ENTRE INCENDIOS, LAS LLAMAS DEL BREXIT Y LA REFORMA A LA OMC

¿Qué puede evitar un Brexit salvaje y que el Parlamento británico quede paralizado durante cinco semanas?

Redacción
Política
Foto: Especial
AFP

Por Claudia Luna Palencia

El canto del búho: la Unión Europea (UE) festeja que el pasado cónclave del Grupo de los Siete (G-7) no se haya descarrilado como todo hacía prever tras el arribo —con cara de pocos amigos— del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a Biarritz: lo hizo amenazando a China con más aranceles y ordenando “la salida de todas las empresas estadunidenses” del gigante asiático.

La geopolítica y la nueva diplomacia inequívoca que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, impuso a golpe de mucha sagacidad con Trump marcaron la agenda del fin de semana del pasado 24 y 25 de agosto.

El delfín del Elíseo ha mostrado la mejor de sus cualidades. Cuestionadísimo dentro de Francia y en medio de una creciente impopularidad aupada por el movimiento social antisistema de los chalecos amarillos, Macron salió como hábil mediador ante el inquilino de la Casa Blanca.

La tarde del domingo 25 de agosto, bajo los claros de la playa de la bella ciudad costera de los Pirineos Atlánticos, se abrieron canales para el entendimiento entre los siete países integrantes del club de las democracias supuestamente más ricas y poderosas del planeta: EU, Francia, Reino Unido, Italia, Alemania, Canadá y Japón.

Todo el protagonismo orbitó bajo los egos del europeo Macron y el de su contraparte de la Unión Americana; la agenda prácticamente la negociaron ambos en la comida que tuvieron a solas el sábado 24 de agosto; el Elíseo eligió un sitio paradisiaco al aire libre bajo el suave viento y la brisa marina para que, en medio de una plácida comida, Trump y Macron discutieran una serie de temas espinosísimos.

Hablaron de la conocida tasa Google o GAFA (por Google, Amazon, Facebook y Apple), que grava en Francia a estos gigantes desde el pasado mes de julio con 3% sobre los ingresos por servicios digitales realizados en territorio galo y para empresas que facturen anualmente más de 750 millones de euros en todo el mundo y superiores a los 25 millones en Francia.

En contrapartida Trump había amenazado con anunciar en Biarritz o días después del cónclave la imposición de una tasa arancelaria para los vinos franceses que provocó la respuesta anticipada de Donald Tusk, presidente saliente del Consejo Europeo, advirtiendo que “si EU grava a los vinos franceses la UE responderá en bloque defendiéndolos”, al tiempo que cuestionó “lo absurdo de implementar una guerra comercial innecesaria”.

Macron, para desactivar el amago norteamericano, le ofreció a Trump trabajar juntos para encontrar una fiscalidad internacional justa para las grandes empresas del sector de la tecnología y que sea implementada por la OCDE en 2020.

Además se comprometió a que, una vez esté en desarrollo, devolverá la diferencia entre dicho 3% y la tasa internacional resultante a las empresas tecnológicas, algo que el mandatario estadunidense vio con buenos ojos; además eliminará su tasa Google para adoptar la nueva fiscalidad internacional.

Desactivada esta primera granada de mano el segundo aspecto a tratar fue más polite porque ambos países convergen a favor de una reforma de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Bajo esa coincidencia Trump y Macron consideran que el organismo regulador del comercio mundial está desfasado, que ha sido arrollado no solo por múltiples conflictivas reales entre diversos países que buscan defender sus propios intereses locales ante la competencia foránea sino que la era digital, con la explosión del comercio digital, no está del todo contenida en las bases de la OMC.

Con su renovación tanto Trump como Macron pretenden asimismo un mayor esfuerzo en pro de proteger a la propiedad intelectual, queja recurrente del inquilino de la Casa Blanca, quien acusa abiertamente a China de robo de propiedad intelectual.

Se trata este del tercer G-7 al que asiste Trump y no son pocas las voces que advierten que “no se siente cómodo”.

En opinión del analista Felipe Sahagún el mandatario estadunidense considera al G-7 obsoleto, “al igual que a la OTAN, la UE y la OMC”, pilares fundamentales de la seguridad occidental y del comercio global.

El ambiente siguió siendo ríspido, advierte uno de los asistentes que prefiere el anonimato: de acuerdo con la fuente consultada la estrategia del Elíseo fue la de tratar “con guante de seda” al norteamericano y apartarlo del resto del grupo en temas que podían encenderlo, como la agenda del cambio climático.

“Hablaron a solas Trump y Macron de los temas importantes; el resto del grupo asintió en casi todo tras coincidir primero las posiciones de París y Washington. En lo único que no avanzaron fue en reincorporar a Rusia al G-7. Trump quiere invitar al presidente Vladimir Putin al encuentro del próximo año en Miami pero la alemana Angela Merkel se opone y debe haber unanimidad”, señala la fuente consultada.

Macron mostró músculo y su savoir faire durante el G-7 al recibir el domingo 25 de agosto a Mohamad Javad Zarif, ministro de Exteriores de Irán, tras la aprobación de Trump un día antes.

