La secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal, Tanya Müller, encabezó la reapertura de la sala denominada Biogeografía. Movimiento y evolución de la vida, del Museo Nacional de Historia Natural, en el Bosque de Chapultepec, cuyo contenido tiene como prioridad explicar cómo ocurrió la distribución de la fauna y la flora en la Tierra en función de la evolución de nuestro propio planeta.
Y es que la distribución de la vida en la Tierra no es accidental, sino resultado de millones de años de cambios en el clima y la corteza del planeta.
La vida que encontramos en la superficie terrestre, en el mar y en el cielo, pero sobre todo en la distribución natural de las especies que ahora vemos, es producto de una compleja interacción entre la evolución de la Tierra y de los seres vivos.
En este sentido, la Biogeografía estudia esta interacción tanto en tiempo como en espacio. Actualmente, esta ciencia toma cada vez más en cuenta la intervención humana, ya que altera la mayor parte de los hábitat del planeta, afectando el curso natural de la evolución de la vida.
Esta ciencia divide a la Tierra en seis grandes regiones biogeográficas, o ecozonas, que son superficies terrestres con flora y fauna particular o endémica: neoártica, paleártica, neotropical, etiópica, indomalaya y antártica.
Esta clasificación fue realizada por el ornitólogo inglés Philip L. Sclater y el botánico alemán H. G. Adolf Engler.
En entrevista con Vértigo, Thalía Iglesias Chacón, subdirectora de Servicios Educativos del Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental, explica que México se encuentra entre dos regiones biogeográficas: la neoártica y la neotropical; de ahí que en el país existan climas tan variados.
“El norte de México se caracteriza por sus desiertos y sus bosques de confieras, con inviernos fríos y veranos muy calientes; mientras que en el sur del país tenemos las exuberantes selvas perennifolias, selvas tropicales, selvas secas y las costas”, indica.
La combinación de estas dos zonas es muy interesante, porque hay un intercambio entre familias de animales que tienen historias evolutivas muy diferentes pero han compartido esta historia durante miles de millones años. Es lo que convierte al país en hábitat de una flora y una fauna muy interesantes.
“Tenemos el primer lugar en diversidad de especies en reptiles, México está entre los países megadiversos que comparten estas características de enorme diversidad de especies y gran parte se debe a estas dos zonas”, explica Iglesias Chacón.
Apunta que lo que se desea destacar en Biogeografía es la importancia —una vez que reconocemos cómo es la distribución de la vida en el planeta— de cuidar y conservar la Tierra, pues “extinguir una especie de un ecosistema altera absolutamente todo el equilibrio de este”.
Evolución de la vida
En este atractivo espacio, los visitantes tendrán una aproximación lúdica y conceptual a la distribución de la vida en la Tierra.
“Se estuvo trabajando desde principios de año para restaurar los animales, las salas, las fichas técnicas…”, detalla por su parte Tanya Müller durante un recorrido.
Nueve grandes dioramas, es decir, módulos ilustrados, presentan y describen las regiones biogeográficas con su clima, flora y fauna característicos.
Pueden observarse ejemplares disecados de alces, antílopes, pandas, tortugas de las islas Galápagos e incluso de una cría de elefante; además de 40 taxidermias de ejemplares de diferentes especies: osos polares, tigres, alces, canguros; y de fondo se escuchan los cantos, aullidos y rugidos de los animales más emblemáticos de estas diferentes regiones.
La colección del Museo de Historia Natural, explica a su vez Thalía Iglesias, es una colección que tiene orígenes muy variados. “La colección inicial data del siglo XVIII con el gabinete de curiosidades; esa colección pasó luego al Museo Nacional, posteriormente al Museo del Chopo, que era el Antiguo Museo de Historia Natural, para de ahí llegar hasta nosotros”.
Si quieres leer el texto completo consulta mañana nuestra versión impresa en formato PDF.