Alemania, 25 años después

Considerado el símbolo que marcó el fin de la Guerra Fría, la caída del muro retó a dos Estados con desarrollo social, económico y político diferente para iniciar su proceso de unificación.

Arturo Moncada
Política
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Júbilo en la Puerta de Brandeburgo
Foto: AP

La caída del Muro de Berlín y el derrocamiento de los regímenes comunistas de Europa del este en 1989 no solo marcó un giro radical en la historia de la sociedad mundial sino también en la historia alemana: en marzo de 1991 se completó el fin de la división política e institucional entre la República Democrática Alemana (RDA) y la República Federal Alemana (RFA).

La historia de esta reunificación no ha estado desprovista de polémica, recriminaciones y desencuentros entre ambas partes.

Tras la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, dos Alemanias separadas por más de cuatro décadas comenzaron una vida juntas nuevamente: cinco lustros después hay aún diferencias, pero el trabajo y la perseverancia de sus ciudadanos ha llevado a Alemania a ser uno de los países líderes en el mundo.

Piedra…

La construcción del Muro de Berlín se llevó a cabo básicamente para frenar el escape de muchos ciudadanos alemanes orientales hacia Occidente.

El presidente de la RDA en aquel entonces, Erich Honecker, ordenó construir un muro que dividiera físicamente a Berlín en 1961, recuerda en entrevista con Vértigo la doctora Marta Bárbara Ochman Ikanowicz, profesora-investigadora especialista en temas internacionales del Tecnológico de Monterrey campus Estado de México.

El Muro de Berlín, señala, “simbolizaba el orden bipolar en Europa y fue consecuencia de los arreglos para establecer la repartición de zonas de influencia en ese continente luego de la II Guerra Mundial, cuando los jefes de gobierno de Estados Unidos, la Unión Soviética e Inglaterra acordaron que básicamente los territorios que fueron liberados de la ocupación nazi por el Ejército Rojo de la URSS le quedarían a esta como zonas de influencia y toda la Europa liberada por los tropas aliadas con el desembarque en Normandía quedarían como zonas de influencia occidental”.

Esto se definió entre 1944 y 1945, pero el caso de Alemania quedó pendiente porque inmediatamente luego de la guerra, por ser el principal autor y causante de las hostilidades registradas en Europa, no quedó como un Estado soberano sino “bajo las fuerzas de ocupación, que eran tanto las aliadas como las soviéticas, y se iba a definir después el futuro de Alemania”.

Tras la guerra las diferencias entre la Unión Soviética y Estados Unidos comenzaron a escalar y las negociaciones sobre el futuro de Alemania como un solo Estado quedaron totalmente fuera de alcance para lograr algún acuerdo.

Se estableció entonces, explica Ochman, “que Alemania se dividiera en una parte oriental, donde estaban estacionadas las tropas del Ejército Rojo, denominada República Democrática de Alemania, y el resto del país, es decir, las regiones occidentales, se bautizaron como República Federal Alemana. Berlín también se dividió, a su vez en tres secciones: dos partes bajo mandato aliado y una bajo el soviético. Y dado que había muchas fugas del Berlín oriental al occidental, pues finalmente las autoridades del régimen comunista decidieron construir un muro para dificultar, por no decir impedir, lo que eran esas fugas”.

Ese orden bipolar duró hasta fines de los ochenta.

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…e ideología

La división de Berlín no fue sin embargo solo física, sino ante todo política. Por lo mismo, durante los 28 años en que el Muro de Berlín se mantuvo en pie constantes luchas en torno de su construcción tuvieron lugar.

De lo que no hay duda es que el motor que puso en marcha todo el proceso para la caída del muro fue la política de reestructuración y transparencia que inició el presidente de la ex Unión Soviética, Mijail Gorbachov, para sacar a su país de la profunda crisis en que se debatía.

Gorbachov abrió así la perspectiva de un socialismo distinto y la puerta a los que quisieran escapar, como señala la doctora Bárbara Ochman: “Hay que recordar que independientemente de los diferentes movimientos contra el régimen comunista, como en Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968 y Polonia en 1956 y 1970, fue la crisis económica la que hizo insostenible al régimen comunista, que registraba un mercado de escasez básicamente en todos los países con este régimen y específicamente en el caso de la Unión Soviética, que no pudo sostener la carrera armamentista con Estados Unidos. Con la llegada al poder de Gorbachov y sus dos grandes reformas, la Perestroika, que fue la reforma económica, y el Glasnost, que fue la reforma política, se abrió la posibilidad para los cambios que sucedieron en 1989”.

