EL DESEMPLEO TIENE ROSTRO DE MUJER

“La brecha en la atención de labores domésticas es el principal limitante para que las mujeres accedan a igualdad de oportunidades”.

Ricardo Pérez Valencia
Nacional
Mujeres_Barrenderas- CO1.jpg
© URIEL GUADARRAMA/CUARTOSCURO.

Uno de los aspectos donde la desigualdad de género en México es innegable es en la participación de las mujeres y los hombres en el empleo, tanto remunerado como no remunerado: las diferencias en las oportunidades para acceder a un trabajo se reflejan en las tasas de participación y se acentúan en características más específicas, como la inserción laboral, el nivel de ingresos y la duración de la jornada de trabajo.

Esta situación de desigualdad se vio ensanchada por la emergencia sanitaria que causó la pandemia de coronavirus y que a decir de especialistas afectó en mayor medida a las mujeres.

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) siete de cada diez empleos que se perdieron entre el primer trimestre de 2020 y el mismo periodo de 2021 pertenecían a mujeres.

El instituto señala que de marzo del año pasado a marzo de 2021 la población ocupada en México disminuyó en 2.1 millones. De este total 1.5 millones son mujeres, es decir, más de 71 por ciento.

Causas

Organismos nacionales e internacionales indican de manera reiterada que la pandemia afecta de manera desproporcionada a las mujeres.

Incluso la Organización de Naciones Unidas (ONU) hizo hincapié en este contexto con una frase abrumadora: “El Covid-19 es una crisis con rostro de mujer”.

Belén Sanz, representante de ONU-Mujeres en México, expresa que nuestro país tiene una de las tasas más bajas de empleo femenino de la región debido a la carga desproporcionada de tareas en el hogar.

Datos de la ONU indican que la pérdida de empleo de las mujeres en el contexto de la pandemia se debe principalmente al aumento en la demanda de cuidados de sus familias.

Se trata de una sobrecarga de trabajo no remunerado y de cuidados en la pandemia. Y es por ello que se debe asistir a las mujeres que debieron dejar sus trabajos para atender sus hogares mediante un “ingreso básico de emergencia”, comentan los especialistas.

Además, dicen, “es la sociedad toda la que debe encargarse del cuidado en casa, no solo las mujeres. Y eso requiere un pacto. Un pacto social y político porque hay efectos multiplicadores”.

Un estudio de la ONG Women’s Equality Center expresa por su lado que el Covid-19 exacerbó la brecha de género en el lugar de trabajo.

El estudio advierte que el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados todavía recae de manera desproporcionada en las mujeres, lo que limita su potencial económico, por lo que la pandemia de Covid-19 afecta aún más los medios de vida de ellas.

Los datos en México muestran que el valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados en el hogar representa 23.5% del PIB.

Según reportes especiales del INEGI la mayoría de las mujeres que trabajan declaró que aunque podían hacer home office o trabajo a distancia también tenía jornadas más largas, así como una carga más grande de labores del hogar o de cuidado de niños y adultos mayores.

La presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Nadine Gasman, especifica que aun sin pandemia en nuestro país a nivel nacional las mujeres dedican 40 horas a la semana a labores domésticas. “Es decir, una jornada diaria de casi ocho horas”.

En cambio los hombres llegan a hacer hasta 15 horas semanales de esas labores. “Hay una brecha de al menos 25 horas y es quizá la principal limitante para que las mujeres puedan acceder a una igualdad de oportunidades”.

Los expertos detallan que la disminución de las mujeres en la fuerza laboral también se produjo porque el Covid-19 afectó de mayor manera a sectores económicos de amplia participación femenina.

Principalmente hay cuatro sectores con alta participación de mujeres que sufrieron grandes repercusiones por la pandemia: turismo, manufactura, comercio al por mayor y menor, y trabajo doméstico remunerado.

El turismo —donde 61.5% de los puestos de trabajo lo ocupan mujeres— sufrió una contracción importante. “La caída de la demanda de turismo afectó a las trabajadoras de los servicios de alojamiento y comidas”.

Asimismo en materia de manufactura “la interrupción de las cadenas de valor y el cierre de fábricas impactó primordialmente a las trabajadoras de la industria de exportación”.

En cuanto al comercio “los menores ingresos, la caída de la demanda y los cambios en los patrones de consumo afectan a las trabajadoras”.

Y respecto del trabajo doméstico remunerado “la imposibilidad de realizar esa labor a distancia exponía a las trabajadoras domésticas al virus”.

Cabe señalar que a partir del segundo trimestre de 2020 los niveles de ocupación en el trabajo doméstico remunerado cayeron 33.2% en México.

Además las mujeres perdieron empleos en los sectores del cuidado de la salud y de la educación a razón de que se exponía a las trabajadoras al virus y debido también al cierre de las escuelas, pese a la enseñanza a distancia.

