El 10 de diciembre de 1992, Rigoberta Menchú Tum, portavoz y representante de numerosas comunidades indígenas guatemaltecas, recibió en Oslo, Noruega, el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su labor como defensora de los pueblos originarios de Guatemala, del continente americano y del mundo.
En homenaje a los 25 años de aquel evento histórico, y en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, la líder guatemalteca ofreció una conferencia de prensa en el Museo del Templo Mayor, acompañada del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y del titular del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), Juan Gregorio Regino, en representación de la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda.
Eduardo Matos refirió que rememorar la entrega del premio significa hacer un recuento de la manera en que los pueblos nativos de distintas latitudes han cobrado presencia internacional, “gracias a un movimiento que en los últimos años ha cobrado forma alrededor de una sola figura: Rigoberta Menchú”.
La Nobel de la Paz instó a prestar mayor atención y, si es el caso, hacer críticas a las políticas públicas referentes a las comunidades originarias, ya que son el diálogo y el debate las más importantes herramientas para su avance.
Asimismo, aseveró que acorde con cifras de la Asociación Menchú Tum, Hacia una Cultura de Paz, tan solo en México existen más de 18 millones 700 mil indígenas, por lo que “darles voz es reconocer a los portadores de una diversidad lingüística única, de una historia milenaria, y es proteger a quienes habitan en algunas de las áreas naturales más extraordinarias del país”.