“Pero mira, aquí estoy, a 10 años sin poder abrazar a mi hijo”, fueron las palabras de Cristina Bautista, madre de Benjamín Bautista, uno de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, y una de las invitadas especiales con los que la comunidad de la Universidad Iberoamericana refrendó, a una década de los hechos violentos del 25 y 26 de septiembre de 2014, el compromiso por reivindicar la dignidad de los jóvenes agredidos en Iguala, Guerrero, y la de las y los miles de desaparecidos que hay en México; además, especialistas denunciaron lo que calificaron como un “desmantelamiento” de esfuerzos para llegar a la verdad del emblemático caso de ausencia forzada.
Leonel Gutiérrez, hermano de Aldo Gutiérrez, joven que recibió un disparo en el rostro hace 10 años, y que, aunque se cuenta entre los sobrevivientes de la agresión, permanece en estado de coma desde entonces; y Aquilino Florencio Mejía, quien se formaba en la Normal Rural Isidro Burgos cuando se perpetró el mortal ataque contra sus compañeros, también presentaron sus testimonios en el Panel ‘A 10 años de Ayotzinapa’, que contó con la presencia del Dr. Luis Arriaga Valenzuela, S.J., Rector de la IBERO Ciudad de México.
Dirigido por Andrea Horcasitas, investigadora del Programa de Derechos Humanos de nuestra institución y parte del presídium, que se completó con María Luisa Aguilar del Centro Prodh; James Cavallaro, Relator para México ante la CIDH en el caso Ayotzinapa; y el Dr. Juan Carlos Henríquez, Director del Departamento de Comunicación, la IBERO se unió en el tradicional pase de lista con el que se recuerda a los 43 estudiantes ausentes y en un claro reclamo: “Hasta encontrarles”.
En su intervención, James Cavallaro, dijo que “algún día, cuando se escriba la historia” sobre cómo México superó su crisis de desaparecidos, la lucha de las madres, familiares y desaparecidos será estudiada y reconocida. Sin embargo, subrayó, en el actual momento que vive México, a 10 años de Ayotzinapa, es más probable que se haya “agudizado” la problemática de las personas separadas de sus hogares.
Que no se apague la llama
Cristina Bautista agradeció en náhuatl a la comunidad IBERO por abrir el espacio a la reflexión en torno al caso, ya que, afirmó, este tipo de acciones permite “que no se apague la llama”.
“Es como la leña”, comparó Cristina, quien indicó que como cuando parece que el fuego se apaga, y se le alimenta con leña, la solidaridad de la sociedad es la que mantiene encendido el fuego por el caso.
La madre de Benjamín contó que hace 10 años, cuando comenzó la búsqueda de los 43, confirmó que son miles las personas en México que están afectadas por la ausencia de una persona, y que llevan años en lucha: “Pensé. ‘no voy a aguantar’”, compartió la activista: “Pero aquí estoy, a 10 años sin poder abrazar a mi hijo”.
La participante del foro agregó que fueron las muestras de apoyo las que le dieron fuerza: “Todo el pueblo de México levantó la voz”, recordó Cristina, quien agradeció que el apoyo se ha extendido a todo el mundo. Añadió que la ausencia de su hijo, un joven cuyos sueños de ser profesionista motivaron su llegada a la Normal Rural de Ayotzinapa, afecta a toda a su familia, pero la lucha continúa a una década motivada por el amor.
“Queremos la verdad, sea la que sea, pero que sea la verdad”, pidió Cristina, quien lamentó que al paso de los años ya han muerto una madre y cuatro padres.
“Hasta que Dios nos preste vida”
Aldo Gutiérrez “era un joven como uno de ustedes”, compartió su hermano Leonel al alumnado de la IBERO, posteriormente, dio detalles del esfuerzo diario que su familia emprende para “sacarlo adelante”.
“Nos duele mucho, no perdemos la fe en Dios de que pueda salir adelante”, dijo Aldo frente a una fotografía que muestra a su hermano en coma, la cual, confesó, duele mostrar, pero da cuenta de que Leonel “es una víctima también” de los hechos violentos del 26 de septiembre de 2014.
Y a pesar de que especialistas han dicho a la familia de Leonel que el joven herido de muerte cuando recién iniciaba sus estudios profesionales tiene un estado de “conciencia mínima”, por lo que sus seres queridos deberían estar preparados para cualquier cosa, “la esperanza muere al último, hasta que Dios nos preste vida”, señaló Leonel.
“Al gobierno le ha valido un cacahuate”
Aquilino, hoy estudiante de la Maestría en Antropología Social de la IBERO, ha acompañado a las y los madres de sus compañeros desaparecidos durante 10 años, y el acto en nuestra institución no es la excepción.
“Cuando alguien muere, se le tiene que dejar ir, pero cuando alguien desaparece, se le tiene que hacer volver”, reflexionó el muchacho.
