PERROS GUÍA: LOS HÉROES NO NACEN, SE HACEN

“Para algunos tienen literalmente el valor de sus propios ojos”.

Martha Mejía
Nacional
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Perros Guía

Con más de 250 personas rehabilitadas y 146 binomios formados, la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos se ha consolidado como un referente en América Latina.

Fundada por Silvia Lozada Badillo, quien desde niña vive con discapacidad visual, la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos IAP se enfoca desde 1997 en criar, entrenar y otorgar perros guía para brindar rehabilitación inclusiva a personas con discapacidad visual (ciegas o con baja visión).

Con más de 250 personas rehabilitadas y 146 binomios (persona ciega y perro guía), la escuela se ha consolidado como una institución única en el país y un referente en América Latina.

“Si uno cierra los ojos e intenta caminar por las calles se dará cuenta de lo difícil que es, porque hay una coladera abierta, un poste de luz o algo que está estorbando. Lo que hacen estos perros es desviar todos los obstáculos que la persona por su discapacidad no sabe que hay”, dice a Vértigo Lozada Badillo durante un desayuno a ciegas y un posterior recorrido por la institución.

Estos increíbles animales son mucho más que solo perros, agrega: son compañeros leales que brindan independencia y seguridad a las personas con esta discapacidad.

Sus tareas incluyen la orientación, es decir, guiar a su dueño evitando obstáculos como escaleras, puertas y banquetas; protección, pues los canes son capaces de aplicar la desobediencia inteligente si una orden pone en peligro a “su” humano; una tercera misión es brindar apoyo emocional (compañía y afecto).

“Los perros guía están identificados (con un arnés y en ocasiones con una tarjeta). Son muy sociables. Sin embargo, cuando están trabajando no se les debe distraer o acariciar, ya que la vida de una persona con discapacidad visual depende de ellos”, explica en su oportunidad Katherine Galo, especialista en audiodescripción para personas ciegas, colaboradora de la institución e hija de Lozada.

Apunta que es importante recordar que los perros guía no se venden, sino que se entregan en comodato. “El proceso de entrenamiento es largo y costoso, ya que supera los 500 mil pesos mexicanos. Pese a su valor, los perros aquí no se venden”.

Para lograr la manutención de los canes y el sostén de la institución, añade, “brindamos diversos servicios, como actividades de sensibilización, hospital veterinario con causa y mercancía con valor; además, formamos parte de algunas campañas y recibimos donativos que nos ayudan a continuar nuestra labor”.

Al respecto, Ana Mary Arriaga, Brand Manager de Grisi Pet Care, indica que “por tercer año consecutivo nos sumamos a esta noble causa, a través de la campaña EnlazaDOS: un porcentaje de las ventas de la línea de productos Thankful Dog (El perro agradecido) se destinará al mantenimiento de las instalaciones y al cuidado de los perros guía”.

La campaña, explica, busca sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de los perros guía y fomentar el respeto hacia ellos.

Ser empáticos

Lozada Badillo nació en una comunidad rural de Hidalgo el 5 de febrero de 1963. A los tres años, a consecuencia de una enfermedad viral, adquirió la discapacidad visual.

Durante su adolescencia aprendió a usar el bastón blanco para poder desplazarse por la ciudad. No obstante, los obstáculos que encontraba en el camino le impedían moverse con rapidez para cumplir con sus estudios y trabajo, por lo que a los 19 años viajó a Michigan, Estados Unidos, para recibir apoyo de la escuela Leader Dogs for the Blind, donde le otorgaron su primer perro guía, una hembra de pastor alemán. “Soy usuaria de perro guía desde hace más de 40 años”, indica.

Al regresar al país, luego de vivir las dificultades de acceso y movilidad, decidió en 1988 iniciar el proyecto de fundar la primera escuela de perros guía para ciegos en América Latina, con el fin de compartir la libertad e independencia que los canes adiestrados otorgan a las personas ciegas.

“Hoy tenemos 146 binomios graduados; de esos, tres se fueron a Guatemala, otros tres a Chile y tres más a Costa Rica”, agrega Katherine Galo.

En México las principales causas que ocasionan discapacidad visual, sea ceguera o baja visión, son enfermedades crónico-degenerativas o accidentes. Las personas que se enfrentan a este evento en su vida pierden autonomía, autoestima, empleo, rol familiar; sufren aislamiento, depresión, discriminación; y tienen movilidad muy limitada.

“En nuestra institución las apoyamos para que recobren las ganas de vivir y no sientan la discapacidad como un problema, sino como una característica física más”, indica Lozada Badillo.

Entrenamiento

De acuerdo con los entrenadores los perros deben ser de raza labrador o golden retriever “porque tienen el carácter, tamaño, comportamiento y condición física que les permiten ser guías”.

En su primer año los cachorros pueden ser acogidos en hogares temporales. La idea es que ahí comiencen a socializar con las personas. Durante ese primer año de vida a los cachorros se les hacen evaluaciones, en las cuales se aprueban los que cumplen con las características adecuadas, que son los que finalmente se gradúan.

Una vez que completan su entrenamiento de año y medio, comienza una capacitación en la que participan también las personas con discapacidad con las que formarán binomios.

“Es un proceso que se lleva en la escuela por cuatro semanas, uno de los servicios que ofrecemos; pero realmente el vínculo se va a lograr hasta después de un año de estar trabajando. Aquí aprenden a manejar al perro guía de manera básica, pero en sus casas verán cómo es ese perro y se harán persona y animal, literal, un binomio”, explica Galo.

Para que una persona sea candidata a obtener un perro guía debe tener de 18 a 55 años y contar con movilidad; es decir, que se desplace de manera autónoma e independiente (manejo de bastón blanco), que tenga buena audición y capacidad de orientación, que le permita manejar al perro en cruces de esquinas.

La Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos IAP se encuentra en Avenida Canal Nacional 1075, Colonia Villa Quietud, Coyoacán, en la Ciudad de México.