La profesora-investigadora del Departamento de Biotecnología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Clara Pelayo Zaldívar, señaló que hasta el momento no existe evidencia científica sobre el presunto daño de los transgénicos a la salud.
En un comunicado, señaló que no son viables las afirmaciones respecto a que se trata de “artificios de laboratorio que no se producen de manera natural y pueden causar perjuicio”.
En el marco de la 11ª Semana de Biotecnología, la académica expuso que desde que las plantas existen han sufrido una infinidad de procesos de transferencia genética horizontal —de un organismo a otro— de manera natural.
“Tan es así que las especies tienen genes de bacterias en sus cloroplastos y los seres humanos tenemos genes de aquéllas a nivel mitocondrial, lo que ha permitido la evolución”, enfatizó.
Al dictar la conferencia Biotecnología vegetal, con énfasis en la conservación de frutas y hortalizas, afirmó que esos procesos han ocurrido siempre y no por ello “nos hemos preocupado de que provoquen problemas” en el organismo.
Sobre la conveniencia de utilizar o no alimentos transgénicos, la especialista en fisiología y tecnología postcosecha de hortofrutícolas destacó que la transferencia vertical de DNA ocurre de padres a hijos, mientras que la horizontal tiene lugar entre un organismo y otro, resultando un producto transgénico.
No obstante, es necesario establecer normas y reglas que garanticen la seguridad en el consumo de organismos genéticamente modificados, los cuales “han llegado para quedarse” y de ello da cuenta el nivel que su presencia ha alcanzado en la industria.
Detalló que 27 países destinan más de 134 millones de hectáreas al cultivo de esos organismos, entre ellos Estados Unidos, Brasil y Argentina, y son consumidos por más de 300 millones de personas en 50 naciones.
Consideró que la desconfianza de la población en el uso de los organismos genéticamente modificados (OGM) se debe en cierta medida a que “desconocen en qué les beneficia consumirlos”.
Lo anterior se debe a que la investigación se ha orientado más a obtener plantas resistentes a plagas u hongos o a rendimientos en la producción, pero esto el consumidor no lo sabe, puntualizó.
Opinó que si se le informara sobre un tipo de arroz que contiene más betacaroteno, compuesto que previene el cáncer, seguramente trataría de consumirlo.
Pelayo Zaldívar confió en que la aceptación de los OGM dependerá de que el producto cada vez esté más orientado a contribuir a la salud en términos nutricionales, y que contenga compuestos funcionales que prevengan enfermedades y fortalezcan el sistema inmune.