María Elena Medina-Mora, especialista en tema de las adicciones señaló que “las encuestas mundiales reflejan que la violencia por razones de género, tanto en las relaciones personales como interpersonales entre hombres y mujeres, así como la que afecta a las personas ausentes o privadas de su libertad, son las principales causas de enfermedad mental.
La especialista en salud mental cerró la segunda jornada de actividades dedicadas a las ‘Políticas públicas en torno a violencias”, coordinada por las colegiadas Cristina Rivera Garza y Concepción Company. Las mesas contaron también con las participaron de Martha Alicia Tronco Rosas, creadora del Violentómetro; la periodista Lydiette Carrión Rivera; Diana Tamara Martínez Ruiz, de la Secretaría de Desarrollo Institucional de la UNAM, y María Socorro Tabuenca Córdoba, de la Universidad de Texas en El Paso.
El sistema de salud en México resaltó Medina-Mora, debe tener la obligación de tratar y brindar atención a las mujeres afectadas. “Esta desigualdad debe de ser parte del programa de estudios de enfermería, psicología, medicina, trabajo social y de todas las carreras que hacen cuidados. Tendría que haber esa obligación de tratarlo, de dar la atención médica y dar la protección, o por lo menos hacer el camino a la protección de estas mujeres”.
La enfermedad mental asociada con la violencia consideró, “tiene que ver con esa situación de dominio del hombre y de dificultad de las mujeres para salirse de ese programa. Pero ¿por qué no se pueden salir de esas condiciones? Pues, porque no tienen autonomía económica, y no tienen autonomía económica porque, por lo menos en el caso de las enfermedades mentales, el 80 por ciento de las cuidadoras son mujeres, mujeres que se vuelven pobres porque tienen que dejar de trabajar o tienen que tomar trabajos menos remunerados pero flexibles que les permitan hacer el cuidado”.
Entre las condiciones donde la violencia limita la salud de la mujer, detalló Medina-Mora, se encuentran en la etapa prenatal el aborto: “Muchas veces son forzadas al aborto para seleccionar el sexo de los hijos. Eso se ve muy claramente en China, pero también en otras poblaciones. La mutilación genital, el incesto, el abuso sexual, físico y psicológico, así como la prostitución infantil en la infancia. En la adolescencia, la violación, el acoso sexual y la prostitución. En la adultez, el abuso físico, emocional, sexual y económico por parte de la pareja, la violencia de pareja y, finalmente, los abusos y humillaciones de la vejez”.
Todas estas condiciones “se asocian con muchas enfermedades, desde luego con abortos, con incapacidad para procrear, con infecciones provocadas por abusos sexuales, afectación de órganos, lesiones craneoencefálicas, embarazos no deseados y muchas otras nuevas formas de violencia que se derivan del uso de la tecnología”.
Diana Tamara Martínez Ruiz habló de las políticas públicas para la prevención de la violencia de género en el ámbito universitario y los esfuerzos que la UNAM ha realizado por promover la igualdad de género.
Uno de los avances, señaló, es el de la paridad de género en los órganos de gobierno de la UNAM. “Podemos decir que la UNAM, hoy en día, sesiona de forma paritaria. Por ejemplo, tenemos nuestra junta de gobierno que ha llegado a la paridad desde 2023; el Consejo Universitario que está sesionando hoy en día con un tema de paridad de género, con el 53%, el cuerpo directivo de la UNAM prácticamente ya es paritario y todavía nos falta en institutos de investigación científica”.
Esta situación, opinó, se refleja en el país “donde vemos una representación de gobernadoras ya de 47.4%, lo cual es ya interesante. Cabe mencionar también la importancia de tener una mujer presidenta, enfatizando la A, porque lo que no se nombra no existe, y el momento en el que llega una mujer a la presidencia en nuestro país es tan histórico como los avances que estamos viendo en nuestras estructuras de gobierno”, concluyó.