Enrique León
Es de todos sabido que la motocicleta, a pesar de ser un vehículo seguro y sustentable, está también expuesta a percances viales. Cada día los noticiarios dan cuenta de accidentes, ocurridos ya sea en ciudades o en carreteras del país. Y aunque en muchos de ellos las consecuencias no pasan de daños en las estructuras de los vehículos involucrados, no pocos derivan en lesiones o en pérdidas de vidas humanas.
De acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS)cada año suceden poco más de cuatro millones de accidentes en vialidades del país, lo que representa más de 150 mil millones de pesos en pagos por incapacidades, atención médica y daños varios.
Asimismo, la Cruz Roja nacional afirma que nuestro país ocupa el séptimo lugar a nivel mundial en accidentes viales, lo cual se debe a que “en América Latina suceden más accidentes viales porque 80% de la población vive en zonas urbanas”.
De acuerdo con expertos de la Dirección General de Tráfico de España, en la gran mayoría de los percances viales está involucrado el “factor alta velocidad”, es decir, ya sea que alguno o todos los involucrados excedió el límite de velocidad permitida. Por ello es que en algunas ciudades españolas se ha reducido el límite de velocidad.
Efecto mariposa
En el caso de la motocicleta, está comprobado que en la medida que el conductor practique una cultura de responsabilidad al utilizar los implementos de seguridad, como casco y ropa adecuada, así como el respeto a los reglamentos de tránsito, la posibilidad de sufrir algún percance vial es menos probable.
Sin embargo, en el caso de los automóviles hay menos cultura de la seguridad y, por ello, el tema de los accidentes viales ya es un problema mayúsculo en nuestro país, no sólo por la pérdida económica o las consecuencias en daños físicos de los involucrados, sino que además concatena problemas de congestionamiento vial, pérdida de productividad, contaminación ambiental, así como estrés, entre otras cosas.
Cuando ocurre un percance vial en la Ciudad de México, por ejemplo, se derivan problemas que rebasan a los involucrados, debido a que en muchos casos se detiene el tráfico vehicular provocando “cuellos de botella” en vialidades principales, aumentando los tiempos de recorrido al disminuir el flujo de vehículos.
Debido a lo anterior se incrementa exponencialmente la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y contaminantes como el azufre y el plomo se volatilizan en mayor medida por el aumento de la temperatura del asfalto. Esta elevación en la temperatura provoca mayor desgaste en la carpeta asfáltica.
Además, si en el percance hubo lesionados, es probable que se les otorguen días de recuperación por incapacidad física, o en caso de que no amerite, su productividad se vea disminuida por el daño sufrido.
En cualquier caso, un accidente, ocasione o no lesionados, provoca problemas mayores a lo que representa en sí el percance.
Experiencias
Es por lo anterior que el gobierno español desde el año pasado implementa en algunas de sus ciudades una reducción en el límite de velocidad, dado que está comprobado por diversos estudios que el principal factor de accidentes viales es el exceso de esta. La media ha derivado en la reducción de hasta 18% de accidentes en los que había pérdidas humanas.
Quizá convendría que nuestras autoridades voltearan a ver esta experiencia más de cerca, dado que, por ejemplo, en la Ciudad de México el promedio de velocidad en las principales vías es de 15 a 20 kilómetros por hora. Con ello, seguramente, la cultura del motociclismo se verá favorecida.