La libertad es y ha sido uno de los valores más preciados a lo largo de la historia de la humanidad. Su significado y alcance son motivo de análisis en diversas disciplinas, desde la filosofía hasta la economía, pasando por la sociología y la política.
Sin duda, la libertad se manifiesta y afecta distintos aspectos de nuestras vidas, principalmente el cultural, el humano y el económico.
Con el objetivo de mantener y fomentar un diálogo abierto y constructivo acerca de los valores democráticos y liberales la Universidad de la Libertad (UL) ofrece una serie de conferencias en el evento Primavera X la Libertad. La primera charla se realizó el 8 de mayo y la última se llevará a cabo el 30 del mismo mes.
Tocó al doctor Antonini de Jiménez, quien actualmente es profesor en la Universidad Católica de Pereira, Colombia, impartir la plática El ADN de la libertad el jueves 16 de mayo.
De Antonini tiene un doctorado en Economía y ha sido profesor universitario en Camboya, Colombia y México. Es conocido por crear contenidos en redes sociales que versan de economía, liberalismo, libertarismo y política.
Uno de los puntos para descubrir la genética de la libertad, dice Jiménez, es “ser lo mejor que se puede llegar a ser, para ser la mejor versión de uno mismo, para alcanzar la excelencia. Yo no puedo decirte cuál es tu mejor versión. Lo que sí te puedo decir es que todos como humanos alcanzamos un momento en el que nos sentimos orgullosos con nosotros mismos”.
Puntualiza que “hay que actuar para conseguir la libertad. Y para esto hay que luchar contra los enemigos, se necesita la batalla cultural. Pero yo no quiero actuar en libertad, yo quiero actuar desde la libertad misma, que sea ella la que mueva mis brazos, mis piernas, mi cabeza, la que palpite mi corazón. No soy yo el que vive: es la libertad la que vive en mí”.
En el ámbito cultural la libertad se traduce en la capacidad de los individuos y comunidades para expresar sus identidades, creencias y tradiciones sin temor a represalias.
La libertad cultural permite la coexistencia de diversas manifestaciones artísticas, religiosas y lingüísticas, enriqueciendo así el tejido social. Este derecho es fundamental para el desarrollo de una sociedad plural y tolerante.
De hecho, la globalización ha traído consigo una mayor interacción entre culturas, lo que genera tanto oportunidades como desafíos.
La posibilidad de acceder a una variedad de expresiones culturales promueve la innovación y el entendimiento mutuo, pero también puede dar lugar a tensiones y conflictos cuando ciertas culturas son amenazadas por la homogeneización. Por ello, la protección de la libertad cultural es esencial para preservar la diversidad que enriquece a la humanidad.
Libertad genética
En el ámbito humano la libertad es intrínseca a la dignidad de cada persona. Los derechos humanos, con base en la libertad, garantizan que todos los individuos puedan vivir sin opresión, acceder a oportunidades y participar plenamente en la vida social y política.
La libertad de pensamiento, de expresión y de asociación son fundamentales para la construcción de sociedades democráticas y justas.
Pero es una práctica que necesita de la constancia y en palabras de De Jiménez “a la libertad se llega desde la libertad, porque la libertad ya está en nosotros. No está guardada en un ropero. La libertad se conquista cada día. Diariamente me la tengo que ganar. Y no se acumula: cada día se empieza desde cero”.
Sin embargo, en muchas partes del mundo estos derechos siguen siendo violados. Las dictaduras, la censura y las desigualdades estructurales limitan la libertad de millones de personas. La lucha por la libertad humana es constante y requiere de la vigilancia y acción de la comunidad internacional para garantizar que todos puedan vivir con dignidad y en libertad.
En este sentido, al concluir la conferencia el doctor De Jiménez mantuvo una conversación con el presidente y fundador de Grupo Salinas, Ricardo Salinas Pliego, para compartir opiniones acerca de cómo se practica este valor en la actualidad.
—Cuando dices “es que todos necesitamos que ustedes sean libres para que uno pueda ser libre”, ¿nos puedes explicar un poco más a qué te refieres con eso? —cuestionó Salinas.
—Las personas —respondió De Jiménez— somos seres sociales; yo necesito a los demás para ser feliz, necesito amar a personas, hablar con ellas, comunicar, expresarles lo que soy. Necesito vivir también para las personas. Y necesito que esas personas también me ayuden a mí a ponerme en esa versión. La inercia de la vida nos baja al suelo. ¿Cuál es la inercia? La inercia es socialista; el peso, la gravedad es amiga del socialismo, nos tira al suelo. La libertad que va hacia los cielos es enemiga de la gravedad. Ahí tenemos un enemigo: la fuerza de la gravedad juega en nuestra contra.
Para cerrar la charla, Salinas Pliego subrayó la importancia de la desigualdad: “¿En qué momento nos vendieron que la igualdad era un valor y un ideal? Cuando es obvio y evidente que somos todos profundamente desiguales, y para bien, es lo que nos hace humanos; si no, seríamos robots. Y somos desiguales de nacimiento, y de país, de lugar, de aptitud, de carácter, de habilidades. Es esa desigualdad la que hace también posible y benéfico el intercambio y la socialización y la civilización, porque la desigualdad es lo natural”.
Así, coincidieron en señalar que la libertad es un valor multifacético y esencial que atraviesa todos los aspectos de nuestras vidas. Desde la libertad cultural que enriquece nuestra diversidad, pasando por la libertad humana que asegura nuestros derechos y dignidad, hasta la libertad económica que impulsa la innovación y el progreso, su preservación es crucial para el desarrollo de sociedades justas y prósperas.
La protección y promoción de la libertad requieren de un compromiso constante de individuos, comunidades y gobiernos, reconociendo siempre que la libertad de uno termina donde comienza la del otro.