JESÚS SILVA-HERZOG: LA PARADÓJICA FIESTA DE LA DEMOCRACIA

“La democracia vive su mejor y su peor momento”.

Esaú Sánchez
Nacional
JESÚS SILVA-HERZOG

Como parte del ciclo Primavera X la Libertad el periodista y ensayista Jesús Silva-Herzog Márquez se presentó en la Universidad de la Libertad (UL) para platicar sobre los desafíos de la democracia y la libertad en nuestro tiempo, sobre todo en un año donde la gran mayoría de la población mundial vivirá elecciones.

En este sentido puntualizó que podríamos pensar que la democracia vive el mejor momento de la historia de la humanidad porque “en ningún otro año había existido esta gran posibilidad y este gran derecho de votar para elegir la renovación o el castigo de nuestros gobiernos”.

Más aún, destacó que por muchos años la democracia fue un tipo de régimen “confinado, con existencia breve y que estaba presente en ciertas partes”.

Sin embargo, ahora hay elecciones en todos lados, todo el año. El ensayista compartió el ejemplo de India, donde las elecciones comenzaron hace algunas semanas y tendrán resultados a la par que los comicios de nuestro país; de Rusia, donde Vladimir Putin fue electo con 87% de los votos a favor; y de Estados Unidos, donde el pasado jueves 30 de mayo declararon culpable a Donald Trump de más de 30 cargos penales.

“En todos lados se repiten estos procesos electorales: vemos imágenes de gente formada para poner su voto en una urna y podríamos pensar que es un momento de júbilo para la democracia, que todos van a votar para premiar o castigar el desempeño de sus gobiernos… Pero la realidad es otra: tenemos señales de una mala salud de la democracia”, expuso Silva-Herzog.

El ensayista destacó que las elecciones son una condición sine qua non de la democracia, pero no le bastan: “Se necesita una atmósfera más compleja que vaya más allá de la aritmética electoral: la democracia necesita contrapesos, mecanismos y estructuras donde el representante electo tome decisiones bajo ciertos procedimientos”.

Señaló que uno de los aspectos fundamentales de las democracias liberales es la conformación de espacios donde se pueda discrepar, discutir y poner en duda las verdades, voluntades y decisiones de los gobernantes.

Silva-Herzog retomó el caso de Trump como un síntoma de enfermedad de las democracias: “Él era el candidato puntero y hay incertidumbre sobre el efecto político y el efecto constitucional de estas resoluciones (judiciales). Sin embargo, hay que considerar que este personaje había avisado que, si regresaba a la Casa Blanca, iba a instaurar una dictadura. Y no es una interpretación: es lo que él declaró en una entrevista hace unas semanas”.

Respecto del caso de India detalló que hay “un sentido ritual” del proceso democrático a tal grado, que el órgano electoral debe instalarse a un kilómetro de distancia de cualquier punto donde hubiera un ciudadano: “La voz más escondida tiene que ser escuchada en ese país”.

Sin embargo, alertó que Narendra Modi, considerado por muchos el líder político más popular del planeta, “también tiene una agenda antiliberal con la que ha construido una democracia para sacudir a todos los que no forman parte de su identidad cultural y religiosa. Desde que comenzó su administración, inició una campaña para desciudadanizar a una porción relevante de su país”.

Para Silva-Herzog la gran paradoja de la democracia es esa: “Tiene una aparente vitalidad, pero por todos los rincones del planeta está la gran amenaza a los regímenes democráticos: el populismo”.

Seducción

El periodista invitó a alumnos, profesores y público de la UL a pensar por qué el populismo resulta seductor incluso para países como Francia, con una marcada tradición de conciencia política: “Ahí la mitad de su población está encantada con el populismo identitario y hasta EU cada vez está más lejos de ser un modelo admirable de organización política”.

A través de una gran precisión conceptual y hasta filosófica, Silva-Herzog señaló que el principal atractivo del populismo es una cuestión de lenguaje e inmediatez: “Hay un sentido de quemante actualidad en el discurso populista, que nos hace sentir los argumentos democráticos y liberales como una especie de presencia antigua, ida e incapaz de adaptarse a los lenguajes y la inmediatez de nuestro tiempo”.

En este sentido agregó que el punto en el que coinciden todas las experiencias vitales, sean de México, Europa, China o África, es “la velocidad y profundidad abrumadora de los cambios”. Esto produce una pérdida de certezas que afectan nuestra sicología y manera de relacionarnos con el entorno y los demás.

“Hace años no habría discusión en lo que constituye una familia: había raíces más sólidas. Es más, hace no mucho podíamos pensar que la estructura del trabajo era una decisión válida que podíamos tomar para toda la vida; y que a través de ella experimentaríamos una mejora económica y personal con elecciones tradicionales y habituales”, puntualizó.

Por ello el populismo ha surgido como una cuerda de la cual sostenerse y dar confianza. “Ese es el hallazgo del populismo de la derecha: es el discurso nostálgico de una vieja patria que es amenazada por los migrantes que nos bombardean con valores distintos. Pero también es el sentido del populismo de izquierda: construye una enemistad no con el que nos invade, sino con el que nos ha vendido, con el que no nos identificamos”.

Finalmente, indicó que hay un aspecto tecnológico del populismo, pues ahora tenemos objetos que nos generan dependencia y que “intensifican la discusión política sin permitirnos comprender quiénes somos; que rechazan tajantemente la complejidad y simplifican binariamente lo bueno y lo malo, lo patriota y lo desleal, lo puro y lo detestable”.

Para Silva-Herzog abunda la emocionalidad sobre la veracidad, la reacción por encima de la verificación: “No hay sitio para la moderación en nuestro tiempo y, por el contrario, hay un gran premio para el radicalismo. El populismo, en sí, revienta la plataforma de la coexistencia”.