy pequeño. Si la persona está infectada las mascarillas funcionan para evitar la dispersión de las gotitas respiratorias. Tienen el inconveniente de que si te infectas ocurre que el tapabocas se moja y la persona tiene el virus en la nariz y la boca. Si se toca la mascarilla con partículas de saliva y mocos y se toca los ojos, la nariz y la boca, no ayuda de nada. Definitivamente el lavado correcto de manos hace muchísimo más que el uso de cubrebocas.