Rosa y José enseñan a ‘ver con las manos’ en Ecatepec

Juan Carlos Ponce
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Educadores
Foto: Juan Carlos Ponce

Utilizando semillas, foamy, cartones de huevo, hojas de papel y regletas, el equipo encabezado por la optometrista Rosa Hilda López ofrece clases de sistema Braille a personas adultas con ceguera adquirida o de baja visión en las instalaciones del Centro de Rehabilitación de Integración Social “CRIS”, ubicado en el municipio de Ecatepec, Estado de México.

El programa nació en noviembre de 2014 con la intención de ayudar a que la población que perdió la vista en una edad productiva; es decir, por una ceguera adquirida “a causa de diabetes, hipertensión, alguna caída, accidente o traumatismo”, pueda reincorporarse a sus actividades.

Además de enseñar el sistema Braille a la comunidad con discapacidad visual, el equipo de López también ofrece apoyo de psicología, tanatología, braille, orientación y movilidad (actividades de la vida diaria).

De acuerdo con la optometrista, los asistentes reciben un apoyo en conjunto porque se trabaja desde diferentes áreas: se les apoya a elevar su autoestima, a entender que pueden continuar con su vida y que también pueden integrarse a algún empleo.

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Depresión, el primer problema a vencer

De acuerdo con López, uno de los principales obstáculos que se deben vencer cuando se trabaja con personas que padecen ceguera adquirida es que éstas acepten su problema.

“Los pacientes llegan sabidos de que su problema visual ya no va a mejorar, llegan con una depresión, llegan creyendo que ya no hay nada más que hacer. Entonces viene esta parte muy importante donde nosotros que los recibimos y los orientamos a que acepten su enfermedad”, señala López. “Muchos llegan con la idea de que ‘me dijeron que tengo un problema pero tal vez con la tecnología algún día vuelva a ver’. Entonces tenemos que aterrizarlos a la realidad y decirles cuál es la situación y lo primero es aceptar la enfermedad y apoyar a la familia para que no sobre protejan al paciente”, agrega.


El papel trascendental de la familia

De acuerdo con la optometrista, después de que los asistentes lograr superar la depresión encuentran un mundo lleno de cosas que antes desconocían.

“Cuando uno empieza a platicar con ellos se dan cuenta de que hay muchas cosas por hacer. Un caso singular son las amas de casa, quienes nos dicen ‘es que yo antes cocinaba’; a bueno, entonces te vamos a enseñar cómo debes de tener la precaución para volver a hacer la comida. Por medio de técnicas de protección se les indica cómo cubrirse cuando estén en su casa”, apunta López. “Por medio de éstas técnicas se les enseña a volver a hacer el aseo, ordenar su casa. El orden es algo muy importante para que ellos vuelvan a comenzar y en casa los familiares deben apoyar a que exista este orden y las cosas estén en su lugar para que ellos puedan continuar su vida normal”, agrega.

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Ubicación espacial, la primera actividad

El psicólogo José Guadalupe Juárez, quien es el encargado del taller de sistema Braille, indica que la primera tarea que deben aprender los asistentes es la “ubicación espacial”; es decir, reconocer el área de trabajo en sus cuatro dimensiones y el manejo del mobiliario.


Una vida llena de obstáculos

Entre los grandes problemas a los que se enfrentan las personas con discapacidad visual para desplazarse por la calle está la falta de señalamientos y de una cultura vial para este tipo de grupos.

Según el psicólogo, las asistentes al taller se quejan de que las personas no respetan los espacios y dejan vehículos en las banquetas, dejan sus ventanas abiertas, así como cortinas de tiendas que pueden ser muy peligrosas para las personas invidentes.

A pesar de que en el “CRIS”se especializan en la parte de actividades de la vida diaria y el desplazamiento en interiores, también se les enseñan otras técnicas para que puedan llegar más fácilmente hasta las instalaciones donde se imparte el taller.

“Hacemos uso de imágenes auditivas, imágenes olfativas e imágenes sonoras. Cuando van en el recorrido hay que reconocer la panadería, ahí está el olor pan, ya llegamos a la panadería que está en la tercera cuadra. En la quinta está la vulcanizadora ‘tácata, tácata’, esa es una imagen auditiva. También pasan por una tortillería, ahí se ubican por el sonido y luego hay una bodega, que cuando pasa uno por la bodega es fría, esa sensación térmica también ya la ubican”, explica Juárez.

Juárez coincide con la optometrista en que el apoyo de la familia es algo esencial en el desarrollo de las personas con discapacidad visual.

“Algunas veces llegan con los dedos cortados, esto sucede porque cuando se cortan las uñas se pasan de los bordes y se lastiman. En el arreglo de su ropa no hay combinación o está arrugada, y es ahí donde se nota si la familia interviene para ese cuidado o si no lo hace”, indica.


Semillas para sensibilizar

Juárez asegura que dentro del grupo, actualmente integrado por 9 personas, existen muy “buenos escribanos y ahora lo que les falta es leer, aunque hay otros que ya están leyendo, leen frases cortas que era la meta”. Entre los libros con los que se apoyan están la Constitución Política y un cuento de una orquesta.

“Ya tenemos muy buenos escribanos, la mayoría empieza a ser muy buen escribano y el siguiente paso ya es la sensibilidad”, explica.

Para trabajar la sensibilidad se utilizan semillas para que las personas aprendan a diferenciar las legumbres.

“Con las semillas se aprende a diferenciar de puntos gruesos a puntos finos. Separar frijoles, lentejas y ajonjolí. Cuando pasan al ajonjolí quiere decir que su dedo ya está muy perceptible para los puntos en braille”, agrega.

El psicólogo señala que no es cosa fácil aprender el sistema Braille y la base es la repetición y el grado de apoyo que uno pueda ejercer sobre la hoja.

“Tiene que ser un ‘peinado’ muy tenue, muy tenue y eso a veces no está bien medido, entonces hay que aprender a manejarlo utilizando ‘fuerza, menos fuerza y mucha fuerza’ hasta que se la persona lo pueda identificar”.

Una de las cosas que no deben olvidar es que uno de los dedos es el referente y otro el guía, el referente se queda ubicado en el inicio y el activo es el que de desplaza, para que cuando regrese no pierda la continuidad.

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Todos pueden participar

A pesar de que el taller está dirigido a personas con discapacidad visual, las clases están abiertas a todos aquellos que quieran aprender el sistema Braille, sólo deben acercarse a las instalaciones del “CRIS” ubicado en la avenida Santa Teresa, esquina con Brasil, en la colonia San Agustín 1ª Sección para la inscripción. El taller tiene un costo de $100 mensuales.