500 AÑOS CONTINÚA LA POLÉMICA

La Conquista inició formalmente con aquel encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés.

Hector González
Todo menos politica
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Foto: Especial
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Por H. González y C. Luna

El 8 de noviembre de 1519 Hernán Cortés y Moctezuma II estuvieron frente a frente por primera vez. Según las crónicas de la época el encuentro tuvo lugar en la confluencia de lo que hoy son las calles República de El Salvador y avenida Pino Suárez en la Ciudad de México.

Ahí se encuentran el Templo de Jesús de Nazareno y el antiguo Hospital de Jesús. Cientos de personas caminan diariamente por la esquina sin reparar en la placa de cantera que da testimonio de un episodio que cambiaría el rumbo de la región mesoamericana y que probablemente fue el primer ladrillo en la construcción de lo que hoy es México.

En su Segunda Carta de Relación, fechada el 30 de octubre de 1520, el propio Cortés reseña al emperador de España, Carlos V: “Nos salió a recibir aquel señor Mutezuma con hasta doscientos señores, todos descalzos y vestidos de otra librea o manera de ropa asimismo bien rica a su uso, y más que la de los otros, y venían en dos procesiones muy arrimados a las paredes de la calle, que es muy ancha y hermosa y derecho, que de un cabo se parece el otro y tiene dos tercios de legua (…) Y allí me tomó de la mano y me llevó a una gran sala que estaba frontera del patio por donde entramos, y allí me hizo sentar en un estrado muy rico que para él tenía mandado hacer”.

Testigo ocular del momento fue el cronista Bernal Díaz del Castillo, quien dejó testimonio de ello en Historia verdadera de la Conquista de Nueva España (1632): “Ya que llegábamos cerca de México (…) se apeó el gran Montezuma de las andas, y traíanle del brazo aquellos grandes caciques, de bajo de un palio muy riquísimo a maravilla, y la color de plumas verdes con grandes labores de oro, con mucha argentería y perlas y piedras chalchihuites (jade) que colgaban de unas como bordaduras (…) otros muchos señores venían delante del gran Montezuma, barriendo el suelo por donde había de pasar, y le ponían mantas para que no pisase la tierra”.

El encuentro entre las dos civilizaciones ocurrió dentro una espiral de acontecimientos relevantes para Europa y América. El historiador español Enrique Moradiellos explica: “El siglo XV está lleno de inventos y avances, como el astrolabio, los galeones… El mundo va cambiando y el centro político pasa a ser el Atlántico: al otro lado han llegado los españoles, los portugueses, luego los holandeses, los ingleses, los franceses. Hay una conexión, pero también separación; el Atlántico pasa a ser el eje del mundo”.

El ganador del Premio Nacional de Historia en su país asegura que el XV fue un siglo más que importante:“En la conformación de la nueva América hispánica las orillas del Atlántico se convirtieron en límites especulares de un espacio de conectividades, un laboratorio de experimentación sociocultural, una vía de circulación de personas y bienes, pero también de ideas y lenguas. Al compás de esos fenómenos el Mediterráneo cedió el testigo al Atlántico como eje geográfico de la reordenación del mundo conocido. A la par, Europa pasaba a compartir culturas y primacías con las Américas mediante la conformación del mundo occidental de la Edad Moderna: el Occidente heredero y legatario del viejo mundo grecolatino y de su derivación cristiana medieval”.

El vasto imperio español en América tuvo su origen en la época de los grandes descubrimientos geográficos de finales del siglo XV y llegó a extenderse desde la Alta California, por el norte, hasta el cabo de Hornos, en el sur. “Comenzó a fraguarse con el primer viaje financiado por la Corona de Castilla con Cristóbal Colón al frente de tres carabelas y menos de 100 hombres, que arribaron el 12 de octubre de 1492 a tierra firme desconocida en la isla de San Salvador, hoy las Bahamas”, reseña el catedrático de la Universidad de Navarra.

