Ciudad de México, México, 10 de agosto. Ismael “El Mayo” Zambada aseguró en una carta divulgada el sábado por su abogado que fue traicionado y secuestrado por Joaquín Guzmán López, un hijo del exlíder del Cártel de Sinaloa, subido a un avión atado y encapuchado para ser entregado a las autoridades estadounidenses al tiempo en que Guzmán López se rendía.
Pero en la misiva, hecha pública por el letrado Frank Pérez y además de los pormenores de ese día, el histórico narcotraficante de 76 años de edad muestra los contactos que tenía con políticos del estado de Sinaloa, en el noroccidente de México, y afirma que, entre su personal de seguridad, estaba un comandante de la policía judicial del estado.
Según “El Mayo”, actualmente encarcelado y acusado de diversos cargos de narcotráfico en cortes estadounidenses, el 25 de julio fue citado a una reunión por Guzmán López, en la que participaría otro hijo de su exsocio, Joaquín “El Chapo” Guzmán —ahora con cadena perpetua en Estados Unidos—.
No obstante, Zambada sólo menciona haber visto en el lugar a este segundo político, Héctor Melesio Cuén, quien fue asesinado ese mismo día.
Cuando llegó al lugar de la reunión, un centro de eventos de las afueras de Culiacán, la capital del estado, y después de ser recibido amablemente, fue introducido en una habitación oscura, golpeado y maniatado, echado en la parte trasera de una camioneta y llevado hasta una pista de aterrizaje a unos 20 minutos de distancia, donde le metieron en un avión rumbo a Texas en el que solo estaba él, el piloto y Guzmán López, según la misiva.
“El Mayo” Zambada, el capo mexicano más viejo y astuto, eludió a las autoridades durante décadas, nunca pisó una cárcel y era conocido por su poder corruptor y su habilidad negociadora con todo el mundo, incluidos grupos contrarios, con lo que todos los expertos ya pronosticaban que, una vez detenido, pudiera comenzar a fluir información de sus contactos con todo tipo de autoridades.
Y aunque lideraba una facción del cártel distinta a la de “Los Chapitos” —los hijos de “El Chapo"— algunos expertos aseguraban que la interlocución entre ellos se mantenía pese a la rivalidad.
El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, ya había dicho el viernes que Zambada llegó a Texas “contra su voluntad”, entregado por Guzmán López, en lo que calificó como “una operación entre los cárteles” en la que el gobierno de su país no participó de ninguna manera, aunque Guzmán López sí había barajado en varias ocasiones su entrega con autoridades estadounidenses.
“No hubo recursos de los Estados Unidos en esa operación, no fue un avión de los Estados Unidos, no fue un piloto de los Estados Unidos, no fueron nuestros agentes o nuestra gente en México”, aseguró Salazar.