Venecia, Italia, 20 de octubre. Tras la segunda peor inundación de su historia en noviembre de 2019, Venecia sufrió cuatro mareas excepcionales en un lapso de seis semanas, que aterraron a los habitantes y provocaron temores sobre el impacto agravado del cambio climático.
La invasión reiterada de la Basílica de San Marcos por las aguas salobres de la laguna el verano pasado es un recordatorio discreto de que la amenaza no ha retrocedido.
“Sólo puedo decir que, en agosto, un mes en el que esto nunca sucedía, tuvimos cinco veces mareas por encima de un metro. Hablo del mes de agosto, en el que estamos tranquilos”, dijo el principal cuidador de San Marcos, Carlo Alberto Tesserin.
La topografía singular de Venecia, que se alza sobre pilas de troncos entre los canales, la vuelve particularmente vulnerable al cambio climático. El ascenso de los niveles del mar aumenta la frecuencia de las mareas altas que inundan la ciudad de mil 600 años, que además se hunde gradualmente.
El destino de ciudades costeras como Venecia estará presente en el pensamiento de climatólogos y gobernantes que se reunirán en Glasgow, Escocia, en una conferencia climática de la ONU que comienza el 31 de octubre.
En la hipótesis más grave, el ascenso del nivel del mar para Venecia para fines de siglo sería de un asombroso 120 centímetros, según un estudio reciente de la Unión Europea de Ciencias Geológicas. Es un 50% más alto que el ascenso global de 80 centímetros pronosticado como el peor de los casos por el panel científico de la ONU.
La interacción de canales y arquitectura, hábitat natural e ingenio humano le ha valido a la ciudad el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por su extraordinario valor universal, una designación que últimamente está en riesgo debido al impacto del turismo excesivo y el tráfico de cruceros.
La ciudad evitó caer en la lista de sitios en peligro cuando Italia prohibió el tránsito de cruceros por la Cuenca de San Marcos, pero las alarmas siguen sonando.
Situada en el punto más bajo de Venecia, la Basílica de San Marcos es un lugar privilegiado para medir el impacto del ascenso del nivel del mar sobre la ciudad. La plaza frente a la basílica se inunda a 80 centímetros y el agua sobrepasa el nártex y penetra en ella a 88 centímetros. Anteriormente era de 65 centímetros, pero lo han reforzado.
“Las condiciones siguen empeorando desde la inundación de noviembre de 2019. Por eso tenemos la certeza de que en estos meses la inundación ya no es un fenómeno ocasional”, dijo Tesserin, cuyo título de primer procurador de San Marcos se remonta al siglo IX.