Encuentro vs. desencuentro

Hoy, 500 años después, las repercusiones y alcances del primer diálogo entre los representantes de dos cosmogonías diversas siguen siendo objetivo de debate.

La comunicación entre ambos fue posible gracias a Malinalli Tenépatl, llamada la Malinche o doña Marina, una joven que sabía maya y náhuatl, y a Jerónimo de Aguilar, quien a su vez traducía del maya al castellano.

La misión española llegó a Veracruz seis meses antes. Mediante algunos combates y negociaciones Cortés pactó con los tlaxcaltecas y totonacas, pueblos sometidos por los mexicas, para combatir al imperio que encabezaba Moctezuma.

Se sabe que el monarca azteca intentó persuadir a los ibéricos para que no llegaran a Tenochtitlán. Pero alrededor de las formas usadas por el líder indígena hay distintas versiones. Algunos textos reseñan que envió emisarios con obsequios. Otros apuntan que hubo un intento de tenderles una emboscada a los europeos en Cholula. La trampa se descubrió a tiempo y no se concretó.

En sus Cartas de relación Hernán Cortés escribe que Moctezuma tomó una actitud condescendiente ante la Corona española: “Creemos y tenemos por cierto, él (Carlos V) sea nuestro señor natural, en especial que nos decís que él a muchos días que tenía noticia de nosotros; y por tanto, vos sed cierto que os obedeceremos y tendremos por señor en lugar de ese gran señor que vos decís”, respondió el monarca local, según el Conquistador.

Bernal Díaz del Castillo secunda la versión del militar en Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España.

No obstante en los años recientes la supuesta pasividad del emperador mexica se ha puesto en duda. Matthew Restall, autor del libro Cuando Moctezuma conoció a Cortés, la cuestiona porque es una versión parcial y escrita después de los hechos y porque no coincide con la personalidad del tlatoani. “La narrativa tradicional dice que tenía miedo pero la realidad es que era un coleccionista de animales, pájaros y plantas. Lo que en realidad quería era atraer a los españoles a la ciudad para atraparlos y estudiarlos”, sostiene.

Restall añade que incluso en el supuesto de que Moctezuma se expresara tal como reseña Bernal Díaz del Castillo pudo haber un problema de interpretación. “El tono reverencial no necesariamente insinúa rendición sino todo lo contrario: una especie de superioridad envuelta en cortesía. Desprovisto de sutilezas en la traducción y distorsionado por el filtro de numerosos intérpretes es posible que su significado real fuera invertido”.

Repensar el periodo

Para el académico y arqueólogo del INAH Raúl Barrera Rodríguez la Conquista inició formalmente con aquel encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés.

Detalla que el tlatoani hospedó al español y a sus huestes en lo que era el antiguo Palacio de Axayácatl (donde actualmente se encuentra el Nacional Monte de Piedad). Ahí los europeos se acuartelaron, colocaron cañones y empezaron a definir la estrategia de ataque.

De cara a las conmemoraciones por los 500 años de un periodo que tuvo su momento culminante el 13 de agosto de 1521 con la caída de Tenochtitlán especialistas consideran que es preciso repensar su impacto y resonancia en el México actual.

El historiador Enrique Semo sostiene que aún falta mucho por decir y a propósito de ello publica La Conquista, título dividido en dos tomos que propone una relectura de la gesta.

“Hay más mitos que desarrollo de conocimiento. Nuestra misión como historiadores es despejarlos y corroborar su autenticidad. La Conquista de la Nueva España es parte fundamental del surgimiento de la nación mexicana. Somos producto de ese cataclismo y su herencia todavía la vemos en nuestro presente. Hoy, por ejemplo, somos más dependientes que hace 50 años. Por eso la lucha por nuestra soberanía es todavía vigente y necesaria”, puntualiza.