El mandatario galo le manifestó su deseo de mediar entre Trump y el mandatario iraní Hasan Rohani, que le permita organizar un acercamiento para establecer un puente de diálogo.

Lo espectacular hubiese sido que Trump recibiera el gesto de la visita de Zarif respondiéndole con una (aunque fuese breve) reunión para escucharlo: si bien todo mundo celebra que no reventó, sí dejó claro que no se reuniría con el diplomático “porque es demasiado pronto”.

Macron ha sembrado una semilla de esperanza. Europa espera que Trump no la pudra con su bipolaridad y el cruce de información, declaraciones y tuits terminen arruinando el esfuerzo.

Por lo pronto Rohani señala que primero es necesario que EU levante las sanciones económicas que le reimpuso injustamente tras la salida unilateral de Washington del Tratado Nuclear, como condición “natural para un encuentro” en el que Irán “no busca la foto con Trump” sino un verdadero diálogo constructivo.

Para Marc Semu, analista de Le Monde, la estrategia ha sido un éxito diplomático de Macron, sobre todo porque Trump no reventó. La prensa congregada en el lugar le preguntó al respecto al estadunidense, quien negó cualquier “falta de respeto” y haber dado su visto bueno para “el aterrizaje del señor Zarif y su llegada a Biarritz por unas horas”.

No hubo ningún contacto entre Zarif y la gente de Trump; en cambio habló con los equipos de Francia, Alemania, Reino Unido e Italia reunidos en la cumbre de Biarritz.

Acuerdos y sinsabores

Ha sido el primer G-7 de Boris Johnson como nuevo primer ministro de Reino Unido: llegó bravucón, aventurando la inminente salida “hasta por las bravas” de su país con la activación del Brexit el próximo 31 de octubre.

Aprovechando la ocasión el presidente saliente del Consejo Europeo pidió al líder inglés no convertirse en el “señor no hay acuerdo” si se empecina en sacar a la nación insular a cualquier costo.

Johnson sigue un cartabón “a lo Trump”: desbocado y echado hacia adelante va cumpliendo sus amenazas. Lo dejó entrever en Biarritz y lo llevó a cabo al anunciar la suspensión por cinco semanas de todas las actividades legislativas.

La reina Isabel II le dio su aval para que Westminster permanezca sin actividades desde el 10 de septiembre hasta el 14 de octubre próximos. La maniobra de Johnson ha sido calificada de antidemocrática encendiendo todavía más los ánimos en Reino Unido: las consecuencias son impedir que partidos de la oposición, e inclusive legisladores tories del propio Partido Conservador, eviten una salida salvaje votando algún decreto o enmienda.

El premier inglés niega la intención justificando que la suspensión legislativa es para “ganar tiempo” y preparar una agenda de gobierno que permita reducir los índices de criminalidad, modernizar la sanidad pública y dotar de más recursos a las escuelas.

Trump lo ha festejado señalando que “es el hombre que esperaba la nación británica”, mientras la indignación política al interior de la City corre ríos de tinta clamando por un “golpe a la democracia”, una medida que es “una aberración constitucional” y a todas luces “antidemocrática”.

El líder laborista Jeremy Corbyn, iracundo, denunció el “ultraje para la democracia” y el pintoresco John Bercow, líder de la Cámara de los Comunes, tachó la maniobra de “atropello constitucional”.

Ruth Davidson, cabeza del Partido Conservador en Escocia, renunció a su cargo como medida de protesta.

El Brexit se lo lleva todo en Reino Unido: ya se cargó a Theresa May como primera ministra, arroja a la economía británica a una recesión y ahora se carga la fe en la democracia británica… y de paso Johnson mete a la reina Isabel II en el incendio.

¿Qué puede evitar un Brexit salvaje y que el Parlamento quede paralizado durante cinco semanas? Una unidad de fuerzas políticas solicitando elecciones generales; medidas legales y la actuación del Tribunal Supremo para respaldar la Constitución, y hasta el creciente clamor en las calles inundando de firmas la Cámara de los Comunes.

La libra esterlina reacciona al visto bueno de la suspensión legislativa cayendo a su nivel más bajo frente al dólar y al euro en una década: respecto del billete verde descendió hasta los 1.21 dólares y con la moneda única europea a 1.10 euros. Y cada vez recrudecen las expectativas de los analistas, que avizoran la histórica paridad de uno a uno de la libra con el euro.

La temeraria maniobra de Johnson tiene tres intenciones: 1) Evitar una moción de censura contra él y terminar abocado a elecciones generales; 2) que prospere una enmienda o decreto para blindar que Reino Unido active el Brexit sin un acuerdo con la UE, y 3) meter una presión fortísima a la UE en su reunión del Consejo Europeo del próximo 17 de octubre: pretende doblarles las manos para que cedan con las peticiones relacionadas con el trato de la frontera entre las dos Irlandas.

Ha sucedido, afirma John Crace, en un momento delicado además para la monarquía con la investigación de Jeffrey Epstein y su red de pederastia, que arrastra en la agenda de contactos al príncipe Andrés.

