Lo que diferencia a un producto orgánico es que está libre de pesticidas, insecticidas y cualquier otro agroquímico, por lo que es un poco más costoso que la comida industrializada como pastelitos, botanas y refrescos, que son muy baratos y están al alcance de cualquiera.
“Un producto orgánico es, además de natural, artesanal, ya que implica mucho trabajo y tiempo para lograrlo”, dice a Vértigo Adán Camacho, encargado del vivero del Parque Ejidal San Nicolás Totolapan, en el Ajusco.
Y es que a pesar de que los productos orgánicos se venden hasta 20% más que los productos idénticos producidos en parcelas no orgánicas, su éxito radica en dar certidumbre sobre la forma en la que se cosechó.
“Se puede decir que es artesanal porque todo es hecho a mano: no metemos ningún tipo de maquinaria. Entonces, es mucha mano de obra y mucho tiempo el que se utiliza, razón por la que se incrementa el costo. Además de que los insumos para cuidar a las plantas también están hechos por nosotros”, indica el joven productor.
En este vivero se producen chícharo, acelga, tatsoi (similar a la espinaca), diversos tipos de lechuga, col, jitomate, espinacas, cilantro, albaca, hierbabuena y menta, todos ellos a través del sistema de riego por goteo.
“La idea es pasar de un comercio local a uno que incluya a más partes de la ciudad, además de escalonar las hortalizas para que todo el año puedan tener cosecha”, explica.
Crecimiento
A pesar de que la agricultura orgánica es todavía una pequeña rama de la actividad económica, está adquiriendo mayor importancia en el sector agrícola de algunos países.
Por ejemplo, en Austria y en Suiza esta actividad llega a representar hasta 10% del sistema alimentario; y en Estados Unidos, Francia, Japón y Singapur se registran tasas de crecimiento anual superiores a 20 por ciento.
En México se tienen registradas más de 88 mil hectáreas certificadas de cultivos orgánicos y 20 son los municipios que concentran casi 71% de esta superficie, siendo Oaxaca el estado que destina el mayor terreno de cultivo para la producción de estos alimentos, con 19 mil hectáreas.
En entrevista, Aurelio Luna, productor de hortalizas orgánicas del paraje Los Cedros, ejido de San Nicolás Totoloapan, señala que debido al problema de salud que actualmente enfrenta el país la demanda de sus productos va en aumento.
“Esta agricultura se basa en la sostenibilidad del medio ambiente, en darle vida al suelo, en no contaminar los mantos freáticos. Se trata de que nuestras futuras generaciones puedan seguir trabajando estas tierras sin riesgo de que estén contaminadas o infértiles”, puntualiza.
En los últimos tres años, de acuerdo con la Sagarpa, México ha exportado alrededor de 25 productos orgánicos a Estados Unidos, siendo los principales aguacate, café, plátano, mango y chile pimiento.
En 2015 las exportaciones de orgánicos generaron divisas por un total aproximado de 141 millones de dólares.
Retos
De acuerdo con los productores la diferencia entre producir productos orgánicos y no orgánicos radica en los fertilizantes, es decir, “el campesino actualmente está atado a comprar cada año un paquete tecnológico que debe implementar en sus siembras, el cual tiene un costo alto; en cambio, si el productor aprende de manera ecológica a hacer sus propios insumos, como composta y lombricomposta, podrá ahorrar ese dinero, aumentar la mano de obra y así duplicar las áreas de producción”, indica Aurelio Luna.
Otro aspecto importante a considerar es que para que un producto pueda obtener el sello de certificación Orgánico Sagarpa México y ser avalado como orgánico, debe cumplir con las normas establecidas en la Ley de Productos Orgánicos, la cual vigila la calidad de estos alimentos.
“Se puede solicitar la certificación con una agencia internacional o nacional, que te inspecciona; en nuestro caso estamos con Certimex, quienes al mismo tiempo están con Sagarpa, para buscar el sello nacional”, explica.
Se trata, dice, de cumplir con esos lineamientos para demostrar que la parcela se encuentra en un proceso natural, que la cosecha es orgánica… y la certificación lo ostenta.
Indica que cuando un productor se quiere incorporar a ser orgánico debe pasar por un proceso de conversión de la tierra, que consiste en dejarla descansar a la par de limpiarla a través de compostas orgánicas, para que pueda producir hortalizas 100% naturales.
“En tres años entras a la conversión; luego viene plenamente el certificado orgánico, si ya cumpliste con todos los requisitos”, explica.
En opinión de Adán Camacho otro reto es la comercialización, ya que el agricultor puede trabajar excelente, pero si no tiene los medios para dar a conocer su producto simplemente no vende. “Ese es un punto muy difícil: llegar a las personas estando en un cerro, que es el caso de nuestro invernadero”.
Sin embargo, ambos productores coinciden en señalar que cada vez son más los restaurantes y tiendas orgánicas que buscan sus productos. “Por ejemplo, hay hortalizas asiáticas, como el tatsoi, que nos van pidiendo; entonces lo que hacemos es conseguir la semilla y sembrarla para venderla por pedido. Es cuestión de ir abriéndonos paso, poco a poco”.
Alimentación
Pese a tener un precio más alto, ambos productores sostienen que los productos orgánicos representan un paliativo contra enfermedades como la diabetes, el sobrepeso y hasta el cáncer, aun cuando reconocen que la comida industrializada es más barata.
“La producción de nuestros productos es redituable debido a que en estos tiempos están atacando muchas enfermedades severas. Por ello los especialistas recomiendan que seamos más conscientes en los alimentos que consumimos, que controlemos nuestros hábitos alimenticios; entonces, es redituable porque cada vez nos buscan más”, concluye Luna.