Recuerda Moradiellos que en 1521 el poderoso Imperio Azteca de México y su propia capital Tenochtitlán, con más de 200 mil habitantes, se encontraban ya bajo el poder de Hernán Cortés y sus 500 soldados y 100 marineros —más unos 30 caballos y diez cañones—, que habían partido desde Cuba en 1519; y tras haber sumado contingentes indígenas opuestos al brutal dominio azteca, como el millar de guerreros totonacas o los tres mil guerreros tlaxcaltecas.

Episodios similares se dieron con el Imperio Inca en la cordillera andina, que estaba al borde de la guerra civil y afrontaba la hostilidad de grupos étnicos sometidos, como los cañaris, los limas o los charcas. “En 1532, en Cajamarca, un puñado de 200 españoles con unos 30 caballos al mando de Francisco Pizarro pudo apresar al desconcertado emperador Atahualpa, pese a estar protegido por siete mil guerreros incas tan anonadados como su jefe”.

Diego Prieto, antropólogo y titular del INAH, considera que la guerra de Conquista fue una enorme convulsión entre las distintas formaciones étnicas-lingüísticas y políticas que prevalecían en Mesoamérica, las cuales, en este acontecimiento, tuvieron un colapso brutal. Sin embargo “las culturas no desaparecieron y se expresan ahora en este México pluricultural. Por eso es fundamental pensar en el hecho en sí, pero también en sus consecuencias”.

Liberación vs. dominio

Curioso de la identidad mexicana, Octavio Paz se remontó a la Conquista en diferentes ocasiones para intentar comprender el carácter de una nación como la nuestra. “Fue un hecho histórico en el que intervinieron muchas y muy diversas circunstancias pero se olvida con frecuencia la que me parece más significativa: el suicidio del pueblo azteca”, escribió.

Eduardo Matos Moctezuma, historiador y antropólogo, se suma al grupo de estudiosos que ponderan la necesidad de despejar los mitos sobre este periodo y reitera que la caída del Imperio Mexica tiene su origen en la animadversión que despertaron entre sus vecinos: “Los grupos veracruzanos costeros estaban bajo el control de Tenochtitlán. Estaban sujetos, primero militarmente y luego con un tributo, y estaban agobiados por la imposición. Por eso apoyaron a Cortés”.

Semo, en tanto, subraya que Hernán Cortés llegó con 500 soldados. “De inmediato se dio cuenta de que no conquistaría el territorio solo. Al mismo tiempo entendió que muchos pueblos estaban contra los aztecas porque ellos crearon un imperio muy vasto sobre la base de la brutalidad, cobraban tributo a los campesinos y ejercían un dominio sangriento”.

Detalla que el español supo articular el descontento en una guerra de liberación: “Se calcula que el ejército de la gran alianza antiazteca estaba conformado por 700 mil hombres. La caída de Tenochtitlán se debe a una lucha por la libertad y al intento por instaurar otro imperio”.

Carlos Pérez Ariza, catedrático de la Universidad de Málaga, precisa a su vez que en pocos años, de 1519 a 1521, Cortés se hizo con el territorio principal de Moctezuma y sus sucesores, pero no lo hizo solo él y sus soldados. “No hubiera podido hacerlo ante la poderosa fuerza militar de los aztecas. Contó, gracias a sus habilidades diplomáticas, con miles de combatientes totonacos y tlaxcaltecas. Ambas etnias habían sido esclavizadas por los aztecas, cuya política religiosa con base en los sacrificios humanos y el canibalismo les obligaba a subyugar a los pueblos vecinos”.

Matos Moctezuma enumera cuatro causales para la caída de Tenochtitlán: sicológicas, económicas, militares y de salud.

En las primeras incluye presagios mexicas como la aparición de un cometa, el incendio de un templo, la presencia de aguas turbulentas y la leyenda de La llorona.

El investigador defiende la tesis de que un momento clave fue la captura y muerte de Moctezuma. “Preso su máximo gobernante los mexicas se sienten más vulnerables. La versión española es que Moctezuma murió de una pedrada. Las crónicas indígenas dicen que lo mataron los conquistadores. Se trata de esos magnicidios que siempre quedan en la oscuridad y nunca se sabe quién fue”.

