Segregados, el grupo que nació en los baños de un reclusorio

Juan Carlos Ponce
Segregados
Foto: Juan Carlos Ponce

Segregados es una banda de rock que nació en los baños del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente , cuando un grupo de internos encontraron en la música una forma para liberarse y escapar de los martirios que se viven dentro de un Centro Penitenciario.

Utilizando géneros musicales como rock, ska y reggae, Segregados se convierte en el narrador preciso de las miles de historias que tienen lugar entre las celdas de los penales de nuestro país.

En 2008, Fabián Monzón, Antonio Garza y Jonathan Álvarez iniciaron con el proyecto que fue bautizado como Segregados, nombre que tomaron gracias a la sugerencia de Daniel, alias “El Calamardo”, quien les hizo notar que estaban separados de los otros grupos.

“Todo empezó en unos baños que se limpiaban día a día para poder ensayar, eran unos baños de un auditorio porque no había un taller de música. Existían grupos pero en ninguno de los grupos congeniamos, de ahí también el nombre, nos habían segregado de los demás grupos”, señala Jonathan Álvarez vocalista de la banda.


Las tocadas en el reclusorio

Una de las primeras presentaciones de la banda tuvo lugar en el “Carcel-OTI”, festival de música que se organiza en los reclusorios con la finalidad de que, a través del arte, los internos demuestren sus habilidades musicales y aprendan a convivir.

“En el festival había bandas que eran como las estrellas del penal y nosotros dimos la sorpresa. En el concurso podías modificar una rola o tocar una original. Nosotros decidimos tocar “La dosis perfecta” de Panteón Rococó.  El chiste es que a los jueces les prendimos y después de ser los segregados de todo el auditorio, ya éramos los más queridos”, agrega Álvarez.

El vocalista de la banda asegura que “hacer música” en un reclusorio no es cosa fácil porque en el Centro Penitenciario nadie te apoya. El único amparo viene de afuera, de la familia.

“Nadie te presta nada (instrumentos), una solución para hacer una banda es rentar los instrumentos y la otra, una parte fundamental de esta banda, es que nuestra familia nos apoyó. Algunos ya teníamos los instrumentos acá y a otros les hicieron llegar los instrumentos. Aparte del gasto de uno que ya está encerrado hicieron un gasto más para comprar el instrumento y llevarlo”, relata Álvarez.


La música nos hace libres

Álvarez reconoce que cuando comenzó a tener éxito el proyecto y las autoridades se identificaron con su música, pasó por su mente la idea de que “la música los iba a hacer libres”.

“Yo sí digo que la música ayudó para nuestros expedientes y que nos dejaran salir, aunque en otros casos dicen que no. Al final de cuentas, podríamos decir que la música no nos liberó en carne y hueso, pero sí espiritualmente. Nos hizo explorar una parte de nuestro ser que no conocíamos. La música ahí fue la libertad”.

Tras las primera tocadas, Segregados comenzó a brillar entre la población del reclusorio y comenzaron a ser identificados como los artistas, los músicos.

“Nos empezaban a reconocer. Imagínate entre 12,00 mil personas ya empiezas a resaltar y te motiva el hecho de que en un lugar de esos puedas brillar y salir adelante”, indica Fabián Monzón, bajista de la banda.


Graban el disco en la cárcel.

Segregados reconoce que gracias a las facilidades que recibieron por parte de Laura Talamates, ex directora del penal, pudieron grabar su primera placa musical titulada “Todo es playa”.

“Ella estuvo ahí en el proceso de grabación y tuvo esa visión de que lo que estábamos haciendo eran cosas nuevas. No fue fácil, primero tuvimos que ganarnos su confianza para tener acceso a un buen de equipo y un espacio para grabar y ensayar”, indica Álvarez.

Desafortunadamente, cuando Talamantes abandona la dirección del reclusorio, la banda pierde los privilegios ganados con su trabajo musical y la agrupación sufre un duro golpe al quedarse sin varios de sus miembros, que para ese tiempo sumaban 11.

Según el vocalista de la banda, con la salida de Talamantes llegaron muchos cambios; entre ellos, varios traslados de integrantes de la agrupación a otros penales.

Por tal motivo, Segregados tuvo que buscar una nueva alineación para seguir adelante, así que los miembros que quedaron se dedicaron a buscar otros integrantes, sin importar que supieran tocar un instrumento.

“Nosotros somos al prueba de que si se quiere la readaptación existe porque de nuestras filas hay gente que no tocaba una nota. Nos encargamos de enseñarles teoría y práctica y así varios siguen tocando”, explica Álvarez.  

La vida fuera del penal

Con el sueño de llegar a ser una banda del nivel de Panteón Rococó o Maldita Vecindad, Segregados continuó su andar en la música, ahora en una nueva etapa: afuera del reclusorio.

La primera “tocada” de Segregados fuera del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente tuvo lugar en el aniversario de la agrupación Elemento Rústico, en el 2013.

Al recordar sus días en prisión, los integrantes señalan que a pesar de que no estaban haciendo nada malo antes de ser recluidos, la experiencia en la cárcel fue una señal que llegó “desde arriba”.

“En algún momento de mi vida fui porro y cuando me agarraron fue como el pago de todas las cosas que hice siendo porro, porque cuando a mí me agarraron yo ya no estaba haciendo cosas malas, pero se llama karma. Al final de cuentas fue una factura que yo canalicé de la mejor manera.

Una de las mayores exposiciones de la banda se registró cuando fueron invitados al Festival Vive Latino 2014, donde los músicos se codearon con grupos como Fito Páez, La Gusana Ciega, Maldita Vecindad y El Gran Silencio, entre otros artistas.

En este momento, Segregados están concentrados en su próximo disco donde buscan contar con la participación de bandas con una gran trayectoria en el rock mexicano.

Además, la banda sigue sumando elementos, jóvenes que buscan en la música una nueva oportunidad de vida, luego de pagar su pena en algún penal del país.