BIOFERTILIZANTES

“La excreta humana pertenece al suelo”.

Martha Mejía
Nacional
Biofertilizantes

Mediante un sistema sanitario compostero in situ, se transforman los desechos fisiológicos con los que una persona puede contaminar hasta 60 litros de agua al día.

Los baños, retretes, escusados o WC son uno de los espacios más importantes en los hogares, colegios, restaurantes, oficinas y lugares públicos. No obstante, la existencia de inodoros de mala calidad puede tener un efecto negativo en la salud, afectando el agua utilizada para consumo humano, la higiene y hasta la producción de alimentos.

En respuesta a ello, un dúo de emprendedores mexicanos creó la Cámara de Descomposición Aeróbica, un sistema sanitario que transforma los desechos fisiológicos con los que una persona puede contaminar hasta 60 litros de agua al día, hasta convertirlos en fertilizante orgánico para nutrir el suelo.

“Es una forma de devolverle a la tierra algunos nutrientes, ahorrar agua y sentirnos bien con nosotros mismos”, señala Diana Molina, una de las líderes del proyecto.

Sistema sanitario compostero

Se estima que una persona asiste en promedio seis veces al día a un sanitario. La descarga de un inodoro consume entre 7.5 y 26.5 litros de agua, dependiendo del tipo de dispositivo, por lo que el uso de agua aún implica una cantidad considerable para este fin.

“Para nosotros lo más importante es frenar el uso del agua al hacer la descarga en un baño tradicional. Actualmente ya se desperdician menos litros que antes, hay más opciones en el mercado para racionalizar el uso del líquido, pero nuestro enfoque es no utilizar agua para transformar la excreta. El segundo objetivo es reducir el agua contaminada en las plantas de tratamiento, que tampoco funcionan mucho en México. Y el tercero, producir materia orgánica para ayudar a los suelos a ser más fértiles”, indica Molina.

La Cámara de Descomposición Aeróbica, explica, es un invento pensado, diseñado y traído a la realidad por ella y Víctor Velázquez en 1993, en un proyecto denominado Luz Azul, para contribuir al mundo con una fábrica casera de abono a partir de nuestras excretas. “No queremos atacar a la naturaleza sino al contrario, trabajar con ella bajo sus reglas”, dice.

¿Cómo funciona?

La cámara se construye, explica la emprendedora: “No es un prefabricado lo que hacemos, sino una construcción con cuatro paredes. Utilizamos cemento bien pulido por dentro. Es una construcción bien sellada, sólida, que consta de varios elementos que están en subposición, una zona de trabajo, una zona de recolección de lixiviados y una zona de tubos. La tasa va arriba de este rectángulo y es propia del sistema, no tiene divisiones de líquidos y sólidos”.

La deposición se realiza normal, agrega. “Vas al baño como comúnmente lo haces, abres tu tasa, usas el baño y en cada deposición agregas una medida (que es como un cucharón) de aditivo; este funciona como un estabilizador del PHpara darle porosidad al sustrato y ayuda en la descomposición de la materia orgánica que vamos a tener ahí”.

Donde caen las primeras excretas líquidas y sólidas, así como el papel sanitario, es una cama inicial hecha de hojarasca o hierba. “Todo va ahí adentro, también el aditivo. Te levantas, le agregas el aditivo, todo cae en la cama que ya está activada con diversos microorganismos, ya hay vida allá adentro, estos son los mismos que encontramos en el suelo, digamos que ya la inoculamos”.

Abono orgánico

Cabe recordar que la excreta humana pertenece al suelo y a las plantas. Su ciclo no está directamente vinculado al del agua, sino a los del carbono y del nitrógeno. Un adulto excreta aproximadamente mil kilogramos (900 litros de orina y 100 kilogramos de excreta) por año.

En países como India las heces humanas se utilizan en el cultivo desde tiempos inmemoriales, teniendo en cuenta que se trata de un producto de fácil acceso, totalmente gratuito y con excelentes propiedades.

“El concepto básico es que el lugar está vivo como el suelo. Estamos imitando, por ejemplo, a un bosque o a cualquier otro ecosistema. El suelo es muy parecido, solo que en la cámara está encerrado y controlado el ambiente. La tapa siempre tiene que estar bien cerrada, ya que no queremos que entren ni que salgan vectores”, explica Molina.

No va a haber moscas, agrega, no debe haber cucarachas, ni roedores, nada. “Pero tienes que mantener la tapa cerrada, porque al estar cerrada la cámara tienes el control del paso del aire, y como el nombre lo dice es aeróbica: para el sistema el aire es muy importante porque eso mantiene vivo al ecosistema ahí adentro”.

La emprendedora explica que estos microorganismos pueden ser actinomicetos, “que son honguitos degradadores de celulosa; protozoarios diversos; levaduras; bacterias; te puedo hablar incluso de utilizar Saccharomyces cerevisiae, pulque; ese tipo de cosas las utilizamos, tortillas verdes, pan verde, con eso vamos inoculando toda esta materia”, puntualiza.

Ahí empieza todo el proceso, que consiste en darles de comer (a los microorganismos), señala Molina. “Es alimentarlos con todo lo que estás desechando; incluso puedes tener lombrices; el chiste es que para esa vida cada uno se encarga de degradar ciertas partes; nosotros excretamos mucho material que va a ser el alimento de otros seres, diferentes organismos. Todo este proceso es químico”.

Otra parte, agrega, tiene que ver con la degradación, la transformación de la materia orgánica. En este proceso todos juegan un papel importante junto con la temperatura, el oxígeno, lo que hay en el aire. “Todo eso ayuda a que todos coman y no haya malos olores, es decir, hay un proceso de deodorización, hasta que la materia orgánica llega a un punto de mineralización donde ya está accesible para alimentar y nutrir las raíces de las plantas”.

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Contribución al planeta

De acuerdo con los emprendedores este sistema tiene capacidad para 13 personas, es decir, unas 40 deposiciones diarias. Puede manipular grandes volúmenes de desechos orgánicos sin contaminar. Además de que puede formar parte integral de un inmueble o casa habitación.

Los productos finales son dos: un abono estabilizado deodorizado y mineralizado; y un fertilizante líquido orgánico. Ambos son aplicables a plantas y árboles.

“El sistema es un proyecto útil, necesario en algunos lugares donde el agua ya es un problema, tanto para no contaminar como para no usarla. Nuestro objetivo es que las personas sean capaces de construir su propio baño (ya que actualmente como Luz Azul brindamos capacitaciones para hacerlo); también que puedan ser capaces de elegir los materiales, porque a veces ya tienes materiales en tu casa: piedra, algunos ladrillos que te sobraron, cemento; se pueden combinar, el chiste es comprender que son cuatro muros y dos losas donde se realiza todo este proceso de transformación orgánica”, precisa.

El objetivo es brindar también una especie de taller, “porque necesitas conocer lo teórico y lo práctico, es decir, la parte de la construcción y la parte del manejo de la cámara, pero realmente es muy sencillo y puedes impactar de forma muy positiva al medio ambiente”.

La Cámara de Descomposición Aeróbica se ha instalado en escuelas, campamentos, recintos culturales, casas privadas y para uso tanto público como doméstico.