Carla Romero salió de una reunión de trabajo en la colonia Guerrero, eran al rededor de las 15:00 horas, y tomó la ciclovía de Reforma. Una cuadra antes del Senado un sujeto con gafas oscuras, de camina rosa, pantalón de vestir, delgado y calvo, a bordo de una bici rentada comenzó a seguirla.
Ella pensó que el sujeto sólo quería rebasarla por lo que se orilló a la altura del Senado para dejarlo pasar, pero el sujeto se detuvo junto a ella y le dijo: “se te ven bien los pantalones… se ve que te encaja bien el poste de tu asiento. Te voy a acompañar hasta donde vayas”.
Ella buscó a un policía para denunciar el hecho, pero no encontró ninguno, así dejó la bicicleta en un biciestacionamiento y el tipo siguió derecho.
Carla comenzó a utilizar la bicicleta como un medio de trasporte desde hace 4 años y justo cuando comenzó fue víctima por primera vez de acoso.
En esa ocasión rodaba por calle de Colima en la colonia Roma y un grupo de policías fueron los que la agredieron.
Pao Jork, es la otra ciclista que denunció el acoso del mismo sujeto que molestó a Carla.
A partir de ambos casos las mujeres de ese grupo de Factbook iniciaron una campaña en contra del acoso callejero, el cual dicen cada vez es más recurrente.
El movimiento de ciclistas antiacoso callejero surgió el 30 de julio de 2014 y del 24 al 26 de octubre fue la primer jornada #CallesSinAcoso en todo el país.
En el Distrito Federal se realizó una rodada , el 25 de octubre, a la que acudió Carla, las ciclistas exigieron poder andar en bici o caminar con libertad en las calles sin ser violentadas.
Carla y otras ciclistas dicen que prefieren ponerse audífonos y escuchar música para no poner atención a las cosas que les dicen cuando están en bicicleta, pero eso no quiere decir que ignoren el problema, sino que quieren ponerle fin al acoso.
En la Ciudad de México 62% de las ciclistas de acuerdo con un estudio que realizó el Grupo Pedalear.
