La Enfermedad Vascular Cerebral (EVC) consiste en la falta de oxígeno y nutrientes en el cerebro debido a un bloqueo del flujo sanguíneo por la existencia de un trombo, o bien por el rompimiento de un vaso sanguíneo o hemorragia cerebral, situación que de no atenderse en las siguientes cuatro horas genera pérdida de tejido neuronal irreversible y daños permanentes en la persona, como discapacidad motriz y de lenguaje, pero también puede provocar la muerte.
En México se estima que se registran anualmente entre 150 y 200 mil casos de EVC, mientras que datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) refieren que 15 millones de personas sufren un evento de este tipo por año en el planeta.
De ellas, cinco millones mueren y otros cinco millones quedan con una discapacidad permanente, mientras que el resto logra recuperarse.
Por cada caso sintomático se estima que hay nueve “infartos cerebrales silentes”, es decir, que no generan síntomas y sin embargo impactan en el nivel cognitivo de los pacientes.
La Enfermedad Vascular Cerebral genera síntomas como: entumecimiento, debilidad o parálisis repentina de la cara, el brazo o la pierna de un mismo lado del cuerpo, confusión repentina, dificultad para hablar o entender, pérdida de la visión en forma brusca en uno o ambos ojos, dolor de cabeza intensa y repentina, dificultad para caminar, pérdida de equilibrio y coordinación.
Ante este panorama, en el marco del XIV Congreso Panamericano de Neurología y la XV Reunión Anual de la Academia Mexicana de Neurología, se firmó un convenio de colaboración durante un evento en el que estuvieron presentes Elías Íñiguez Mejía, presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados de la LXII Legislatura, y Jesús Ancer Rodríguez, secretario del Consejo de Salubridad General, así como representantes de la Asociación Mexicana de Enfermedad Vascular Cerebral, la Asociación Mexicana de Neurología y la Academia Mexicana de Neurología.
En el encuentro se presentó el Plan estratégico para la atención de la Enfermedad Vascular Cerebral, uno de cuyos objetivos principales es el establecimiento del Código EVC o Ictus (siglas en inglés que describen infarto o hemorragia cerebral) en todos los hospitales y evitar así las complicaciones y mortalidad por esta enfermedad.
Al respecto, Fernando Góngora Rivera, presidente de la Asociación Mexicana de Enfermedad Vascular Cerebral, explicó que existen estimaciones de que uno de cada tres pacientes puede recuperar sus funciones cognitivas y movilidad, que le permitirán retornar a sus actividades laborales, siempre y cuando sea atendido con prontitud y con los medicamentos adecuados.
Pero antes de llegar a un problema de este tipo, comentó, la población mayor de 45 años debe evitar el sedentarismo, el alto consumo de sal, tabaquismo, alcohol y el estrés.
También resaltó que las enfermedades crónico degenerativas, como la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, altos niveles de colesterol o hipercolesterolemia, el sobrepeso y la obesidad, son responsables del aumento del riesgo para presentar una Enfermedad Vascular Cerebral.
Góngora Rivera destacó que los estados de la República donde se registra el mayor número de casos con EVC son Veracruz y Oaxaca, así como la Ciudad de México, derivado de la avalancha de casos de diabetes e hipertensión arterial, aunado a factores socioeconómicos, nivel educativo y condiciones de vida.
Discapacidad o muerte
Por su parte, Jorge Villarreal Careaga, neurólogo clínico, neurovascular e integrante de la Academia Mexicana de Neurología, mencionó que en la actualidad mueren 30 mil personas al año por EVC y constituyen ya la tercera causa de muerte en la población general.
Resaltó el especialista que la prevención primaria se debe concentrar en las personas con diabetes, hipertensión, fumadores o con niveles de colesterol y triglicéridos altos en sangre, a través de una alimentación y ejercicio adecuado, mientras que la prevención secundaria se enfoca a las personas que ya tuvieron una EVC y consiste en el uso de fármacos y atención especializada.
Advirtió que “las recaídas se presentan a la vuelta de cinco años, entre 20 y 40%, mientras que la mortalidad por un EVC a la vuelta de tres meses es de 20%. Es más mortal tener una hemorragia cerebral que un infarto. La hemorragia cerebral aguda tiene 75% de probabilidades de morir o quedar permanentemente discapacitados”.
En países de América Latina ya tienen implementado el Código Ictus, incluyendo a Brasil, Chile y Perú. México no se puede quedar atrás: “Estamos trabajando justamente en ello, para que este Código Ictus exista en nuestro país de manera generalizada, en todas las regiones, y poder tener sistemas que estén listos y preparados para recibir a los enfermos, que son abundantes”, concluyó Fernando Góngora Rivera, presidente de la AMEVASC.