La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune y está considerada como un serio problema de salud pública, al generar discapacidad laboral y pensión por invalidez de las personas afectadas en la etapa más productiva de su vida. En México se estima que existe una prevalencia de 1.6%, donde se ven más afectadas las mujeres que los hombres, en una proporción de tres a uno.
Se trata de una enfermedad inflamatoria sistémica crónica que se caracteriza principalmente por la inflamación del revestimiento o membrana sinovial de las articulaciones. Aunque puede iniciar en cualquier articulación, comienza con mayor frecuencia en las más pequeñas, como son los dedos, manos y muñecas.
“Un tratamiento adecuado y oportuno aumenta la probabilidad de limitar la progresión del daño articular y, consecuentemente, mejorar la funcionalidad y la calidad de vida del paciente con artritis reumatoide y artritis soriásica, a fin de disminuir el impacto socioeconómico que genera”, señaló Julio César Casasola, especialista en reumatología adscrito al servicio de reumatología del Hospital General de México.
De igual forma, Sandra Carrillo, tesorera del Colegio Mexicano de Reumatología, comentó que en México dicha enfermedad constituye un problema de salud pública a nivel mundial debido a su alta prevalencia, a sus graves consecuencias funcionales y al alto impacto económico y social.
“El Colegio, con el apoyo de una biofarmacéutica, implementó los primeros centros de excelencia especializados para la atención de este padecimiento, basados en las guías internacionales de Treat to Target, para maximizar la calidad de vida de los pacientes a través del fomento de decisiones compartidas entre el paciente y el reumatólogo, del control de síntomas y prevención del daño estructural, supresión de la inflamación y seguimiento a través de la medición de la actividad de la enfermedad y el establecimiento de un tratamiento adecuado para mejorar el pronóstico de los pacientes”, puntualizó.