Entre las causas económicas destaca la motivación de los europeos por conseguir tierras para la Corona, salvar almas para la Iglesia y conseguir oro.

Las razones militares obedecen a la capacidad estratégica de Cortés, quien pensó en el cierre de las principales calzadas de Tenochtitlán, la suspensión de suministros y agua potable y el uso de bergantines: “En realidad era una fuerza de cerca de 70 mil soldados contra el ejército mexica que defendía su ciudad (...) En las Cartas de relación se habla de 67 mil muertos en combate y 50 mil por hambre”. Agrega que el tipo de armamento y armadura que tenían los españoles eran superiores a los que usaban los indígenas, lo que significó una ventaja.

Finalmente, al referirse a temas de salubridad, el arqueólogo contextualiza la situación recordando que no había suministros ni agua limpia en la ciudad y añade que una serie de pestes se asentaron en Tenochtitlán, principalmente la viruela.

¿Encuentro de culturas?

Enrique Moradiellos sostiene que el encuentro entre ibéricos y mesoamericanos significó la constitución del ámbito cultural de lo que llamamos Occidente y no todo “fue barbaridad, salvajismo o violencia: se creó una cultura propia”.

Añade que “esto que llamamos Occidente se va constituyendo por la llegada de hombres, ideas, caballos y perros junto con la noción de la religión cristiana monoteísta al actual continente americano; forma parte de un proceso histórico que se va acelerando a partir del siglo XV y que cierra ya la globalización planetaria en el siglo XVIII con las últimas exploraciones”.

Este fue un proceso de enorme escala, acota, por el que todo un continente fue recubierto por la cultura que originalmente en el Mediterráneo “llamábamos grecolatina o clásica, que por medio de la cristianización medieval se proyecta al otro continente y lo incorpora a su marco”.

Enrique Semo plantea que el proceso de la Conquista es más amplio de lo que se cree ya que se extendió al norte del territorio, incluyendo parte de lo que hoy es Estados Unidos. Al sur-sudeste habría que mirar hasta Guatemala. “Si tomamos en cuenta la extensión veremos que no fue un conflicto de tres años sino de 300, particularmente en el norte. Los pueblos originarios resistieron muchos años y generalmente solo se estudia la toma de Tenochtitlán. Necesitamos revisar la resistencia en su conjunto”.

Comenta que la llegada de los españoles supuso, más que un encuentro, un choque. “Estudios conservadores establecen que cuando llegaron, en la región de Anáhuac había ocho millones de indígenas; 100 años después había un millón 200 mil. Si esto no es una catástrofe demográfica entonces no sé lo que es”.

Reconoce, no obstante, que esta desaparición se debió a que los indígenas no estaban preparados para hacer frente a enfermedades de los europeos y a las condiciones creadas por la Conquista, como fueron las guerras y las hambrunas. “La pérdida de su religión representó la pérdida de valores y la conversión conllevó mucha violencia”, destaca el historiador.

Colonización y mestizaje

Uno de los primeros investigadores en reivindicar y rescatar el testimonio de los pueblos originarios durante la Conquista fue Miguel León-Portilla. Su primer acercamiento fue mediante su tesis La filosofía náhuatl en sus fuentes y posteriormente con la publicación de Visión de los vencidos en 1959.

Patrick Johansson, historiador y alumno de León-Portilla, asegura que su maestro se distinguió porque en vez de apreciar al mundo náhuatl desde una perspectiva clásica helénica lo hizo desde la posición del indígena. “Su libro Visión de los vencidos cambió el enfoque no solo porque atribuyó a los pueblos prehispánicos un pensamiento filosófico sino también porque expresó cómo vivieron las comunidades originarias la Conquista”.

Enrique Semo subraya los aportes de León-Portilla pero cuestiona el enfoque que dio a los testimonios en Visión de los vencidos, donde “esencialmente recogió escritos de lamento, cuando en realidad la mayoría de los pueblos originarios no asumieron esa actitud y siguieron luchando”.