El estudiante considera que la llamada verdad histórica continúa formando parte del discurso del gobierno actual sobre el caso, que, afirmó, defiende a las policías y al Ejército y se niega a atender las recomendaciones de organismos internacionales para llegar a la verdad.
“Al gobierno le ha valido un cacahuate”, criticó Aquilino. “No hay voluntad de llegar a la justicia”.
Aquilino señaló que con el caso Ayotzinapa se ha buscado presentar con vida, no sólo a sus 43 compañeros desaparecidos, sino también “a los miles de desaparecidos que hay en México”.
Un caso que no está aislado
María Luisa Aguilar del Centro Prodh, organización fundada por la Compañía de Jesús que ha dado acompañamiento puntual a las y los familiares de los estudiantes desaparecidos, indicó que hablar del caso Ayotzinapa “es hablar de una herida abierta” y de un movimiento que se alimenta del amor de las madres y los padres hacia sus hijos.
La especialista reconoció que, gracias al acompañamiento de la sociedad civil y a la participación de especialistas, se tuvieron importantes avances en la investigación, y añadió que, si bien, “esto nunca es suficiente para una madre que busca a su hijo”, sí ha marcado una dirección hacia la justicia.
Sin embargo, denunció que con la administración federal actual se percibe un “desmantelamiento de esfuerzos y una tendencia proteccionista hacia el Ejército, lo cual dificulta saber qué pasó con los muchachos que desaparecieron el 26 de septiembre de 2014.
La desaparición de los 43, recordó María Luisa Aguilar, es sólo la muestra de una crisis “más amplia” en torno a la desaparición forzada que no ha encontrado solución por tiempos políticos, opacidad militar, y la negación de cambiar el modelo de trabajo de las dependencias impartidoras de justicia que, en opinión de la experta, suelen responder a “presiones políticas”.
“No es posible ver estos 10 años de Ayotzinapa fuera de todo lo que está sucediendo en el país”, advirtió la integrante del Centro Prodh, quien percibe retrocesos en decisiones importantes como la de la reciente reforma judicial y la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que “empodera más al Ejército”.
María Luisa Aguilar pidió recordar que los 43 estudiantes de Ayotzinapa son personas con sueños, como todos los jóvenes, y reconoció que espacios como los abiertos en la IBERO brindan la esperanza de construir un país “menos adolorido, más empático”, que sea capaz de poner rostro a las cifras de personas lastimadas.
Algún día será estudiada esta lucha
James Cavallaro recordó el impacto que tuvo en 2014 el caso Ayotzinapa, al desaparecer más de cuatro decenas de personas en el mismo hecho, lo que involucró a autoridades de todos los niveles de gobierno, incluido el presidente de aquel entonces.
Pero, entre quienes se dedican a defender los derechos humanos, señaló el invitado, es motivo de “inspiración” el esfuerzo de las madres y padres de Ayotzinapa por alcanzar justicia.
Lamentó que, en el actual momento que vive México, a 10 años de Ayotzinapa, es más probable que se haya “agudizado” la problemática de las personas separadas de sus hogares.
Devolver la dignidad a quienes hoy no están aquí
“Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. El Rector de la IBERO se sumó con esas palabras a la exigencia de justicia en el caso Ayotzinapa, y celebró que la Universidad Iberoamericana y la Compañía de Jesús han tenido una posición política clara sobre estos hechos: exigir que estos actos no se repitan y caminar junto a las víctimas.
“Devolver la dignidad de quienes hoy no están aquí” es una de las tareas que buscan alcanzar quienes defienden los derechos humanos, compartió nuestro Rector y llamó a respetar siempre las libertades de opinión, de protesta y de disentir.
En la IBERO se educa en excelencia, pero con pertenencia social, reiteró el Dr. Arriaga Valenzuela y “caminar junto a quienes más han sufrido” es una acción que se inculca a las y los alumnos.
Balfré Morales Lozano, originario de Iguala, Guerrero, y estudiante del 3er semestre de la licenciatura en Derecho de la IBERO, fue uno de los jóvenes que participó en el foro, y contó a PRENSA IBERO lo que le significa al caso a él y a su comunidad de origen, donde tuvieron lugar los hechos violentos hace 10 años.
“Es un evento que marcó a mi ciudad y a todo el Estado de Guerrero, e hizo que se nos identificara como un lugar de crimen, de peligro y de violencia”, lamentó nuestro alumno.
En el marco del evento, se presentaron dos mantas realizadas por la comunidad IBERO. La primera, bordada por 12 personas, tiene los nombres de los 43 estudiantes y la consigna “vivos se los llevaron, vivos los queremos” y “Ayotzinapa vive”. La otra contiene deseos y mensajes de la comunidad hacia las madres y padres de los normalistas.
(Con información de Jorge Luis Cortés, IBERO)