México, 17 de diciembre. El reciente conflicto entre los dos líderes parlamentarios de Morena suscitó que Claudia Sheinbaum interviniera para propiciar la reconciliación.
El discurso de unidad y de anticorrupción predicado —religiosamente— por la Cuarta Transformación se puso en duda tras la acusación que el coordinador de los senadores del partido oficial, Adán Augusto López, emitió fuerte y claro desde la tribuna del organismo legislativo, en pleno cierre del periodo de sesiones.
La acusación no fue ligera. El senador mencionó que estaba por rescindir contratos sobre “dos negocitos añejos” que correspondían a la pasada administración, de la que Monreal estaba a cargo.
Uno —mencionó— tiene que ver con la empresa Full Service, encargada de la administración de los archivos a la que el Senado le pagaba anualmente más de 60 millones de pesos al año. El otro, era un contrato multianual con la empresa Grupo Piasa, dedicada al mantenimiento de elevadores a la que anualmente destinaban más de 90 millones de pesos.
Ante las declaraciones, el coordinador de la bancada guinda de la Cámara Baja, respondió en sus redes sociales:
“La historia universal nos muestra eventos que se repiten cada vez que los movimientos sociales triunfan de manera contundente: las diferencias internas y las campañas mediáticas orquestadas en contra de uno de los suyos. Así comienza el deterioro estructural”, mencionó.
Ante lo ocurrido, una legisladora de la bancada morenista cercana a la presidenta Sheinbaum declaró: “Las diferencias entre Adán y Ricardo son de carácter doméstico y tienen un poco de ego machín”.
Por órdenes emitidas desde Palacio Nacional, los protagonistas del encontronazo, junto con Gerardo Ferández Noroña, el presidente del Senado, y la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, se reunieron la noche del lunes para apagar el fuego.
Rosa Icela, firme con la encomienda de la primera mandataria, cumplió el cometido y logró, incluso, una fotografía en donde los legisladores posan juntos con las manos entrelazadas, cada quién por su lado, y un rostro serio: un símbolo de la unidad.
Olvidando su parábola de justicia universal, Ricardo Monreal se retractó y cambió el discurso, más cercano a dar una respuesta al problema y a privilegiar el proyecto en común: “En este tipo de diferendos nadie gana, todos perdemos”, dijo
Además, agregó: “Soy un hombre sin rencores. Como decía el presidente López Obrador: ‘amor y paz’”.
En contraste, Adán Augusto se ha mantenido en silencio.
Sobre las rescisiones de los contratos a las empresas fantasmas del Senado de la República no se emitieron declaraciones.