Además de su belleza para realzar las celebraciones por el Día de Muertos, la flor de los 400 pétalos tiene diversos usos y aplicaciones que van desde los medicinales hasta la industria química.
Aunque en México está estrechamente relacionada con su uso ornamental para el Día de Muertos, la flor de cempasúchil (Tagetes erecta) tiene diversos usos, además de un gran interés a nivel internacional.
“Lo que pasó a raíz de la pandemia es que se cerraron muchos panteones al público, por lo que varios productores empezaron a vender la flor para producir productos como cerveza artesanal, nieve y hasta pulque; es decir, se está diversificando su uso a nivel local. Obviamente eso nos ayuda a que nuestra producción se acabe antes y contribuye a la economía de nuestros barrios y de nuestras familias”, explica Aurelio Cuaxospa, productor de flores de ornato de Xochimilco.
Su uso también es conocido para fabricar bioplaguicidas y ciertos medicamentos que nos recuerdan el uso que las culturas prehispánicas le dieron como parte de su medicina tradicional. Por ejemplo, el té preparado con los botones y tallos de esta flor puede calmar el dolor, detener la diarrea, el vómito y hasta la indigestión.
Oro amarillo
No obstante, su valor va más allá. Además de su empleo ornamental en cierta época del año, sus pigmentos de uso agropecuario e industrial representan un mercado importante en el mundo. De hecho, en India, China y Perú se concentra la producción mundial de cempasúchil, básicamente para la extracción de los pigmentos, pues sus flores son ricas en carotenoides.
“Los carotenoides son pigmentos naturales de color amarillo, rojo o naranja que se encuentran en plantas y otras verduras como la zanahoria y el jitomate; inclusive en la mácula del ojo se ha detectado la presencia de estos compuestos; pero particularmente en el caso del flor de cempasúchil, esta produce grandes cantidades de estos pigmentos que son de amplio interés en la industria química”, explica a Vértigo Alma Leticia Saucedo, investigadora adscrita al Laboratorio Nacional de Investigación y Servicio Agroalimentario y Forestal (LANISAF) de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh).
Por ejemplo, agrega la especialista, para la industria farmacéutica son importantes precursores de la vitamina A y son considerados antioxidantes; en el caso de la industria alimentaria son pigmentos que pueden dar tonalidades de amarillo a naranja de forma muy intensa y en pequeñas concentraciones.
Sin embargo, apunta por su lado José Luis Sánchez Millán, académico de la FES Cuautitlán de la UNAM, desde 2000 su siembra para uso industrial ya no se realiza en el país, pues la mayor parte de la producción se destina al uso ornamental y no para la producción de pigmentos vegetales. “Hoy ese mercado es cubierto por China, India y Perú”, señala en entrevista.
De acuerdo con el investigador fue en los noventa cuando empezó a disminuir fuertemente la producción de cempasúchil en México para uso industrial, lo que no solo afectó a quienes trabajan el campo, sino también a las empresas que lo compraban, las que lo industrializaban y las del área avícola o de alimentos, que compraban el producto final.
“Por ahí de 1998 muchas empresas mexicanas voltearon a ver a China, ya que el país asiático ofrecía mano de obra más barata que en México para la cosecha, porque hasta la fecha la cosecha debe ser manual. Los chinos no solo se quedaron con la mano de obra barata como parte de la cadena de valor, sino que empezaron a invertir fuertemente en desarrollo científico y tecnológico: generaron nuevas variedades, sistemas de producción y lograron aumentar considerablemente las concentraciones de carotenoides en las inflorescencias”, detalla.
Actualmente, dice, más o menos importamos alrededor de mil millones de gramos de carotenoides, una cantidad exorbitante, “porque hay que pigmentar parte de la industria avícola del país, todo el pollo y el huevo que se consume”.
Todo ese pigmento, comenta, se embarca en China, por lo que tiene que viajar más de 13 mil kilómetros hasta el puerto de Manzanillo, en Colima, y de ahí se distribuye principalmente a las empresas que están en el Bajío, algunas en el noroeste y otras en el norte.
Sánchez Millán, quien lleva una serie de proyectos dirigidos sobre esta línea de investigación, trabaja en un plan para caracterizar dos variedades criollas de cempasúchil, una del estado de Hidalgo y otra de la alcaldía Tláhuac, en la Ciudad de México.
“Nos interesa saber la concentración de los carotenoides, pero también para futuros programas de fitomejoramiento para la industria agrícola y alimentos; lo que se busca son plantas que tengan una mayor proporción de inflorescencias hembras. Si nosotros podemos resolver, por un lado, que la cosecha sea mecanizada, y por el otro, el asunto de la extracción de los carotenoides, con esos dos puntos, con los materiales criollos mexicanos que realizamos actualmente, definitivamente podríamos ser competitivos con los chinos. Pero para ello se requiere del apoyo de las universidades y diversos niveles de gobiernos”, indica.
Germoplasma nativo
Otra investigación es la que lleva a cabo Miguel Ángel Serrato-Cruz, profesor-investigador del Departamento de Fitotecnia de la UACh. “Buscamos entender cómo estos carotenoides varían en las plantas recolectadas en diferentes comunidades de Chilapa de Álvarez, en Guerrero”, indica Alma Leticia Saucedo, colaboradora del proyecto.
En esta investigación se han implementado diversos métodos de análisis. “El trabajo que específicamente realizo junto con el investigador Francisco Ascencio versa sobre el uso de un método espectroscópico, que se conoce como Espectroscopía Raman y que puede ser una herramienta de relativamente fácil acceso para detectar variedades prometedoras”, indica.
Lo que se busca es que con el trabajo de fitomejoramiento poco a poco se generen variedades que mantengan estas tonalidades de anaranjado vívido, que no son fáciles de obtener; esto viene de una herencia cultural y un conocimiento profundamente arraigado entre nuestros agricultores de la región de La Montaña en Guerrero.
Plaguicidas
Adicionalmente, por sus propiedades, el cempasúchil se considera una alternativa potencial en el manejo de plagas y enfermedades. Se pueden aplicar extractos acuosos y polvos de diferentes partes de la planta (raíces, tallos y hojas, inflorescencias o toda la planta) para repeler o matar insectos; o como nematicida, para cultivos en pie o para granos almacenados.
La planta presenta piretrinas y tiofenos, que son las sustancias vegetales responsables de los efectos contra insectos y nematodos, respectivamente.
El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ha documentado que en rotación con maíz en tierras templadas con antecedentes de gallina ciega (plaga) el cempasúchil reduce notablemente las poblaciones de ese insecto, o mediante el uso de bioplaguicidas y repelentes hechos a partir de esta emblemática planta.