Benjamín Ruiz, el mexicano que combatirá a las armas químicas

Si bien la ciencia de la Química desempeña un papel fundamental en el progreso y desarrollo de la humanidad, también es una de las más utilizadas en el área militar, junto con la Física moderna sobre fusión y fisión nuclear : la aplicación más preocupante de la Química es, sin duda, su potencial destructivo en caso de emplearse con fines bélicos, como quedó demostrado con el uso de gases tóxicos en la Primera Guerra Mundial y en diferentes escenarios bélicos del siglo pasado a pesar de su prohibición en 1925, con el Protocolo de Ginebra.

En un esfuerzo por terminar con el uso de esta clase de armamento, en 1993, en el marco de la Conferencia sobre el Desarme, se aprobó la Convención sobre la Prohibición de Armas Químicas y su Destrucción, un tratado internacional por el que se restringe el desarrollo, la producción, el almacenamiento, la transferencia y el empleo de armas químicas y se dispone además su destrucción en un plazo específico.

La Convención sobre las Armas Químicas entró en vigor el 29 de abril de 1997 y otorgó a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) el mandato de erradicar para siempre el flagelo de este armamento y verificar la destrucción, en los plazos establecidos, de los arsenales de armas químicas declarados.

Comité

Recientemente se creó el primer Comité Asesor en Educación y Divulgación sobre Armas Químicas de la OPAQ, del cual el químico y académico mexicano por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Benjamín Ruiz Loyola fue nombrado uno de los 15 miembros que lo integran.

Este comité internacional proporcionará asesoría en educación y divulgación para garantizar la prohibición de armas químicas.

Por ser la primera generación, el comité tendrá la responsabilidad de establecer las bases de funcionamiento para el futuro.

Sobre las funciones que realizará el organismo, el profesor Ruiz dice a Vértigo:

La intención es buscar una mejor formación con base en valores y en la ética para que los estudiantes de educación superior que se vean vinculados con cuestiones relacionadas con armas químicas elijan precisamente lo que es éticamente más provechoso y no lo que sea económicamente más redituable.

—¿Qué porcentaje de armas ha sido destruida por la OPAQ desde su creación?

—Se ha logrado en casi 19 años de existencia de la OPAQ la destrucción de 90% de los arsenales químicos en el mundo , que es un total de poco más de 70 mil toneladas; pero queda el otro 10% aproximadamente: unas siete mil toneladas más que deben destruirse. En la medida en que haya información hacia la sociedad civil y que esta ejerza la presión necesaria sobre los gobiernos, podremos librarnos de este terrible riesgo lo más pronto posible.

—Grosso modo, ¿cuáles son las características generales de estas armas?

—Las armas químicas son compuestos químicos que tienen dos particularidades: la primera es que son compuestos tóxicos; y la segunda, que con muy pequeñas dosis pueden causar estragos notables y hasta la muerte. Con alguna de ellas basta un par de mililitros para que la gente muera en periodos de uno a cinco minutos.

Hay diferentes armas químicas, que se clasifican dependiendo de los efectos que causan. Las más peligrosas son los compuestos neurotóxicos, que afectan directamente al sistema nervioso, tanto en seres humanos como en otro tipo de seres vivos. Algunas de ellas se parecen mucho a pesticidas de tipo organofosforado, de los que se utilizan en el campo para terminar con insectos o en casa contra las cucarachas.

Por ello instalaciones que se pueden utilizar para sintetizar o preparar un insecticida también se pueden utilizar, cambiando la materia prima, para sintetizar armas químicas.

Tarea

Actualmente, el mayor peligro de utilización de estas armas se encuentra principalmente en Siria , país sumido en una guerra civil desde 2011, donde la OPAQ ha establecido una lista de siete supuestos casos de ataques químicos realizados tanto por la fuerza gubernamental siria como por el grupo Estado Islámico (EI) con base de gases de cloro y gas mostaza.

—Tomando como ejemplo a esta nación, ¿cuáles son entonces las tareas de este comité?

—Este comité está formado por 15 personas y todas de distintas nacionalidades. Existe un equilibrio geográfico, lingüístico, de género, y su trabajo fundamentalmente se desarrollará mediante sesiones presenciales que se llevarán a cabo en La Haya, Holanda, donde se encuentra la sede de la OPAQ, y a través de correo electrónico y de videoconferencias que por cuestiones de presupuesto el utilizar la tecnología nos ayuda.

Los integrantes del comité de educación, aclara Ruiz Loyola, “no tendríamos que ir a zonas de conflicto: para ello existe el cuerpo de inspectores de la OPAQ. El Consejo Asesor en Ciencias fue el órgano que solicitó que se formara este comité para poder, de manera conjunta, buscar las formas de impactar mejor tanto a los centros de educación superior como a la sociedad civil”.

