Por: Federico González
Hans Ulrich Obrist. Ai Weiwei. Conversaciones. Gustavo Gili. Traducción Carles Muro. 127pp.
Cuando Ai Weiwei abrió su blog en 2006 no podía imaginar el impacto que tendría: su bitácora alcanzó millones de visitas alrededor del mundo y pronto se convirtió en un cronista de lo que sucedía en China: publicó fotos, escribió notas, relatos y el gobierno de su país vio en sus materiales dinamita pura, por lo que le invitó primero a “controlarse” y después (en 2009) lo exhortó a cerrarlo.
A principios del siglo XXI Ai Weiwei se consolidó como una figura preponderante del arte contemporáneo. Hijo del poeta Ai Quing, siendo joven se trasladó a Nueva York. En la Gran Manzana accedió a las galerías, descubrió a Duchamp, Jasper Johns, Andy Warhol y Allen Ginsberg; estudió arte contemporáneo y empezó a construir una obra versátil que si bien inició con la pintura y el dibujo poco a poco se inclinó hacia la arquitectura, la instalación y la fotografía.
La enfermedad y muerte de su padre, en 1993, motivaron su regresó a China. Su participación en el diseño del estadio Nido de Pájaro, construido para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, le dieron una proyección de celebridad.

Interlocutor
Hans Ulrich Obrist (Suiza, 1968) y Ai Weiwei se conocieron en 1990 y no han dejado de coincidir en ferias, congresos o en el estudio del artista asiático. Sus entrevistas circulan sobre todo en medios europeos y dan cuenta del proceso creativo del disidente oriental.
Influenciado por el crítico David Sylvester y su constante comunicación con Francis Bacon, la cual dio lugar al proyecto “una conversación infinita”, Ulrich Obrist emprendió un ejercicio similar e hizo de Ai Weiwei su interlocutor.
Producto de sus encuentros es un volumen de entrevistas que en principio de cuentas sirve como un documento introductorio a uno de los artistas más controvertidos de la actualidad. Hay por supuesto diálogos biográficos, pero también reflexiones estéticas y políticas.
Ai Weiwei se deja ver como un hombre radical y por momentos contradictorio. Ante su entrevistador niega cualquier interés por la música, aunque en 2013 grabó su primer disco de heavy metal, The Divine Comedy. Como se sabe, actualmente no puede salir de China; es un constante crítico del régimen comunista. Contrasta la apertura económica con la falta de libertad individual; relega la pintura para defender su casi azarosa inmersión en la arquitectura, una de las áreas donde ha alcanzado mayor reconocimiento; defiende las posibilidades de internet y asevera que por ahí va el presente y el futuro del arte.
Los diálogos en este sentido abren la rendija para conocer a quien quizás es el artista plástico más influyente de la actualidad.
