Ninis: ¿generación perdida?

Los jóvenes requieren un proceso de inclusión social desde una perspectiva de derechos. 

Redacción
Política
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Ninis
Foto: NTX

Un informe del Banco Mundial enciende focos rojos en todo el planeta: a nivel internacional se alcanza ya una cifra récord de 600 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, los llamados Ninis, y el reto es crear durante la próxima década por lo menos cinco millones de fuentes de trabajo mensuales, puesto que en ese lapso mil millones de jóvenes de 14 a 25 años deberán incorporarse a la fuerza laboral.

De lo contrario, advierte el organismo, el costo de la inacción resultará sumamente elevado.

Fue en octubre pasado que el Banco Mundial dio a conocer el informe Toward solutions for youth employment. A 2015 baseline report, en el que señala que se alcanzó ya el nivel récord de 600 millones de jóvenes desempleados y fuera del campo académico, es decir, que no estudian ni trabajan.

Recordó que, tomando como base la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, en resumen: toda persona tiene derecho al trabajo, a la educación y a un nivel de vida adecuado que asegure salud y bienestar, en especial alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica y servicios sociales.

El desafío, entonces, es precisamente lograr que estos objetivos se cumplan, labor por demás difícil debido a los cambios en las décadas recientes en el ritmo de crecimiento y en la propia estructura poblacional, como explica a Vértigo la doctora Alicia Puyana, profesora-investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

En cuanto a ritmo, dice Puyana, se ha desacelerado la expansión económica en comparación con los años cincuentas, sesentas y setentas, por lo que ha habido menor crecimiento económico y menos empleos en las actividades más dinámicas.

A esto, añade, se suman el sector informal y el sector servicios. Por eso recientemente ha habido mucho desempleo. Pero el mayor problema para los países en desarrollo es que ha caído la tasa de crecimiento: se ha transformado la estructura del crecimiento y con ello se registra una caída de los salarios medios y mínimos reales, puesto que la gente se ha empobrecido, y si la gente se empobrece no hay demanda interna y si no hay demanda interna, no crece la economía…”

Ante estos cambios, el desempleo en un sector de la población tan importante como es el de los jóvenes se encuentra en un momento crucial, afirman los expertos.

Actualmente los jóvenes representan de hecho 40% de la población mundial: casi tres mil millones de personas conforman la mayor generación de jóvenes de la historia de la humanidad.

El informe del Banco Mundial agrega que las circunstancias cambian de una región a otra, pero el problema existe en todas. La población joven a nivel global se enfrenta a la incapacidad de encontrar un trabajo productivo y sostenible, factor que recrudece la desigualdad y estimula la tensión social.

De esta manera se encienden focos rojos especialmente en subgrupos de jóvenes, como mujeres o jóvenes residentes en países que atraviesan por conflictos, además de los que viven en zonas rurales y urbanas y grupos que requieren de atención especializada.

Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) informa que en los 34 países que la conforman más de 39 millones de jóvenes de 16 a 29 años carecen de empleo y tampoco estudian.

En su informe Skills outlook 2015 la OCDE señala que los jóvenes de todo el mundo luchan por entrar al mercado laboral.

En algunos países de la OCDE uno de cada cuatro jóvenes de 16 a 29 años está considerado como Nini, por lo cual el reporte señala que la mejora de la creación de empleo para la población requiere un enfoque integral.

Si bien las políticas educativas, sociales y de mercado de trabajo tienen un papel clave que desempeñar, indica, la coordinación entre las políticas públicas y el sector privado también es crucial.

El desarrollo de habilidades desde la enseñanza preescolar y una mayor convergencia de los mundos educativo y laboral son asimismo clave para combatir el desempleo juvenil, expresa la OCDE.

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Preocupación

El organismo internacional advierte que la situación es especialmente preocupante en los países del sur de Europa, como España y Grecia, donde más de 25% de los jóvenes son considerados Ninis.

Según la OCDE, los primeros diez años de carrera laboral son cruciales para la proyección de ingresos y empleo durante el ciclo de vida. Modalidades de trabajo no regulares, tales como contratos temporales o a tiempo parcial, minan los ingresos a largo plazo y aumentan la desigualdad futura, el nivel y la persistencia del paro juvenil y la abundancia de contratos temporales entre los jóvenes.

En España, por ejemplo, se considera que la cifra alcanza 26.8% de la población, sobre la cual ha puesto el acento la OCDE y, según sociólogos y economistas españoles, amenaza con convertirse en una generación perdida.

Reconocen que muchos jóvenes en España tratan de tener más estudios para protegerse del desempleo, pero esto no les garantizan esa protección: una licenciatura ya no es la llave que abre un puesto laboral de calidad.

Sin embargo, el gobierno de España señala que hay ciertas dudas y diferencias de criterios en la obtención de los datos de jóvenes españoles considerados como Ninis y afirma que no llegan a 3% de la población, frente a 26% que fija la OCDE, porque incluye en este colectivo a quienes buscan de forma activa trabajo, a los que se encargan de las tareas del hogar de forma voluntaria o al cuidado de los hijos y a las personas con discapacidad que no tienen acceso al trabajo pero cuentan con una renta o un subsidio.

El Instituto de la Juventud de España rechaza incluso la expresión Nini con el argumento de que la encuesta de la OCDE no presenta datos desagregados y se basa únicamente en dos preguntas: “¿Estudias?” y “¿Trabajas?”

