FRANCISCO: UNA APROXIMACIÓN A SU LEGADO

“Aristas de un personaje sin igual”.

Redacción
Internacional
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Papa Francisco

“Vivo sin vivir en mí/ y de tal manera espero,/ que muero porque no muero”, escribió San Juan de la Cruz, poeta a quien el Papa Francisco hizo referencia en más de una ocasión y de quien tomó la actitud de ojos en alto, manos juntas y pies desnudos para intentar transmitirla a la Iglesia católica que encabezó por doce años.

Nuestras acciones y el tiempo se encargan de ponernos en nuestro sitio. Y en el caso de Jorge Mario Bergoglio ambos factores parecen jugarle a su favor.

Quizás el mundo entero apenas ahora comience a entender el legado de un hombre que combinó los movimientos estratégicos con la necesaria prudencia para darle una nueva cara a la institución que estuvo a su cargo. A días de que se conozca la identidad del próximo Papa, el planeta cruza los dedos para que el escogido sea alguien capaz de dar continuidad a los cambios que con tacto y tino empezó a hacer este argentino jesuita, buen lector de Borges, aficionado del San Lorenzo y devoto de la virgen de Guadalupe.

“La Iglesia es mujer”, fue una de las frases que más repitió Francisco durante su pontificado. “Uno de los grandes pecados que hemos cometido es masculinizar a la Iglesia”, reconoció en varias ocasiones desde Roma. Puso manos a la obra y en función de sus posibilidades intentó revertir la inercia. Todavía en febrero de este año, desde el hospital, nombró a Raffaella Petrini como la primera presidenta de Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano. ¿Pudo hacer más? Tal vez. ¿Hizo más que sus antecesores? Sin duda. El hombre es él y su circunstancia, decía Ortega y Gasset.

Innovador

Francisco llegó a Roma para romper moldes. Desde su nombramiento comenzó su revolución: fue el primer Papa no europeo desde el año 724; por supuesto, el primer latinoamericano.

Acorde a la realidad que conoció en su país, mantuvo una conciencia social inédita. Una de sus primeras acciones fue lavarles los pies a los presos; al cabo de los años y hasta el final de sus días esta actividad fue una constante. Renunció a los lujosos departamentos de los pontificios de El Vaticano y vivió en un departamento de 40 metros cuadrados en la Residencia de Santa Marta.

Observador, sensible y parlanchín, Bergoglio habló con todo mundo. En más de una ocasión los sectores más conservadores de la Iglesia lo conminaron a meter el freno de mano en temas como la diversidad sexual. Se reunió con María Herrera, una madre buscadora mexicana; se reunió con niños para hablarles de frente y sin rodeos sobre temas de toda índole. Se reunió con Kirill, el patriarca de la Iglesia ortodoxa Rusa. Viajó a Oriente Medio, a Estados Unidos, a México. No fue tan viajero como Juan Pablo II —a lo largo de su pontificado visitó 66 países—, pero tal vez sí más estratégico en su gestión política. Eso sí, nunca volvió a Argentina, donde no siempre fue visto con buenos ojos por los inquilinos de la Casa Rosada.

Trabajó por transparentar las finanzas de El Vaticano y cerró cinco mil cuentas irregulares del Banco Vaticano; reconoció los abusos sexuales al interior de la Iglesia y si bien no se ha alcanzado la justicia en este tema, al menos lo hizo más visible.

Francisco

Panorámica

Desde luego, el Papa Francisco tuvo claroscuros. En más de una ocasión simpatizó con líderes populistas y se acercó a narrativas como la rusa en momentos definitorios. Sin embargo, nunca lo hizo en busca de protagonismo político. Y siempre reconoció y corrigió errores que le señalaron.

Sabía que su mandato sería corto. Por experiencia propia sabía que la salud no era su mayor fortaleza; desde 2022 nos acostumbramos a verlo en silla de ruedas, mas no dejó de intentar ganarle tiempo al tiempo y sentar las bases para la construcción de un futuro más justo y equilibrado.

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Despidamos, estimado lector, a Jorge Mario Bergoglio como se merece. Cuando se hable de los seres humanos que marcaron el rumbo del siglo XXI y cuando la Iglesia católica analice el trabajo de sus líderes, el nombre del Papa Francisco deberá aparecer con letra grande y en mayúsculas.

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A continuación, encontrará un número dedicado a su genio y figura, sus orígenes, su juventud y crecimiento dentro de la fe, su llegada al Vaticano, su activismo, su visión geopolítica y, por supuesto, su visita a México.

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El objetivo de esta visión panorámica es revisar todas las aristas de un personaje sin igual. Nuestras herramientas son los hechos y el análisis que nos caracteriza. Recorramos juntos algunos de los episodios más interesantes de una vida intensa y de película, que tuvimos el privilegio de presenciar en primera fila.