—En el campo de inspección en caso de encontrar armas químicas, o industrias donde se puedan fabricar, ¿la OPAQ recomienda, castiga, sanciona…?

—La OPAQ realiza inspecciones de dos tipos. Cuando algún país utiliza en los procesos industriales dentro de su territorio materias primas que estén relacionadas con la posibilidad de fabricación de armas químicas, tiene la obligación de entregar una declaración anual a la OPAQ y a partir de ahí la OPAQ decide a cuáles industrias hacerles una inspección para verificar que efectivamente se estén utilizando con fines pacíficos y no con fines equivocados. Si se encuentra alguna anomalía se hace una investigación más profunda; y si las instalaciones han sido utilizadas para la fabricación de armas químicas se pueden tomar dos decisiones: convertirlas en instalaciones pacíficas o desmantelarlas y destruirlas, pero no se puede quedar como estaba.

El otro tipo de inspección se da “cuando existe alguna denuncia por parte de un país sobre la utilización de armas químicas. En este caso la inspección ya no es para verificar lo que se haya declarado sino para verificar lo que se ha denunciado; es decir, sería una inspección por denuncia y no una inspección, digamos, de rutina”.

En el caso de Siria , hace unos años se denunció el uso de armas químicas por parte del gobierno, que a su vez denunció a los rebeldes. Finalmente se encontró que hubo uso de armas químicas, pero no se pudo determinar quién las utilizó.

No obstante, esto tuvo como consecuencia tres acciones importantes: que el gobierno sirio finalmente firmó y ratificó la Convención para la Prohibición de Armas Químicas; la entrega de todas las armas que poseían para ser destruidas, y la revisión para la reconversión de la planta industrial involucrada.

Sin embargo, durante el proceso es muy posible que algunas cantidades de armas químicas que estaban almacenadas hayan pasado a manos del grupo Estado Islámico y es probable que recientemente las haya utilizado en el Kurdistán.

El problema es que no se puede denunciar al EI porque no existe como Estado desde el punto de vista jurídico internacional. Por ende, no hay a quién pedirle cuentas ni a quién sancionar.

Futuro

En 2013 la Organización para la Prohibición de Armas Químicas recibió el Premio Nobel de la Paz, tras 17 años de trabajo para eliminar las armas de destrucción masiva del mundo.

Hoy, a excepción de Egipto, Israel, Sudán del Sur y Corea del Norte, todos los países han firmado y ratificado la convención.

Aún falta 10% de armas químicas por destruir y Corea del Norte sigue siendo la gran incógnita sobre el posible armamento químico que maneja.

—¿Qué viene para la OPAQ?

—Considero que el futuro de la OPAQ es promisorio en varios aspectos. Primero, hay que presionar lo más pronto posible para eliminar las siete mil toneladas que todavía existen de armas químicas en el mundo. Segundo, una vez hecho esto, enfocarse más hacia cuestiones de educación, divulgación y asuntos importantes relacionados con la ciencia y la tecnología; sobre todo, trabajar para que todo lo que tenga relación en la investigación científica de uso dual se oriente hacia usos pacíficos y no hacia usos no permitidos.

Y no solamente en el área de la Química sino en áreas conexas a la química que están, digamos, en la interfase de ciertas áreas: por ejemplo, cuando hablamos de organismos genéticamente modificados estamos hablando de biología, de bioquímica y de química molecular. Finalmente, son tres áreas en las cuales la química interviene.

Por ello razono que parte de la actividad que tendrá que desarrollar en su momento la OPAQ será orientada en ese sentido: que la investigación de uso dual en este tipo de cuestiones de biología sintética, de clonación, de organismos genéticamente modificados, de nuevas técnicas industriales, impliquen el menor uso de sustancias contaminantes y aplicar bien los principios de la química verde a partir de que se terminen de eliminar las armas que todavía quedan.

—¿Qué significado tiene para usted, y para nuestro país, el ser miembro de este comité?

—Es un orgullo pertenecer a este comité… y una gran responsabilidad. Lo veo como una suma de cuestiones importantes. Desde el punto de vista nacional, es un reconocimiento a la política pacifista de México, que siempre ha estado a la vanguardia de las mejores causas en pro de la paz mundial. Desde el punto de vista de la UNAM es un reconocimiento como una de las mejores instituciones de Hispanoamérica, con una educación y egresados de calidad y de gran capacidad.

Y finalmente, por lo menos en apariencia, es un reconocimiento a una trayectoria personal que ha estado muy enfocada al estudio de materiales peligrosos y a tratar de colaborar, así sea de manera pequeña, en esfuerzos de pacificación mundial.