Tristeza, falta de ánimo y desgano: las principales características de la enfermedad depresiva ganan terreno entre casi 30% de la población mexicana de 18 a 65 años, que sufren un padecimiento mental con carga genética que se dispara por factores como problemas económicos, deserción escolar, desempleo, dificultad para relacionarse o pérdida de la pareja, así como la violencia, ya sea familiar o del entorno social.
Más de 400 especialistas en salud mental de todo el territorio nacional se reunieron en el octavo Encuentro de Neurociencias 2019, que se realizó en esta ciudad, donde se dio a conocer que los principales problemas de salud mental que enfrentan 33 millones de mexicanos son depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno de déficit de atención por hiperactividad (TDAH) y sicosis por consumo de sustancias ilegales.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen 300 millones de personas en el mundo con depresión. Y en el país una de cada cuatro personas entre 18 y 65 años ha padecido en algún momento de su vida algún trastorno mental, pero solo uno de cada cinco recibe tratamiento. Además el tiempo que tardan en recibir atención especializada va de los cuatro a los 20 años, según el tipo de padecimiento, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica (ENEP, 2013) .
Millennials
Existe una seria preocupación por la población de jóvenes, quienes cada vez más enfrentan problemas de ansiedad y depresión, lo cual se observa en su intranquilidad, desesperación, temor y preocupaciones excesivas que impactan en su vida diaria.
“Las redes sociales constituyen una ventana donde los jóvenes exponen detalles de su vida privada con la finalidad de conseguir más interacciones con amigos reales y virtuales, los cuales influirán en sus comportamientos, pero donde se exponen a humillaciones, burlas, daño a su autoestima y reputación”, dice Alejandro Nenclares Portocarrero, médico siquiatra y gerente médico del portafolio del Sistema Nervioso Central de una empresa farmacéutica en México.
El especialista en salud mental considera alarmante la relación que existe entre la ansiedad y la necesidad de aceptación y aprobación por algún grupo social, situación que se relaciona con el uso indiscriminado de los dispositivos móviles (celular, tabletas y computadoras), que generan cada vez menos interacción entre las personas.
“Los millennials muestran una conducta obsesiva al revisar en todo momento los celulares: al despertar, al comer, al viajar, al estar reunido con alguien… Consultar las redes sociales y participar en ellas es tan necesario como respirar. Pero está comprobado que existe una correlación entre el uso de teléfonos inteligentes con la ansiedad social y depresión”, puntualiza.
El riesgo de esta conducta es que las personas, en especial los hombres, “han reducido sus niveles de complacencia respecto de necesidades sicológicas básicas como la independencia, el desarrollo profesional y su relación con otras personas, lo que los conduce a una baja satisfacción hacia la vida y en casos extremos a pensamientos suicidas o a hacerse daño”, resalta Nenclares Portocarrero.
Escasez de especialistas
“En el país solo existen cuatro mil 600 siquiatras y de acuerdo con la OMS se necesitan doce mil para atender a toda la población. Del grupo de especialistas, 60% se concentra en las grandes ciudades (Monterrey, Guadalajara y CDMX). En la Ciudad de México, de hecho, se concentra 20%, principalmente en la alcaldía Benito Juárez (en colonias de alto poder adquisitivo como Narvarte, Del Valle y Roma)”, menciona Jeremy Cruz Islas, de la Sociedad Mexicana de Salud Pública.
Por ello la mayor parte de los estados presenta un déficit de siquiatras superior a 90%. “Definitivamente no hay abordaje de la salud mental en el primer nivel de atención, ni en zonas rurales y suburbanas”, confirma el especialista.
Del presupuesto de salud solamente se asigna 2% a la salud mental. De este monto, 80% se destina a la operación de los hospitales siquiátricos. En el país hay 46, “pero no todos funcionan, ni todos con la misma calidad”, aclara. Además de que el problema viene desde la formación en las universidades, donde de los siete años de estudio solo se le dedica una semana al tema.
Caldo de cultivo
Cruz Islas, siquiatra de la Clínica Especializada Condesa, resalta que las situaciones con violencia generan un incremento en las adicciones.
“Alrededor de 10% de la población en México ha consumido algún tipo de sustancia, equivalente a 13 millones de personas. Lo que más consumen son alcohol, cannabis y cocaína”, detalla.
Otras situaciones son los desastres naturales, población adulta mayor, depresión perinatal o posparto y pertenecer a una minoría étnica o sexual.
Para que un paciente siquiátrico llegue con un especialista pueden pasar de uno a cinco años para depresión; para trastorno obsesivo compulsivo, de uno a siete años; con esquizofrenia, de uno a nueve años, y un paciente transgénero deja pasar hasta 20 años.
Resiliencia
La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Para lograrlo, afirma Alejandro Soto Chilaca, integrante de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, se necesita que desde la infancia el sujeto reciba “regulación emocional” en la familia y en la escuela para tener tolerancia a la frustración, lo cual en la vida le permitirá superar los retos y cambios que se presenten.
“Para que la sociedad mexicana sea resiliente se necesita educación desde la infancia para enseñarles el tema de la fuerza emocional, poder socializar, ver las fortalezas de cada quien y, al mismo tiempo, enseñar a los padres la importancia de la tolerancia: todo en conjunto genera la resiliencia en la familia y en la sociedad”, detalla el especialista.
El concepto de salud debe entenderse que es física y emocional. Y en la medida en que se vaya inculcando por medio de mensajes habrá pequeños cambios que repercutirán en una población más saludable, concluye.