Carmen Balcells: genio y figura

La mamá grande, la agente literaria que articuló el boom latinoamericano, hizo famosos a muchos escritore. 

Redacción
Todo menos politica
Carmen Balcells
Foto: AP

Por: Federico González

En 1975, durante un viaje a Buenos Aires para auditar las cuentas de los libros de Gabriel García Márquez, Carmen Balcells (España, 1930-2015) descubrió que las liquidaciones que le hacían al colombiano no correspondían con las ventas reales. Es decir, que en editorial Sudamericana le decían que vendía menos de lo que en realidad facturaba.

La agente pidió una reunión inmediata con López-Llausàs, entonces director de la empresa. “He visto muchas cosas; no cuadran las cuentas; no solamente de Gabo… Sartre y Simone de Beauvior no son mis clientes, pero…”, amagó Balcells. Al final el editor le dio el dinero y asunto zanjado.

Una anécdota más. Tras la publicación de La casa verde, Balcells instó a Mario Vargas Llosa a que se dedicara únicamente a escribir. El peruano, casado y con hijos, le respondió que no podía porque había que mantener a la familia. Acto seguido, su apoderada se comprometió a darle lo que ganaba como catedrático, con tal de que terminara su novela.

Así, de ese tamaño eran los arrestos de La mamá grande, de la agente literaria que articuló el boom latinoamericano, que hizo famosos a muchos escritores y relegó a otros tantos.

Después de trabajar con el rumano Vintila Horia en la agencia ACER, montó la propia. Inició con derechos de traducción y en 1960 empezó a manejar autores del editor Carlos Barral. El primero de todos fue Luis Goytisolo, con quien trabajó hasta 1994, cuando el español rompió con ella porque decía que su representante se metía demasiado en su vida privada.

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Consentidora

Balcells era magnánima. Alguna vez alguien le pidió un consejo como joven escritor. “No doy recomendaciones, solo órdenes”, respondió.

Era capaz de pagar la renta a sus autores, hacía cenas fastuosas, los consentía con comida y whisky… Un conjunto de editores la quiso boicotear porque cambió la forma de negociar los derechos de las obras; amenazaron incluso con no publicar a sus autores. Pero, ¿quién se iba a negar al nuevo libro de García Márquez?

Su fortaleza consistía en ser eficaz. Era una suerte de “madre” para muchos escritores y se volvió indispensable. Sabía sacar ventaja.

Al editor Mario Lacruz le cedió una novela de Graham Green a cambio de que publicara a una joven y desconocida escritora chilena, Isabel Allende, quien llevaba bajo el brazo La casa de los espíritus. En cambio, hizo menos a Vicente Leñero.

Balcells vendió en tres millones de euros su archivo personal al Ministerio de Cultura, con el que negoció originales que según el editor español Ramón Akal no eran de su propiedad.

Así era Carmen Balcells: genio y figura.

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