LA UNAM BUSCA NUEVO RECTOR

“El proceso de renovación corresponde a los universitarios resolverlo”.

Ángel Hernández
Nacional
UNAM RECTOR

Por la trascendencia de la Máxima Casa de Estudios del país el cambio de su más alta autoridad trae consigo una fuerte lucha de grupos internos y externos que buscan el control de la institución.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) arrancó de manera formal el proceso para la sucesión del rector Enrique Graue, quien después de ocho años como máxima autoridad de la institución de educación superior más importante de México concluirá sus dos periodos de rectorado en noviembre.

Con la publicación de la convocatoria para el nombramiento del nuevo rector de la Máxima Casa de Estudios se activa el proceso para que destacados universitarios busquen encabezar el liderazgo de una institución de más de 415 mil integrantes, compuesta por estudiantes de licenciatura, bachillerato y posgrado, además de profesores, investigadores y trabajadores.

Por la trascendencia educativa de la UNAM y su influencia fuera del campus universitario la elección de rector trae aparejada una fuerte lucha de grupos internos y externos que buscan el control de la institución, lo que provoca tensiones y disputas que van más allá de lo académico y la convierten en un espacio de confrontación política.

Sucesión y disputa

El nombramiento del rector de la UNAM es un proceso institucional en el que la Junta de Gobierno —instancia que integran 15 destacados universitarios— evalúa a los aspirantes al cargo de acuerdo con su trayectoria académica, plan de trabajo y defensa de los valores universitarios como la autonomía y la excelencia académica.

Pero a la par de lo que establece la convocatoria para el relevo de rector se desatan luchas de grupos que buscan influir o hacerse del control del proceso sucesorio, una situación que se ha presentado a lo largo de la historia de la institución universitaria.

De hecho, previo al proceso de sucesión de Graue se ha dado ya una fuerte disputa de grupos internos que pretenden tomar el control de la institución a través de reacomodos en las distintas facultades e institutos y que tiene en la Rectoría su máxima expresión de liderazgo.

Así, por ejemplo, la siempre acosada autonomía universitaria, incómoda para sectores de la clase política en el poder, ha sido atacada y cuestionada de manera reiterada sin que hasta el momento ninguno de los partidos en la Presidencia de la República haya logrado eliminarla, lo cual no significa que no lo hayan intentado en diversas ocasiones.

Las presiones contra la vida interna de la UNAM quedaron de manifiesto de nueva cuenta en la actual administración cuando el diputado federal de Morena, Armando Contreras Castillo, presentó en mayo una iniciativa de reformas a la Ley Orgánica de la UNAM en la que proponía que el rector fuera electo por voto directo y abierto de la comunidad estudiantil.

En 2022 el también diputado oficialista Miguel Ángel Jáuregui Montes de Oca presentó otra iniciativa para modificar el método de designación del rector, de los directores de facultades, institutos y centros de investigación, así como para cambiar las atribuciones de la Junta de Gobierno.

Retos

Quienes aspiren a ocupar la rectoría de la UNAM para el ciclo 2023-2027 tendrán que cumplir no solo con los requisitos formales establecidos en la convocatoria y contar con el apoyo de la Junta de Gobierno, ya que habrán de enfrentar además una serie de retos que enfrenta la máxima institución educativa en el país.

Expertos destacan que para que la Universidad Nacional mantenga y amplíe su presencia como factor fundamental en el desarrollo de México tendrá que hacer frente a la alta demanda que tiene en la educación superior, lo que provocó que en el presente año solo 10.5% de solicitantes lograran un lugar para estudiar una licenciatura.

Ello significó que de 201 mil 512 aspirantes que pretendieron ingresar a la UNAM solo lo hicieron 21 mil 346, es decir, uno de cada diez. En total fueron 180 mil 166 los rechazados.

De acuerdo con cifras de la UNAM la tasa de admisión ha tenido descensos paulatinos en ciclos escolares recientes. El propio rector ha dicho que la matrícula ha llegado a un punto donde no puede crecer más porque se empezaría a perder calidad educativa, puesto que cada año aspiran a ingresar unos 430 mil estudiantes, de los que son aceptados 90 mil entre bachillerato y licenciatura.

“¿Aceptar a 400 mil? Sería imposible educarlos. En dos o tres años tendríamos un millón 200 mil estudiantes y no es posible”, manifestó.

Mantener el liderazgo

La ampliación de la cobertura por parte de la universidad ante la cada vez mayor demanda de lugares es otro reto que deberá enfrentar el próximo rector debido a la insuficiencia de espacios en las instituciones de educación superior, propuesta que ha hecho el presidente Andrés Manuel López Obrador en varias ocasiones.

Para el investigador universitario Angel Díaz Barriga el tema de ampliación de cobertura de las universidades públicas es muy crítico, sobre todo para la UNAM. En su opinión lo que está pasando en la Universidad Nacional es que la presión social que tiene, y que viene desde hace más de 30 años, provoca que la oferta y la demanda de lugares sea muy dispareja.

Explica que el mecanismo de ingreso desde los sesenta del siglo XX ha sido un examen de admisión, que si no existiera la universidad no podría alojar en sus aulas a todos los que quisieran ingresar en ella.

Otro de los desafíos que tendrá quien ocupe la Rectoría para mantener el liderazgo de la Máxima Casa de Estudios será afrontar las exigencias académicas derivadas de los nuevos conocimientos y las formas de enseñanza innovadoras que han traído consigo los avances tecnológicos.

Al respecto, Barriga Díaz destaca que las nuevas generaciones demandan otras formas de enseñar y de aprender, por lo que la UNAM no puede renunciar a su vocación de mantenerse en el liderazgo en temas de formación de estudiantes, planes de estudio y vinculación con el mundo laboral.

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Rechazar desestabilización

Durante sus ocho años como rector Enrique Graue ha ejercido un liderazgo de claroscuros, periodo en el que ha enfrentado situaciones como la gran demanda de lugares, la pandemia de Covid-19 y violencia ejercida dentro del campus universitario.

Durante su última comparecencia ante el Consejo Universitario destacó que en sus dos periodos como rector se crearon seis nuevas escuelas, dieciocho licenciaturas, una maestría, dos programas de doctorado y veintitrés especializaciones.

Resaltó que ello permitió responder a la creciente demanda de educación superior al aumentar la matrícula estudiantil que en 2016 fue de 346 mil y pasó a cerca de 380 mil alumnos para el actual ciclo educativo.

Eso significó, apuntó Graue, un aumento de casi 34 mil alumnos más en ocho años, sin un incremento sustancial del subsidio federal.

Añadió que la dedicación de toda la comunidad académica permitió que de 2016 a la fecha la UNAM escalara en el ranking internacional de universidades del lugar 160 al 93 este año, situándose entre las 100 mejores universidades del mundo.

También resaltó el papel que juega la institución en la movilidad social del país, ya que ocho de cada diez de sus estudiantes pertenecen a familias cuyo ingreso mensual es menor de cuatro salarios mínimos.

Advirtió que “en los tiempos que están por venir es posible que sigamos escuchando voces que quisieran moldear a su manera la forma en que la UNAM toma sus decisiones y se gobierna a sí misma”.

Frente al relevo en la Rectoría, invitó a los integrantes del Consejo Universitario a actuar en apego a la normatividad, rechazar intereses ajenos y ánimos desestabilizadores, y continuar haciendo de la UNAM un espacio de conocimientos, pluralidad ideológica y de libertad, así como continuar como una casa de tolerancia, de respeto a las diferencias y apegada a los principios y valores que rigen su autonomía.