Pese a ser uno de los engranajes esenciales en la formación
de los mexicanos, las maestras y maestros enfrentan desigualdades socioeconómicas que ponen en riesgo su desempeño.
A la par de las grandes crisis por falta de recursos, la escasez de maestros y educadores se perfila como uno de los grandes problemas socioeconómicos a resolver en los próximos años: en términos globales, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) advierte que para poder satisfacer las necesidades educativas del mundo, para 2023 debería haber 44 millones más de profesores.
En nuestro país, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2023 había poco más de dos millones de maestros para 33 millones de alumnos de educación primaria hasta superior.
Más aún, México es el país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que tiene más estudiantes por cada docente, algo que puede percibirse en los tamaños de los grupos.
“Los docentes desempeñan un papel vital en nuestras sociedades, pero esta profesión enfrenta una importante crisis vocacional. Algunas regiones del mundo carecen de candidatos. En otras se enfrentan a una tasa de abandono muy alta durante los primeros años de trabajo”, señala la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay.
El organismo internacional destaca que las dos principales causas de la escasez de docentes son el poco atractivo que tiene como profesión para los jóvenes y el alto abandono de quienes ya ejercen, motivado principalmente por condiciones laborales precarias, altos niveles de estrés y bajos salarios.
La propia UNESCO recomienda invertir en la formación de docentes, promover el diálogo intergeneracional y, sobre todo, garantizar a los profesores que reciban un salario digno y prestaciones competitivas.
Además, para evitar un desequilibrio entre el tiempo dedicado a las labores educativas y la vida personal, el organismo insiste en la necesidad de disminuir la carga de trabajo que sea innecesaria.
Vocación
En entrevista con Vértigo, Azucena Hernández y Vianey Enríquez, dos maestras de escuelas primarias públicas en Acapulco, Guerrero, comparten algunos de los principales desafíos del sector docente en nuestro país.
Sobre la falta de atractivo en la profesión, Hernández declara que la docencia no es algo competitivo en términos de salarios y quienes se dedican a ella tienen más un gusto por apoyar a los alumnos: “La profesión es atractiva si la ves a través del amor y si disfrutas ver a tus niñas y niños crecer. Si lo que buscas es solamente un trabajo remunerado, difícilmente hay algo llamativo en ser maestro”.
Enríquez, quien tiene a su cargo el sexto año de primaria, comparte a su vez dicho sentimiento, aunque agrega que el tamaño de la satisfacción también depende de la condición y el contexto de donde provenga el alumno: “Todos son distintos y vienen de familias muy distintas. Una no puede tener preferencias, pero sí es muy gratificante cuando veo los logros y la motivación que tienen los niños que provienen de un hogar donde no tienen apoyo; ahí nuestra labor es esencial”.
Considerando que muchos docentes deciden dejar la profesión por malas condiciones laborales, las entrevistadas señalan que la situación es un poco más compleja, pues se mezclan las dinámicas familiares de los alumnos, las administrativas y las institucionales.
“No dudo que haya algunos espacios, quizás en niveles superiores, en los que hay menos cosas involucradas: los alumnos maduran y se van independizando. Pero en primaria y secundaria tienes que poder lidiar con padres, alumnos y escuelas por igual. En este sentido, ser resiliente es lo más complicado y puede costar muchísimo superar alguna falta de un alumno, de otro maestro o de un padre de familia”, comparte Hernández.
Por otro lado, Enríquez señala que parte de la complejidad de ser docente es poder adaptar contenidos a distintos tipos de alumnos, lo que puede ser muy estresante y extenuante: “En mi caso, mis alumnos están entrando en la pubertad, es decir, son muy inquietos. Y además cada uno es diferente y aprende de manera distinta. Algunos tienen barreras de aprendizaje y otros vienen de entornos familiares que son poco favorables para el desarrollo”.
A partir de esto, Hernández agrega que “una termina dividiéndose en muchas partecitas para poder acompañar a todos sus alumnos; acabamos dando todo, a veces ofreciendo lo que en sus hogares no; y, pues, ¿con qué se queda uno?”