Diego Prieto, en tanto, matiza y asume que el recuerdo de aquello está lleno de situaciones crueles, pero considera que el análisis necesita centrarse en el significado que tiene la llegada de las culturas de Occidente. “Desde 1992 México se define como una nación pluricultural, cuya condición se sustenta en sus pueblos indígenas”.

El titular del INAH subraya que las conmemoraciones deben servir para el reconocimiento de esa pluriculturalidad, para regresar a la importancia histórica, simbólica, étnica y cultural de los indígenas; pero “tampoco podemos pasar por alto a las poblaciones mestizas, a los afrodescendientes, y no solo referirnos a quienes vinieron del continente europeo sino también a quienes vinieron de Asia, porque México se convirtió en una bisagra del Imperio Español que unía al Atlántico con el Pacífico”.

La cultura del mestizaje que creó España no solo en la mezcla de razas, considera Carlos Pérez Ariza, es de enorme importancia. “No se ha dado tal fenómeno social positivo en ninguna otra forma de imperios paralelos al español. Tras tres siglos largos en la mayor parte de América y cuatro en Filipinas, Cuba y Puerto Rico, la herencia es evidente. El mundo puede aprender de un continente mestizo y que aún habla en español: es algo único en el mundo. Particularmente en México donde aún coexisten, en perfecta armonía, las culturas precolombinas de tantos pueblos indígenas con las raíces españolas”.

Se puede palpar que lo hispano, remarca Pérez Ariza, aunque denostado impropiamente, está presente: “Salta a la vista en su música, compuesta con las décimas del malagueño Vicente Espinel, que le colocó la sexta cuerda a la guitarra, la bordona. Y sus compositores, como Agustín Lara, que le cantó a Granada y a Madrid como si fuera un gitano andaluz o castizo de Lavapiés. En el sincretismo religioso tan arraigado en la liturgia mexicana. En la comida, tan ancestral autóctona y española, de una riqueza hoy universal. En su literatura, que hunde sus raíces en los años del virreinato y en las letras modernas, que desde los siglos XIX y XX han dado tanta pluma de lustre a nuestro idioma. En la inconmensurable plástica, que expande sus pinturas en murales inabarcables de luz, color e historia. En el arte de la fiesta nacional de España, que lleva a su plaza de toros, la mayor del mundo, a la afición taurina tan mexicana como española”.

Académico de la Universidad Complutense, José Luis Rojas apunta entretanto que es innegable que la Conquista heredó un intercambio positivo de ideas, personas, productos tanto animales como mexicanos. “América no podría vivir hoy sin lo que les llegó de Europa y Europa no podría vivir sin lo que se trajo de América”.

Perdón histórico

A 500 años del inicio de la caída del Imperio Azteca, instituciones mexicanas y españolas promueven el análisis y la reflexión sobre el impacto que tuvo la Conquista.

En marzo pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador solicitó el “perdón histórico” a la Corona española por la masacre de indígenas ocasionada durante aquellos años.

“Envié una carta al rey de España y otra carta al Papa para que se haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos (…)Hubo matanzas, imposiciones. La llamada Conquista se hizo con la espada y con la cruz”, dijo el mandatario.

A la solicitud, el gobierno encabezado por Pedro Sánchez expresó su rechazo “con toda firmeza”.

El intercambio entre las autoridades de ambas naciones reavivó el debate sobre un tema que muchos creían superado.

Juan Antonio García Galindo, investigador de la Universidad de Málaga, sostiene que somos producto del choque de dos mundos: los conquistadores y los indígenas. “Gracias a esto nació una gran cultura y el español es una de las grandes lenguas. En el siglo XXI estamos condenados a entendernos porque defendemos los mismos valores”.