La doctora Alicia Puyana Mutis dice a Vértigo que hay mucha diferencia el ser desempleado en España, Italia o Grecia que en América Latina.

En Europa, explica, “hay una seguridad social amplia, hay un subsidio de desempleo amplio. El desempleo no es el problema más grave sino los bajos ingresos, porque en nuestros países, con el bajo ingreso per cápita, el hecho es que 80% solo tiene ingreso laboral, vive solo del trabajo: no tiene ahorros ni inversiones. Solo se pueden dar el lujo de estar desempleados aquellos que tienen una familia que los mantenga”.

La profesora Puyana también expresa sus dudas sobre la clasificación de los Ninis: “Ahí están consideradas, por ejemplo, todas las mujeres de 15 a 24 años que han decidido ser amas de casa; pero ellas están trabajando. Que no tengan un empleo asalariado es distinto, pero trabajan. Ahí hay que diferenciar entre trabajo y empleo remunerado. Entonces, esto de los Ninis no es una definición formal aceptada; se ha establecido ya pero no es formal: es una definición muy compleja, no es exacta”.

En América Latina, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hay casi 22 millones de jóvenes de 15 a 24 años que no estudian ni trabajan .

Los países que sufren más este problema son Bolivia, Nicaragua, Honduras y Guatemala, donde el porcentaje se sitúa entre 25 y 28% del total de personas de este grupo de edad.

Colombia, Chile, México y Brasil están en la media, en tanto que Uruguay, Paraguay y Ecuador son los que gozan de mejor situación, con 16 a 17% del total de jóvenes inactivos.

Estigma

Existe una preocupación creciente por los jóvenes de la región que están quedando al margen de dos instituciones fundamentales para la inclusión social: la educación y el empleo, alerta en tanto la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

La Cepal señala que la denominación Ninis estigmatiza a una población que además está sobredimensionada por las encuestas.

Es un término que los expertos en juventud consideran poco agraciado porque no solo esconde distintas realidades, como que la mitad de sus integrantes son mayoritariamente mujeres que han tenido que ocuparse del cuidado doméstico o de sus hijos y, por lo tanto, no están inactivas; o que otro porcentaje de jóvenes tampoco desdeñable realiza trabajos eventuales que no reconocen las encuestas, señala el organismo.

Si desagregáramos esos dos grupos, además de 3% de jóvenes que ni estudian ni trabajan y son de clase alta, nos quedaríamos con que solo entre 6 y 8% de los jóvenes latinoamericanos son efectivamente Ninis, lo cual quita espectacularidad a la estadística, ya que no es lo mismo hablar de un tercio de la juventud que de 6%, en general jóvenes de zonas periféricas de las grandes ciudades afectados por segregaciones urbanas.

Mientras que en Europa el problema es el paro juvenil, en América Latina es la informalidad, el trabajo informal, que afecta a 55% de ellos, sobre todo en Centroamérica y el área andina. Se trata de empleos precarios, eventuales, sin contrato, de muchas horas, con salarios exiguos, sin seguridad social…

La Cepal considera por tanto que es muy importante que los planes sean flexibles y dinámicos y vayan al territorio de los jóvenes para impactar en su día a día.

Desde el punto de vista del empleo, se han hecho muchas pruebas. Ha fracasado, por ejemplo, la exoneración de impuestos a los empresarios que contraten jóvenes: aunque ha habido mucha respuesta, el impacto ha sido escaso porque el problema es complejo y hay que atajarlo desde distintos frentes.

Si bien el problema se engloba en muchos casos a nivel mundial, las soluciones se deben buscar prácticamente de manera individual, ya que la situación es diferente entre un país y otro o una región y otra, afirma la doctora Puyana.

“No creo que haya primeros pasos generales: es un asunto muy complejo, porque tiene que ver con todo un arsenal de políticas macroeconómicas y de políticas sectoriales, e inclusive con políticas de vinculación a la economía mundial. Es un problema que viene de los ochentas, más o menos desde 1986 para acá. Entonces, algo que se ha ido consolidando durante tanto tiempo no ceo que sea fácil de solucionar”.

Desafío

Organizaciones internacionales como la OCDE, Cepal y OIT coinciden en señalar que los tiempos han cambiado: antes se quería resolver todo a través de la educación, pero hoy la situación es más compleja y la adquisición de habilidades incluye —además de educación— innovación, formación profesional y capacitación en el medio laboral.

La Cepal señala que la inclusión social de la juventud, que se logra principalmente a través de una educación pertinente y de calidad y de un trabajo decente, debe ser una de las prioridades de las políticas sociales.

Además debería convertirse en políticas públicas que trasciendan cambios de gobierno y que sean instaladas como un eje permanente en la visión de desarrollo de cada país.

La propuesta de la Cepal es comprender el proceso de inclusión social desde una perspectiva de derechos, considerando en el análisis y diseño de políticas hacia la juventud una mirada integral que abarque los ámbitos de educación, trabajo, salud, participación política, cultura y, de manera transversal, una perspectiva de género y de origen étnico-racial.

La OCDE, por su parte, llama a garantizar que todos los jóvenes finalicen la escuela con un amplio abanico de habilidades cognitivas, sociales y emocionales, partiendo de una educación preescolar de calidad para todos los niños.

Asimismo considera importante desmantelar las barreras institucionales al empleo juvenil y garantizar que los primeros contratos temporales representen un paso hacia una ocupación estable.

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