Unificación

El proceso de unificación alemán puede dividirse en factores económicos, políticos y sociales.

A los 20 días de la caída del muro el entonces canciller federal Helmut Kohl presentó un plan de diez puntos que, pese a ser muy consciente del riesgo que corría en un contexto internacional marcado por la crisis interna de la Unión Soviética, daba por descontado que el proceso duraría varios años.

Cabe resaltar que el sueño de una minoría de izquierdas en el sentido de que la unificación de los dos Estados germanos en una Alemania nueva hubiese facilitado la fusión de lo mejor del capitalismo con lo mejor del socialismo se hundió inmediatamente ante el proceso acelerado de una unificación en tiempo récord.

Y es que Kohl negoció con Gorbachov un acuerdo por el que la Unión Soviética reconocía la soberanía plena de la Alemania unida para mantener las alianzas que considerase oportunas y Alemania aceptaba las condiciones de la Unión Soviética concernientes a aspectos militares y económicos.

El proceso de unificación, no obstante, presentó problemas inmediatamente: en cuanto se abrió la frontera un estimado de medio millón de personas de Alemania del Este marchó al lado occidental en busca de las mejores condiciones económicas que ofrecía.

Por otro lado la renuencia de los aliados europeos a convivir en un futuro próximo con una Alemania reunificada, sobre todo por parte de Reino Unido y Francia, causó roces políticos.

Y en el tema social, indica la doctora Ochman, “surgieron problemas porque Alemania Federal anexó la parte oriental bajo sus propias reglas, provocando criticas de la población oriental, la cual sintió que era tratada como ciudadanos de segunda, mientras la parte occidental juzgó que estaba subvencionando a las regiones orientales que presentaban menor productividad, muchos problemas estructurales y una industria que no funcionaba”, entre otras razones.

Otras consecuencias de la caída del muro fueron el desplome de la Unión Soviética luego de haber puesto punto final a la Guerra Fría y el hecho de que en Europa se aceleró el proceso de integración y dio inicio la ahora llamada globalización.

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Pendientes

En estos 25 años los cambios ocurridos han sido, sin duda, muchos y muy significativos, pero actualmente el muro sigue siendo referencia del antes y después del sistema bipolar.

¿Qué significado tiene en nuestros días aquel evento del 9 de noviembre de 1989, la caída del Muro de Berlín?

El maestro Víctor Manuel Prudencio Vallejo, académico del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana, señala que “indudablemente la demolición es el fin de lo que fue el sistema socialista, el sistema bipolar de la Guerra Fría luego de la II Guerra Mundial. Su demolición representa, entonces, el inicio de un mundo multipolar. A raíz de su caída se inauguran los grandes cambios: la aparición de un país sumamente importante, que es China; la aparición, comercialmente hablando, de internet, que va a unir a todo el planeta; la aparición de países emergentes importantes como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica); la desaparición de la Unión Soviética y la aparición de Rusia.

—¿Y en el plano económico?

—La caída del muro nos permite entender la evolución de la Unión Europea (UE), ya que a raíz de esto tuvo un gran potencial para expandirse. Surgen entonces nuevos mercados, como Polonia, la misma parte de Alemania oriental, Hungría... Tan solo en 2004 se adhirieron a la Unión Europea nuevos países poscomunistas como República Checa, Eslovaquia, las tres repúblicas bálticas: Lituania, Letonia y Estonia. Y en 2007 Rumania y Bulgaria. Hoy son ya 28 países en el bloque económico que representa un gran mercado intraeuropeo. Por otra parte, países como México o los BRICS tienen la opción y la posibilidad de entrar a nuevos mercados que estaban cerrados por lo que se conocía como la cortina de hierro. A partir de la caída del muro el mundo ha registrado un crecimiento económico muy importante y oportunidades para nuevos productos.

—La unificación alemana sigue en la mira y es cuestionada periódicamente en el plano social y económico…

—Es importante tomar en cuenta que 25 años no son siquiera una generación. En estos 25 años se ha crecido mucho. Las ciudades más importantes de Alemania y las ciudades medianas de lo que fue Alemania del Este han registrado un crecimiento importante, aunque muchas empresas que están del lado occidental no han realizado inversiones del otro lado. El desempleo en la parte este de Alemania es de 10%, mientras que del lado occidental es de 6%, es decir, las mayores oportunidades de trabajo se siguen registrando en el lado occidental y ello ocasiona que mucha gente del este siga emigrando hacia la parte oeste para buscar empleo.