De igual manera, Enríquez comenta que la relación tan profunda que tienen las niñas, niños y jóvenes con la tecnología obliga a los docentes a actualizarse prácticamente diario: “Ellos están muy influenciados por las redes sociales, así que tenemos que entender cada chiste, cada canción, cada meme”.
Cuestionadas sobre qué cambiarían para atraer a más docentes y mantener a los profesionales que ya ejercen, ambas tienen clara la respuesta: mejorar salarios y repensar las dinámicas administrativas.
Enríquez, por ejemplo, detalla que las reuniones de consejo o la revisión de contenidos “muchas veces nos alejan de nuestra tarea docente; yo promovería el intercambio de experiencias porque es algo más enriquecedor que solo llenar formatos”.
“La profesión es muy satisfactoria, sí, pero uno no compra la despensa con sonrisas, ¿o sí? Además, sobre todo en estas regiones del país, muchas veces nosotros como profesores pagamos los materiales de los alumnos, les regalamos útiles; buscamos una forma de que tengan lo necesario para seguir. Creo que eso no siempre se ve desde fuera y por la cantidad de estudiantes que tenemos termina representando un gasto serio para nosotros”, concluye Hernández.
Realidades
Aunque la discusión legislativa se centró en la creación del Fondo de Pensiones para el Bienestar o las reformas a la Ley de Amparo, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó a principios de este año una iniciativa ante el Congreso con la que buscaba llevar el salario mínimo de policías, médicos, enfermeras y maestros de educación primaria hasta los 16 mil 777 pesos.
La propuesta no llegó al pleno, pero puso en discusión la necesidad de mejorar los salarios y, en palabras del jefe del Ejecutivo federal, “concretar la transformación de la educación, la salud y la seguridad a través de un ingreso justo y digno para quienes hacen de estas áreas pilares del desarrollo social”.
Según datos del IMCO los docentes mexicanos ganan en promedio diez mil 920 pesos, aunque en regiones como la Ciudad de México pueden superar los 15 mil pesos. Esta cantidad puede llegar a ser hasta 17% menor a lo que otros profesionistas perciben mensualmente.
Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) arrojó en su pasada Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que en todo el país dos millones 30 mil 790 docentes satisfacían la demanda de poco más de 250 mil centros educativos, de los cuales la gran mayoría se concentra en nivel primaria, seguido por el nivel medio superior y la secundaria.
Aunque la presencia de docentes y escuelas se concentra en estados como Jalisco, Nuevo León y la Ciudad de México, lo cierto es que la entrega de recursos ha sido desigual. Tan solo para este año el estado que más recursos dedica a los estudiantes es Baja California, con 46 mil pesos por alumno. El que menos es Jalisco, donde cada estudiante recibirá una inversión apenas de poco más de 18 mil pesos.
Con lo anterior es más sencillo resaltar las dificultades y retos financieros que enfrentan los docentes en nuestro país. No obstante, también sorprende que a pesar de los salarios, de las diferencias socioeconómicas y de la crisis vocacional, continúe habiendo profesores que coadyuvan en el desarrollo individual y colectivo de México.
Recomendaciones para fomentar
la docencia
- Invertir en la formación inicial del profesorado y en programas de desarrollo profesional continuo.
- Crear programas de orientación y mentoría que unan a docentes con experiencia junto a aquellos que están comenzando y promuevan la colaboración entre colegas.
- Garantizar que los profesores reciban salarios y prestaciones competitivas, especialmente en comparación con otras ocupaciones que requieren niveles equivalentes de calificación, y brindarles oportunidades de ascenso profesional.
- Agilizar las labores administrativas y la documentación para que los docentes puedan centrarse más en la enseñanza y menos en la burocracia.
- Fomentar un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal al establecer expectativas realistas para las horas de trabajo y disminuir la carga laboral innecesaria.
- Brindar un acceso más sencillo a servicios de salud mental y asesoramiento para apoyar a los docentes en el manejo del estrés y las dificultades emocionales.
- Impulsar un liderazgo escolar sólido y colaborativo que reconozca las contribuciones de los docentes, ofrezca retroalimentación constructiva y promueva un ambiente de trabajo positivo.