“A MAYOR LIBERTAD, MAYOR PROSPERIDAD”

“Los políticos atienden mil cosas y descuidan aquello que en verdad les corresponde”.

Hector González
Nacional
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Desde hace más de 20 años Ian Vásquez se dedica a estudiar el pensamiento liberal y sus implicaciones en la vida diaria. Vicepresidente de Estudios Internacionales del Instituto Cato en Washington DC y coautor del Índice de Libertad Humana, es un convencido de que un gobierno acotado en términos de poder permite un escenario de mayor prosperidad y progreso.

Para el analista de origen peruano e internacionalista por la Universidad Johns Hopkins, América Latina todavía necesita sacudirse de la tradición de regímenes centralistas. “Los políticos atienden mil cosas que no tienen relación con el bien público y descuidan aquello que en verdad les corresponde, como son la justicia o el Estado de Derecho”, argumenta en entrevista.

—¿Qué puede aportar el Centro Ricardo B. Salinas Pliego en términos del desarrollo del pensamiento liberal?

—Puede aportar ideas, sobre todo desde el punto de vista liberal. Su origen está en la defensa y el respeto a la dignidad del individuo, así como a sus libertades personales y económicas. La historia nos enseña que este es el camino al éxito.

—¿Qué tanto ha profundizado el pensamiento liberal en América Latina?

—Hace 30 años éramos pocos quienes apoyábamos estas ideas en América Latina. Hoy somos muchos; incluso hay un movimiento de jóvenes encargados de promoverlas. Algo similar sucede en Brasil. Veo una tendencia al alza. El problema es la estructura política, que en la mayoría de los países va en dirección contraria. Hace falta que toda la sociedad sea partícipe de este debate. Por otro lado es verdad que Latinoamérica tiene una tradición de gobiernos centralistas que no han sido limitados en sus poderes. Los grandes problemas no se resuelven de arriba hacia abajo sino con un orden espontáneo y producto de la libre interacción de las personas. Las sociedades de la región tienen más o menos asimiladas estas ideas, un ejemplo es el sector informal que en México representa 70% del sector laboral. A nivel popular la sociedad rechaza las reglas que se imponen desde arriba y participa en un mercado enorme, libre y no regulado oficialmente. Hay que trabajar en canalizar de manera correcta esta conciencia de la gente.

—¿Por qué, si existen estas manifestaciones, los partidos políticos y la clase gobernante sigue siendo reticente a la libertad ciudadana?

—Los políticos buscan cada vez más poder y la lógica de cualquier sistema político es que sirve a intereses y grupos de presión. Prometen que sus medidas servirán al público, pero en la práctica benefician a un pequeño grupo empresarial, sindical, o a ciertos favoritismos que generan una sociedad altamente mercantilista en la que el ciudadano común es quien paga los costos. No es fácil deshacer el entramado porque los políticos en América Latina acumulan demasiado poder.

—¿Cómo entiende un liberal el bien público?

—Es algo que se define en términos muy específicos, como son la justicia y la defensa de la propiedad privada. Al gobierno le toca atender al bien público y hacer algunas cosas que otros desde el sector privado o la sociedad civil no pueden, como administrar el uso de la fuerza. El problema es que en América Latina la autoridad hace cosas que no le corresponden, como crear empresas y proteger industrias bajo la idea de que sabe qué sectores tendrán éxito. Por eso nuestra región es pobre. Los políticos atienden mil cosas que no tienen relación con el bien público y descuidan aquello que en verdad les corresponde, como son la justicia, el Estado de Derecho y la protección de la propiedad de la gente.

Globalización y prosperidad

—Pero este tipo de gobiernos son electos democráticamente. ¿Hay una tendencia latinoamericana a este tipo de políticos?

—En América Latina persiste la tradición del gobierno centralista. Durante sus campañas los políticos prometen mejor salud, salarios óptimos y educación. Sin embargo habemos quienes pensamos que de ser la sociedad civil quien atendiera estos campos nos iría mejor. No obstante en campaña no es rentable decirle a la gente “sean libres, ahí está la receta”. Los latinoamericanos tienen sentimientos encontrados. Saben que los políticos no funcionarán bien cuando tienen grandes cantidades de dinero y aun así consideran que el Estado es quien debe encargarse de casi todo.

—Usted ha escrito sobre el progreso como consecuencia de la globalización…

—A través de los años hemos elaborado un Índice de Libertad Humana que toma en cuenta libertades económicas y personales, además de niveles de Estado de Derecho, derechos humanos y equidad de género. La evidencia empírica alrededor del mundo nos dice que a mayor libertad humana, mayor prosperidad y progreso. Detectamos una relación clara entre la libertad humana y la calidad de vida. En los últimos 30 años la humanidad ha avanzado. Hay más acceso a agua potable y educación en los países pobres y esto es gracias a la globalización.

—En un artículo argumentó su tesis con el ejemplo de las vacunas.

—Que ahora tengamos vacunas contra el Covid-19 es un triunfo de la globalización. Se requería del esfuerzo de multinacionales para conseguirlas. La globalización y el libre mercado están salvando a la humanidad de la pandemia, pero esto no es nuevo y viene desde hace mucho. El Estado tiene un papel que jugar en esta pandemia; sin embargo incluso en los países más libres está sobredimensionado.

Libertad

—El Índice de Libertad Humana que desarrollan abre la agenda liberal a tópicos como los derechos civiles y la equidad sexual…

—Partimos de las libertades personales. Entre más libre es un país, tiene más éxito, sentido de progreso humano y prosperidad. No es algo ideológico: atendemos a lo que nos dice la información obtenida en más de 160 países alrededor del mundo.

—¿A partir de este Índice puede generar un concepto de lo que entendemos por libertad?

—Todos tienen su propia definición. La nuestra es muy simple y se resume en ser el dueño de tu proyecto de vida sin violar los derechos de los demás.

—¿El liberalismo cabe en un esquema de derecha e izquierda o es otra cosa?

—El liberalismo no es ni de izquierda ni de derecha. El liberal ve el espectro ideológico de otra manera. Detecta los grados de coerción y de poder político en la sociedad. Entre menos poder tengan los políticos se es más liberal.

—¿Qué tan alejados estamos de gobiernos liberales en América Latina?

—Desafortunadamente muy alejados. No existe la posibilidad en Estados Unidos ni en México. La noticia más favorecedora viene de Ecuador, donde se eligió a Guillermo Lasso, una persona de centroderecha que entiende el liberalismo y respeta algunas ideas como la tolerancia a la convivencia.

—¿Qué expectativa tiene del proceso electoral en Perú, donde compiten Keiko Fujimori y Pedro Castillo?

—Ha sido una contienda electoral muy complicada y errática. Pedro Castillo tiene ideas preocupantes de izquierda, como la nacionalización de algunas empresas. Sin embargo en las primeras votaciones obtuvo mayoría. Del otro lado tenemos a Keiko Fujimori, también con antecedentes autoritarios y no muy saludables. La segunda vuelta no es nada envidiable y pone a Perú en una situación, después de años de haber sido considerado uno de los países de éxito en América Latina, inestable. En las elecciones del próximo 6 de junio podrían estar en juego los sistemas económicos y democráticos del país.