Al grito de “México, despierta”, y entre carteles en los que se leía “ni una más, ya basta”, decenas de miles de manifestantes salieron el domingo a marchar en la capital mexicana contra una iniciativa de reforma electoral que se convirtió en la mayor protesta contra el presidente Andrés Manuel López Obrador en sus casi cuatro años de mandato.
“Ya estoy harta de Andrés Manuel, de tantas mentiras, de tanta inseguridad”, afirmó Alejandra Galán, una administradora de 45 años, levantando con su mano izquierda una bandera de México en medio de una calle atestada de manifestantes próxima al monumento del Ángel de la Independencia, desde donde arrancó la marcha.
“Nos quiere quitar al INE (Instituto Nacional Electoral) para que esto al rato sea como Venezuela, como Cuba, pero no lo vamos a dejar”, indicó Galán, quien tenía en su rostro un cubrebocas que tenía escrito “el INE no se toca”.
A unos metros de Galán estaba Liz Cantú, un ama de casa de 40 años, que salió a marchar junto a sus dos hijas adolescentes, quienes levantaban carteles en los que se leía “AMLO, traidor de la democracia”.
“Queremos defender la democracia. Queremos que nuestros votos valgan y queremos un árbitro imparcial”, dijo Cantú, tras reconocer que estaba muy contenta de la participación masiva en la marcha “porque la gente está despertando”.
Jorge González, un trabajador del sector financiero de 49 años, admitió que sentía temor de que en México se regrese a los tiempos en los que el instituto electoral era dirigido por un solo partido, tal como ocurrió en los años 70 durante los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI). “Eso es lo que no queremos... por eso estamos acá", agregó.
Con el fin de alentar un movimiento contra la reforma electoral, más de medio centenar de organizaciones civiles y partidos opositores convocaron a la llamada “Marcha por la democracia” en el Paseo de la Reforma, la avenida más importante y emblemática de la capital mexicana.
La movilización culminó en el Monumento a la Revolución, en el centro de la capital, donde José Woldenberg, expresidente del Instituto Federal Electoral (que fue reemplazado por el INE tras una reforma en el 2014), llamó a los mexicanos a no permitir “la pretensión de alinear a los órganos electorales a la voluntad del gobierno”.
En un discurso ante miles de asistentes, Woldenberg exigió a los legisladores defender la democracia y no conducir al país “a una etapa superada: la del autoritarismo”.
Mientras decenas de miles marchaban en la capital, López Obrador celebraba su cumpleaños en su casa del estado sureño de Chiapas. En un video que difundió en su cuenta de Twitter, dijo —mientras tocaba un cedro— que “tiene como mi edad, 69 años, y está fuerte”.
El gobernante asegura que su iniciativa de reforma busca transformar y depurar el sistema electoral mexicano, mientras que críticos y analistas sostienen que la propuesta podría asegurarle al oficialismo el control del organismo electoral de cara a las elecciones presidenciales del 2024.
Bajo la consigna de “el INE no se toca”, los manifestantes levantaron sus voces contra el proyecto de reforma constitucional que será discutido en las próximas semanas en el Congreso, de mayoría oficialista, que contempla la desaparición de las dependencias electorales estatales, la reducción del financiamiento a los partidos, y la elección de los integrantes del organismo electoral por sufragio ciudadano y no por la Cámara de Diputados, como es actualmente.
La iniciativa también plantea la desaparición de los legisladores plurinominales que son electos por representación proporcional mediante listas regionales, lo que implicaría la eliminación de 200 diputados y 32 senadores y reduciría la cámara baja a 300 miembros y el Senado a 96.
El oficialismo no cuenta con los votos suficientes para aprobar la reforma constitucional y necesitaría del apoyo de la oposición para llevarla adelante. Hasta el momento no está clara cuál será la postura del PRI, que en septiembre se distanció de sus aliados opositores para apoyar una reforma sobre el uso de fuerzas armadas en la seguridad pública impulsada por el mandatario.
Durante la semana pasada, López Obrador dedicó buena parte de sus conferencias matutinas diarias a criticar a los promotores de la movilización, a los que llamó “cretinos” y “corruptazos”, y los acusó de tratar de “engañar” a la población.
López Obrador sostiene que su iniciativa de reforma electoral busca transformar el INE, reducir su presupuesto, y evitar los “fraudes electorales” que asegura se han cometido en el pasado, aunque la actual directiva del organismo es la que ha avalado los procesos electorales de los últimos años en los que el partido del mandatario ha resultado vencedor.
Aunque algunos analistas estiman que el actual sistema electoral mexicano es costoso y requiere modernizarse, muchos temen que el recorte de gastos y la eliminación de las dependencias estatales para concentrar la estructura en un organismo federal podría implicar una pérdida de eficiencia.
Otro de los puntos que ha generado un fuerte debate es el cambio del mecanismo de elección de los magistrados del Tribunal Electoral y la directiva del INE, que también se plantea reducir de 11 a siete consejeros.
Se teme que la propuesta de elección de consejeros por voto popular le reste autonomía a los nuevos integrantes del INE, ya que muchos de los postulados serían promovidos por los partidos.
Al respecto, Patricio Morelos, académico del Tecnológico de Monterrey, dijo a The Associated Press que en el contexto actual, en el que López Obrador tiene un alto respaldo popular y en el que su partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) gobierna en la mayoría de los 32 estados del país, el oficialismo tendría más posibilidad de influir en la opinión de los votantes y movilizar a su maquinaria para lograr que sus candidatos sean consejeros y asegurarle al gobierno el control del INE.