“La porquería les ha alcanzado: la reina se ha refugiado en Balmoral pero ahora ya está en el centro de la controversia respaldando la petición del premier de suspender cinco semanas toda la actividad parlamentaria. La calle se ha encendido y aquí hay monárquicos y antimonárquicos, muchos que cuestionan el papel de la reina Isabel II”, analiza Crace en un editorial para The Guardian.

Amazonia e incendios diplomáticos

De los incendios políticos a las llamas de verdad. Diversos fuegos han llamado la atención poderosamente del G-7 con la Amazonia ardiendo y afectando a siete países de América del Sur: las dolorosas cifras hablan de un millón de hectáreas devoradas por el fuego en Bolivia y más de medio millón de hectáreas en Brasil.

La pésima gestión para contrarrestar los incendios llevó al presidente Macron a criticar la inacción del presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien reaccionó iracundo señalando que dejase a un lado “sus comentarios colonialistas” porque Brasil es una nación soberana y él sabe lo que hace.

El encontronazo entre Macron y Bolsonaro ha crecido tanto que el primero amagó con no firmar el Mercosur si Brasil no mostraba mayor compromiso con el planeta; el presidente galo considera que hay zonas del mundo que por su relevancia vital para la Tierra deberían tener una protección supranacional: la Amazonia, por ejemplo.

Para el especialista Rafael Moyano se ha instalado en cierto grupo de los gobernantes un binomio nocivo de “machismo y negacionismo del cambio climático”, porque es obligatorio para “un buen populista de derechas”.

Los hay también “para los de izquierdas pero no es el caso de Bolsonaro. Hombre de gatillo fácil en las redes, como su admirado Trump, el presidente brasileño se ha venido arriba esta semana para airear esos preceptos cuando le han tocado lo más sagrado, es decir, su territorio, su soberanía: America first, Brasil first”, añade.

El G-7 aprobó un fondo de hasta 20 millones de dólares para los incendios de la Amazonia para distribuirlo a los países afectados para contratar aviones hídricos y otras fuerzas mecánicas. Evo Morales, presidente de Bolivia, acepta toda la ayuda posible; en cambio Bolsonaro se mantiene reticente.

“Bolsonaro considera una injerencia que los del G-7 le quieran dar dinero para los incendios de la Amazonia y contesta con un solvente argumento al promotor de tan osada propuesta invasora: compartir la ocurrencia de uno de sus fieles seguidores que cree que la envidia corroe a Macron porque su mujer es 24 años mayor que él y la de Bolsonaro es 27 años más joven”, comenta.

Hay, afirma Moyano, una salida de tono “en plan machote”, una estrategia efectiva para desviar el foco. “Y el foco está en los incendios, una plaga en la Amazonia en esta época del año, sí, pero es que los satélites nos chivan que de enero a agosto se han producido 85% más que en 2018. Casualidad, coincidencia, pero el presidente brasileño anunció en su investidura, en enero, una flexibilización de los controles medioambientales y más facilidades para la industria agraria y minera en la selva amazónica. Por qué no, si lo del calentamiento global es una patraña”.

El experto comenta que del Protocolo de Kyoto al Acuerdo de París se buscan soluciones globales. Y si bien 20% del oxígeno global proviene de la Amazonia, “a Brasil no se le puede negar la soberanía sobre su territorio, ni a sus gobernantes la gestión de sus recursos. Lo que preocupa al resto del planeta es que sus pulmones estén en manos de un buen populista que incluye entre sus méritos tener una mujer muy joven y negar el cambio climático”.

Más resultados de la cumbre en Biarritz

El presidente Donald Trump anunció un acuerdo comercial con Japón que sobre todo favorece a las productores agrícolas y ganaderos estadunidenses. Se dio a conocer igualmente bajo el telón de la reunión del G-7.

“Tenemos exceso de maíz en algunas partes del país porque China no cumplió con lo que se había comprometido y Japón comprará todo ese maíz. Se lo comprará a nuestros agricultores”, afirmó Trump.

Dividido en varios capítulos (agroalimentario, industrial y de comercio digital) el acuerdo detonará un volumen de negocio superior a los siete mil millones de dólares para las exportaciones norteamericanas.

También Trump ofreció al premier británico Boris Johnson un “magno y fabuloso gran acuerdo comercial” entre ambas naciones una vez se concrete el Brexit.

En el terreno de la geopolítica, bajo el formato de Normandía se reunirán en septiembre los líderes de Ucrania, Rusia, Francia y Alemania para que se establezca un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia.

Con Irán, a su vez, el G-7 asumió su compromiso de mediar por la paz mundial entre EU e Irán y respaldó que a toda costa debe evitarse que la nación de los ayatolás se haga con la bomba.

En cuanto a la cruenta guerra de Libia acordaron una solución política que garantice el alto al fuego y devuelva la estabilidad mediante una conferencia internacional apoyada por la ONU.

Respecto del conflicto entre Hong Kong y China, tras varios días de protestas civiles, el grupo reafirmó la relevancia de la declaración sino-británica de Hong Kong de 1984 y solicitó el respeto de los derechos humanos.