Esto genera también otro problema, destaca Prudencio Vallejo, “ya que la gente que se va son principalmente jóvenes que dejan a sus poblaciones vacías o casi vacías, porque la gente que se queda es la de edad madura y por ende se habla de despoblamiento y envejecimiento. Hay que recalcar que este contexto se da prácticamente en toda Europa. Este continente tiene un promedio de natalidad muy bajo. Pero también es cierto que Europa del Este avanza. Hay encuestas que demuestran que los jóvenes, muchos de ellos nacidos luego de la caída del Muro de Berlín, están en 75% a favor de esta unificación. Ellos ya la están viviendo de una forma normal y cotidiana y no se sienten del este o del oeste. Por otra parte, la gente de mayor edad presenta una reticencia de 50%. Del lado occidental no están de acuerdo con esta unificación, ya que existe un trasfondo: el impuesto que pagan para la reconstrucción e inyección de capital para la parte este de Alemania”.

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Economía

En otros puntos, la educación se ha incrementado y ha mejorado su calidad y todos los programas económicos dentro de la zona este de Alemania para incluir a los ciudadanos en la dinámica de la Unión Europea están dando resultados.

Sin embargo, han pasado apenas 25 años. Tal vez en otro cuarto de siglo la reunificación se logre al 100%, tomando en cuenta que en todo país siempre habrá zonas marginadas, zonas de mayores o menores oportunidades, y no necesariamente por ser de occidente o del este sino porque así ocurre en todo el mundo.

Dependerá también mucho del crecimiento económico que se tenga en Alemania y de la misma Unión Europea, advierte el especialista: “Ahora, después de la crisis tan fuerte que ha tenido luego de 2009, este año Alemania bajó su crecimiento y en 2015 se pronostica que también bajará. Obviamente la renta que se pueda distribuir entre los alemanes es menor y será menor también para muchos proyectos, como pueden ser de infraestructura o sociales. Hay que resaltar que Alemania, al ser la economía número uno de la Unión Europea, ha otorgado muchos recursos a países con problemas económicos, principalmente naciones del Mediterráneo, para sortear sus crisis”.

Prudencio estima que el proceso de unificación total tardará algunos años, pero es importante considerar que la juventud alemana hoy en día toma como algo natural ser del este o del oeste y no hace diferenciación alguna: “Esta unificación, en términos generales, ha sido exitosa, sin derramamiento de sangre, ordenada, pacifica y rápida. Las grandes diferencias que existían entre Berlín del este y Berlín del oeste eran abismales”.

Con todo, es verdad que faltan cosas por hacer, principalmente cambios sociales que permitan que la población en general goce de las ganancias de la unificación.

Por su parte, sobre las diferencias económicas y sociales tras la caída del muro la doctora Ochman opina que “ese tipo de críticas financieras tienen fundamento en indicadores macroeconómicos duros, como son productividad, desempleo, ingreso per cápita… En realidad también están muy enraizados los estereotipos sociales y no es un fenómeno exclusivo de Alemania. Considero que Europa en general, cuando se registra una crisis económica, en muchos países se ven este tipo de divisiones: es claro en Italia y en el caso de Cataluña. En este sentido, creo que Alemania de hecho es el país que menor fragmentación geográfica presenta luego de estos 25 años. Es obvio que existe una diferencia entre las dos Alemanias anteriores, pero indudablemente ya no es una diferencia tan marcada como en el caso del sur y del norte de Italia”.

Uno de los principales retos que enfrentan Alemania y otros países europeos es la fragmentación a la que dan lugar los inmigrantes, explica la especialista: “Lo que se ve actualmente es el rechazo, la desconfianza, no solamente hacia los inmigrantes no europeos en el caso de Alemania, como son los turcos y los kurdos, sino hacia la movilidad de personas de la Unión Europea en sí; no únicamente de la ex Europa central y del este comunista, como podrían ser polacos, rumanos o búlgaros, sino también españoles. Porque recordemos que en los cincuentas los españoles migraban a Alemania y hoy, en el contexto de la crisis económica, esas rutas se reactivan y las legislaciones quieren limitar los derechos sociales, mientras que otras leyes buscan deportar si alguien se queda sin trabajo”.

Por todo ello, las diferencias que persisten entre la ex RDA y la ex RFA no alcanzan en realidad a opacar los éxitos logrados por los germanos a través de la reunificación que dio inicio con la caída del Muro de Berlín, hace 25 años.