El uso electoral que el gobierno argentino le dio al Papa Francisco desató este jueves una fuerte polémica, incluso al interior del oficialismo, con miras a las elecciones legislativas de octubre próximo.
La presidenta Cristina Fernández y su primer candidato a diputado, Martín Insaurralde, se sacaron una foto con el Papa el 28 de julio en la última misa que el pontífice ofició en Río de Janeiro.
Un par de días después, la imagen de los 3 sonrientes apareció en miles de carteles que fueron pegados en las calles de Buenos Aires con el mensaje “nunca se desanimen, no dejen que la esperanza se apague”, firmado por Francisco.
La propaganda se utilizó a sólo 10 días de que se lleven a cabo las elecciones primarias, abiertas, internas y obligatorias en las que los partidos confirmarán a sus candidatos a diputados y senadores que participarán en los comicios legislativos del 27 de octubre próximo.
Uno de los motivos por los que Francisco no hizo una escala en Argentina durante su primera gira internacional fue precisamente para que su figura no influyera en las campañas electorales.
Este jueves, el vicegobernador de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, dejó en claro que el malestar por la utilización política del Papa no es sólo por parte de la oposición.
Insaurralde, por su parte, se deslindó de los carteles y afirmó que no forman parte de su campaña ni fueron pegados por su equipo.