Por: Federico González
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A John Berger (Londres, 1926) al menos hay dos cosas que se le dan bien: dibujar y escribir. Cuando mezcla ambas aficiones se obtienen resultados como Sobre el dibujo, un conjunto de ensayos publicados a partir de 1962.
Advertencia: se necesita disposición —¿qué libro no la necesita?— para dejarse llevar por las digresiones del británico. No es un libro de historia; tampoco un testimonial; y menos aún un cúmulo de tips o recomendaciones. Acaso valdría decir que estamos ante una apología del dibujo.
“Dibujar es conocer con la mano”. “Una fotografía es estática porque ha detenido el tiempo. Un dibujo o una pintura son estáticos porque abarcan el tiempo”. “Dibujar no es sólo medir y disponer en el papel, sino que también es recibir”, son algunas de las ideas —y que bien podrían ser aforismos— expuestas por Berger.
Claro: no se limita únicamente a plantearlas, sino que dedica varios párrafos a su argumentación.
La obra cumple su cometido si se lee como un libro sobre el dibujo. Podremos pensar que más allá de la subjetividad de juicios e interpretaciones, es un emotivo ejercicio ensayístico.
“Hay dibujos que estudian y cuestionan lo visible; otros que muestran y comunican ideas; y, por último, aquellos que se hacen de memoria”. En este puñado de palabras se encuentran las categorías críticas de Berger.
Privilegiado
El dibujo es el hilo, pero también el pretexto. En realidad, la antología también podría llamarse Sobre el arte; o incluso, Sobre la creación.
Los posicionamientos del escritor son aplicables al trabajo artístico y a su forma de asimilar el proceso creativo. Su postura es la del espectador activo, aquel que se interesa en dialogar e interrogar al autor; su crítica, más que limitarse a la observación o a la lectura, aporta un mapa amplio del contexto de un artista en relación con su tiempo.
Sin embargo, y sobre todo, los ensayos son una defensa incorruptible del sentido vital del arte. Me explico: cuando Berger habla de Watteau, de Van Gogh o de sí mismo no parte de sus aportaciones al arte universal, sino de las implicaciones del trazo o el lienzo dentro de la dimensión humana del individuo.
Cuando se consigue comunicar algo relacionado con el alma o la sensibilidad del hombre es cuando en verdad estamos ante una obra revulsiva. Sus teorías se apoyan más en el arte como forma de vida, que en la academia. “Para el artista dibujar es descubrir”, es la frase inicial del volumen. Quién no desearía cambiar el enunciado y sustituirlo por la disciplina o el oficio al que se dedica. Quizá todos, pero sólo unos cuantos privilegiados son los que hacen de su labor un ejercicio de auténtico conocimiento.
Otros títulos de John Berger son Modos de ver y Otra manera de contar.
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