Diagnostican salud de los suelos

El 80% de la Ciudad de México está contaminada por plomo, y prácticamente más de 90% por vanadio; ambos metales son altamente tóxicos

Redacción
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Suelos
Foto: Viktor Pravdica

Con tan solo un lustro de actividad, el Laboratorio Universitario de Geofísica Ambiental (LUGA) de la UNAM, en Morelia, Michoacán, es hoy un referente nacional e internacional en la elaboración de diagnósticos de contaminación de suelos, polvos y plantas por metales pesados en ambientes urbanos, periurbanos y rurales.

Se trata del primer laboratorio sobre magnetismo edáfico en el país, en el que se generan herramientas, técnicas, metodologías y enfoques confiables, rápidos y de bajo costo para la evaluación eficaz de problemas por contaminación.

Francisco Bautista, responsable del LUGA junto con Avto Gogichaishvili, encargado del Laboratorio Interinstitucional de Magnetismo Natural (Limna), indicó que en la actualidad incursionan en un nuevo campo de estudio en el país: el magnetismo edáfico, cuyo propósito es analizar suelos, polvos y plantas urbanos.

“Esto nos permite mejorar la clasificación de suelos, hacer estudios de erosión y manejo, por ejemplo. Pero donde centramos nuestros esfuerzos es en el análisis de las propiedades magnéticas de los suelos y su relación con la contaminación ambiental, tema preocupante en nuestro territorio, en particular en la Ciudad de México”, apuntó el especialista.

Con estos análisis se determina la contaminación del medio ambiente que no se ve, pero con la que tenemos contacto a diario. “En esta urbe se habla mucho del ozono y de la contaminación visible, pero no de los metales pesados que se encuentran a ras del suelo, en el polvo urbano y en las plantas, y que son los que afectan la salud de la población”, resaltó.

“La contaminación que se observa en la atmósfera cae al suelo con la lluvia o el viento; eso nos da la sensación de que el ambiente está limpio pero no es así, ya que los contaminantes van al suelo y de esa manera también estamos en contacto con las partículas por medio de la piel o corremos el riesgo de ingerirlas vía aparato respiratorio y digestivo”, alertó.

Al analizar los suelos de once metrópolis mexicanas y seis extranjeras, los universitarios estudiaron la contaminación histórica e identifican los lugares que a lo largo del tiempo han sido más alterados. Además, examinan los metales pesados que podrían originar cáncer en la población, por ejemplo, y a partir de esa información elaboran una serie de mapas que indican las zonas de mayor peligro y las tasas de mortalidad por enfermedades relacionadas.

Como parte de su labor, los integrantes del LUGA han estudiado tejido de pulmón de personas fallecidas en accidentes y “hemos encontrado partículas de plomo, cromo, arsénico y mercurio, lo que nos indica que los contaminantes los tenemos en el cuerpo”, remarcó Bautista.

El 80% de la Ciudad de México está contaminada por plomo, y prácticamente más de 90% por vanadio; ambos metales son altamente tóxicos, indicó. Además, la zona norte es la más afectada de la capital.

En el LUGA también se estudian algunas plantas ornamentales con capacidad de atrapar metales pesados (polvos urbanos), en particular la Ficus benjamina, una especie que está por todas partes y tiene la particularidad de secretar una sustancia que le permite atraer ese polvo y acumularlo. “Nosotros analizamos el magnetismo en las hojas y los metales pesados”, apuntó el investigador.

Con los datos reunidos, en breve los expertos tendrán un portal donde la población podrá consultar mapas de la distribución de plomo y otros contaminantes y estar en posición de tomar sus decisiones.

Además, en colaboración con Teresa Ramírez, del Instituto de Geografía, realizan estudios de erosión e identificación de tsunamis antiguos mediante técnicas magnéticas, con resultados para la costa oeste de México.

Bautista informó que estas tareas iniciaron en Morelia, pero se les han sumado investigadores del país y del extranjero interesados en estos temas.