Para Eduardo Matos Moctezuma la Conquista supuso un enfrentamiento militar e ideológico entre dos mundos muy diferentes entre sí. “Como ocurre a lo largo de la historia en muchas partes del mundo se impuso el vencedor e instauró un nuevo orden económico, religioso, político y social con las consecuencias que esto acarrea. En un principio hubo resistencia pero ese nuevo orden de cosas tomó cartas de naturalización, aunque hay que recordar que muchas etnias indígenas, después de 500 años, conservan muchas de sus tradiciones y algo muy importante: su lenguaje y sus costumbres”.

Enrique Moradiellos concluye que si “empezamos con lo del perdón” es el cuento de nunca acabar. “Es como si los españoles ahora pidiéramos cuentas al vecino francés por lo que hizo con sus tropas invasoras entre 1808 y 1814, no menos de 300 mil muertos en esa guerra de independencia. Badajoz quedó arrasada por los franceses y hoy no pedimos nada. No podemos ajustar cuentas: generaríamos un tsunami de revisionismo irredentista”.

Durante los 100 años posteriores al inicio de la Conquista murieron ocho de cada diez indígenas, sostiene Enrique Semo. El historiador cuestiona la apología del mestizaje e incluso dice que se exagera su impacto: “A mediados del siglo XVI había un español por cada 500 indígenas. Un siglo más tarde había 50 indígenas por cada español. Por tanto es muy relativo y limitado el mestizaje físico”.

Quien fuera titular de la Secretaría de Cultura capitalina entre 2001 y 2005 apoya la solicitud de perdón por parte del gobierno mexicano. “Pedir perdón por el sistema colonial es totalmente correcto. Si los alemanes se disculparon por el Holocausto, ¿por qué los herederos de los conquistadores no lo van a hacer? En España hay un sector muy conservador para el cual el siglo XVI y principios del XVII fue la época del gran imperio y no quieren ceder”.

El académico ibérico Juan Antonio García concluye que si bien los pueblos no deben olvidar nunca su historia sí deben aprender a superarla, darse cuenta que hay que sacar enseñanza de lo que ha pasado anteriormente para que no se vuelva a repetir. “Ahora bien, el abrazo entre Moctezuma y Cortés visto cinco siglos después, es un símbolo que permitirá la reconciliación entre los pueblos sin mirar atrás con prejuicios. Las generaciones actuales tienen derecho a salir adelante en la concordia y el entendimiento”.

Cronología básica de la Conquista

8 de febrero de 1517. Expedición de Francisco Hernández.

8 de abril de 1518. Expedición de Juan de Grijalba.

10 de febrero de 1519. Expedición de Hernán Cortés.

10 de julio de 1519. Fundación de Veracruz.

16 de agosto de 1519. Marcha hacia Tenochtitlán.

18 de octubre de 1519. Matanza en Cholula.

8 de noviembre de 1519. Entrada a Tenochtitlán y encuentro entre Cortés y Moctezuma.

24 de mayo de 1520. Triunfo de Cortés sobre Narváez.

30 de junio de 1520. La Noche Triste.

7 de julio de 1520. Batalla de Otumba.

10 de mayo de 1521. Inicia el sitio a Tenochtitlán.

13 de agosto de 1521. Caída de Tenochtitlán.

Hernán, una serie con historia

Por primera vez en la historia tres de los líderes más importantes de la industria televisiva —History Latin America, Amazon Prime Video y TV Azteca— anuncian el lanzamiento conjunto de la superproducción Hernán, una de las series dramáticas más ambiciosas de contenido televisivo en habla hispana.

El estreno de Hernán ocurre en el marco de la conmemoración de los 500 años de la llegada de Hernán Cortés a México. En Televisión Azteca las transmisiones iniciarán el domingo 24 de noviembre.

Hernán es considerada la superproducción más cara del año en el mercado. Este drama épico creado, desarrollado y producido por el estudio de producción mexicano Dopamine en colaboración con la productora española Onza Entertainment tiene un importante elenco que encabezan Óscar Jaenada —quien interpretará al conquistador—, Michel Brown, Dagoberto Gama, Jorge Guerrero, Víctor Clavijo, Almagro San Miguel y el debut de Ishbel Bautista.