La historia de la minería en México resulta sumamente interesante, por lo que su origen y desarrollo es motivo de múltiples investigaciones y da lugar a una extensa bibliografía, así como a exposiciones fotográficas, conferencias y apertura de museos de sitio.
Sumando esfuerzos se rescatan archivos que contienen información puntual sobre administración de las minas, legislación, sucesos fortuitos (inundaciones, derrumbes, accidentes), leyendas y personajes asociados a la explotación de los metales preciosos, especialmente oro y plata.
Gran parte de las investigaciones centran su atención en los siglos XVIII, XIX y primeros años del XX.
El descubrimiento de vetas de oro y plata en la Nueva España permitió el crecimiento de poblados cercanos a las minas, en terrenos montañosos, sumamente accidentados. De ahí que la traza de estos pueblos tenga una serie de calles sinuosas y callejones que desembocan en plazas y plazuelas.
Cabe mencionar que el traslado de los metales preciosos requirió de la construcción de caminos de piedra y de puentes que facilitaran el paso franco de las carretas por las montañas y sobre el cauce de los ríos; algunos de ellos se conservan total o parcialmente. Algunas poblaciones como San Miguel de Allende (antes San Miguel El Grande) nacieron como ciudades-presidio (siglo XVI), es decir, lugares de protección y abastecimiento de las carretas. Su construcción obedeció a las incursiones belicosas de los indígenas chichimecas dispersos en la región norte del territorio.
La decadencia de la actividad minera dependió de muchos factores y de la zona geográfica en que se ubicaran las minas. Algunas minas subsistieron a los embates del tiempo; otras quedaron abandonadas con la consecuente decadencia de los poblados cercanos, y otras más se reactivaron y habilitaron como atractivo turístico. Además de la minería se rescatan aspectos de la gastronomía y el trabajo artesanal. Se organizan recorridos temáticos, de índole cultural, a cargo de guías calificados, durante uno o varios días, dependiendo de la entidad federativa que se visite.
Observar detenidamente el funcionamiento de un malacate, caminar por un socavón o bajar al tiro de una mina resultan experiencias inolvidables. Cada sitio tiene su historia y personajes entrañables.
En algunos centros mineros los recorridos turísticos permiten conocer directamente el testimonio de algunos mineros y/o de sus descendientes. Los relatos constituyen un legado de gran valor, cargado de emotividad. Los datos duros y las anécdotas personales permiten aquilatar el trabajo que se llevaba a cabo en las entrañas de la tierra en épocas pasadas, así como los riesgos y satisfacciones que enfrentaban los mineros. De manera paralela se busca crear una conciencia en el público sobre la importancia de conservar las minas (instalaciones y maquinaria) y reconocerlas como un patrimonio industrial de México.
Observar el arte
La bonanza minera tuvo un impacto directo en el arte. Los hombres más acaudalados de la Nueva España, vinculados a la minería, financiaron la construcción de templos espléndidos, así como la hechura de retablos dorados donde se colocaron pinturas y esculturas de buena factura.
Los artistas de mayor renombre dejaron su huella en este tipo de obras. Entre ellos destacó Miguel Cabrera (pintor activo en el siglo XVIII). Vale la pena mencionar la importancia artística del templo de Santa Prisca en la ciudad de Taxco, Guerrero, y el de La Valenciana, en Guanajuato. En ambos casos el estilo corresponde al barroco exuberante, caracterizado por la presencia de símbolos cristianos y abundancia de elementos decorativos.
Cabe decir que el barroco es un arte sensual que busca impactar los sentidos, crea contrastes sorprendentes de luces y sombras, da un tratamiento especial a los ropajes poniendo énfasis en los pliegues. Respecto de los retablos en ambos sitios destaca su valor estético.
La riqueza en el arte es un reflejo de la bonanza económica de la Nueva España, debida principalmente a la minería y al comercio.
Entre los mineros acaudalados de mayor renombre en la época novohispana figuran José de la Borda, Pedro Romero de Terreros y Antonio de Obregón y Alcocer (conde de Valenciana).
Disfrutar los contrastes
Hay sitios muy atractivos que resguardan la memoria de un pasado glorioso, como en la mina Las dos estrellas, en Tlalpujahua. Está convertida en un museo que da cuenta de la actividad minera y del auge registrado a finales del siglo XIX y principios del XX. Se organizan recorridos con guías locales tanto a las instalaciones como al socavón de la mina y a los talleres de mantenimiento.
En la cabecera del municipio puede visitar el Museo de los Hermanos López Rayón y el Santuario de la Virgen del Carmen. Es una localidad para caminar por calles empedradas y descubrir rincones típicos, adquirir alguna artesanía local y deleitarse con las frutas en conserva. Como extensión de su visita puede conocer el municipio de El Oro, también con tradición minera, y la Presa Brockman (un sitio de agua cristalina, rodeado de pinos y cedros).
En El Oro la recomendación es visitar el Palacio Municipal y apreciar el mural titulado Génesis minero, del pintor Manuel D’Rugama. La secuencia de escenas permite recrear la historia de la localidad y la importancia de la actividad minera, la llegada del ferrocarril y la moda en el vestir de principios del siglo XX. La construcción, que se inauguró en 1910, destaca por su estilo afrancesado y su interior art nouveau.
Otro sitio interesante es el Teatro Juárez, inaugurado en 1907, el cual sobresale por sus detalles neoclásicos. Ha sido escenario de grandes figuras de la actuación y la música. El interior también es atractivo y nos remite a las presentaciones de antaño de la ópera y la zarzuela. Puede conocer la antigua estación del ferrocarril y el Museo de la Minería.
Recuperar la historia
Siguiendo los pasos de los acaudalados mineros novohispanos se pueden visitar varios lugares. Un recorrido inicia en La Bella Airosa (Pachuca) y continúa en Real del Monte, famoso por su tradición minera y los tradicionales pastes (empanadas cuyo origen se remonta a la época en que los ingleses explotaron las minas del lugar).
Se pueden visitar el Archivo Histórico y Museo de la Minería de Pachuca, que cuenta con información desde el siglo XVI. La museografía permite recrear escenas del trabajo en las minas. Conserva objetos, maquinaria y herramientas. Cuenta con información puntual sobre las minas en la entidad. Crea un vínculo directo con las minas de Real del Monte (especialmente la Mina de Acosta) y con el Hospital de Medicina Laboral, que proporcionaba atención a los mineros que sufrían algún accidente o desarrollaban alguna enfermedad propia de su actividad. Las altas temperaturas, la inhalación de gases tóxicos, las escaleras endebles de madera y la permanencia en el agua por tiempo prolongado ocasionaban diferentes tipos de males, destacando la silicosis, cuando el destino final del trabajador era la asfixia por daño en los pulmones.
La visita a Real del Monte es una grata experiencia por la traza urbana de la población y su ambiente tranquilo y hospitalario. Otro atractivo —de tipo histórico— es el panteón inglés. Los guías hacen referencia al repunte de la minería gracias a la inversión extranjera a fines del siglo XIX y principios del XX.
Algo más
Otro recorrido interesante comprende la visita a la Hacienda de San Miguel Regla (tiene costo), localizada cerca de Huasca y de los Prismas Basálticos. Puede apreciar las instalaciones propias de una hacienda de beneficio de metales: zona de bosque, hornos, estanques…