Ello aun cuando las mujeres son parte crucial de la primera línea de respuesta a la pandemia: 73.2% de las personas empleadas en el sector de la salud son mujeres, quienes han tenido que enfrentar una serie de condiciones de trabajo extremas, como extensas jornadas laborales, que se suman al mayor riesgo de contagio.

Todo esto en un contexto regional en el que persiste la discriminación salarial ya que los ingresos laborales de las mujeres que trabajan en el ámbito de la salud son 23.7% inferiores a los de los hombres del mismo sector.

De hecho para los especialistas la pandemia de Covid-19 generó un retroceso de más de una década en los niveles de participación laboral de las mujeres en América Latina y el Caribe.

La ONU divulgó a su vez cifras que señalan que durante la pandemia las mujeres trabajaron en promedio cuatro horas al día en labores domésticas no remuneradas, contra 1.7 horas de los hombres, lo cual llevó a que muchas mujeres se vieran obligadas a dejar sus trabajos y dedicarse a las labores del hogar.

A ello se añade que 70% del empleo de las mujeres en países como México se desempeña en el sector informal.

Regreso al mercado laboral

El empleo femenino, además de ser es el que más resiente el impacto económico de la emergencia sanitaria, también es el que más tarda en recuperarse tras la reactivación paulatina de las actividades.

Arleth Leal, una de las 100 Mujeres Más Poderosas en nuestro país de acuerdo con la revista Expansión, advierte que algunas de las razones que impiden que este grupo retorne al empleo son la falta de flexibilidad en las empresas so pretexto de que asumen más tareas en el hogar, los impactos adversos en su bienestar físico y mental y la dificultad de equilibrar su vida personal y profesional.

“A pesar de que muchas compañías regresan a la actividad todavía la mujer no puede volver porque seguimos con los hijos en la casa, por un lado, pero también hay algo muy importante que no se ha considerado: hoy la mujer emocionalmente sufre una afectación y muchas deciden por el momento no regresar a trabajar por temas principalmente emocionales”, dice Leal.

La empresaria, especialista en materia de recursos humanos y formación educativa, indica que falta mucho tiempo para que se recuperen los espacios que tenía la mujer en el mercado laboral.

Aun cuando entren a la escuela los niños, comenta, la mujer no se reincorporará de manera automática porque habrá otros elementos que considerar ya que la pandemia alteró su equilibrio entre el trabajo y la vida cotidiana.

“Cifras del INEGI señalan que 71% de las personas que no han regresado a trabajar son del género femenino y 80% de ellas afirma ya estar disponible para retornar al trabajo, a pesar de que todavía tiene que atender otras ocupaciones o de enfrentar alguna situación que les dificulta el regreso por decisión propia, debido a problemas del entorno familiar y social que se los impiden”.

Estrategias

Arlet Leal expresa que hay una serie de acciones que se pueden y deben realizar para fomentar el regreso de las mujeres al mercado laboral.

Como ejemplo añade: “Incentivando con políticas y con normas para proteger el trabajo de la mujer, como los esquemas de home office o sistemas híbridos en puestos de trabajo que aún se pueden seguir desarrollando vía remota”.

La empresaria dice que otro aspecto es que se promueva nuevamente el contratar mujeres a similitud en cualquier posición, es decir, “darle la misma oportunidad que a un hombre y aquí —subraya— la empresa juega un papel fundamental para la reincorporación. Es importante que las compañías logren dar esa confianza”.

Otra opción es que las empresas abran una plataforma de educación en línea enfocada a mujeres y jóvenes para que puedan desde sus casas dar clases de forma virtual, para lo que solo necesitan una computadora e internet.

“Pero también hoy las vemos haciendo comercio para autoemplearse. Ha sido muy interesante porque es una oportunidad muy importante para que las mujeres de forma independiente también puedan salir adelante”, puntualiza.

De parte del gobierno, agrega, también se requieren políticas públicas que sigan impulsando el trabajo de la mujer como principal promotor de la economía de nuestro país. “La parte gubernamental juega un papel muy importante en todas aquellas unidades de negocio donde la mujer pueda ser partícipe y se le pueda impulsar para su desarrollo”.

Para el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), las empresas deben comenzar a plantearse una estrategia de implementación de beneficios inclusivos que entiendan las necesidades y retos de las mujeres, considerando puntos como un trabajo flexible, salud mental, acceso al cuidado preventivo y atención de enfermedades crónicas y la menopausia, apoyo integral en la salud sexual y reproductiva, así como programas y recursos para la prevención y protección en caso de violencia de género.

Por su lado el Sistema de Naciones Unidas en México exhortó a las instituciones de gobierno, a la sociedad civil, a las universidades, al sector privado, a medios de comunicación y a la juventud para “aprovechar la oportunidad” para crear liderazgos transformadores para la igualdad de género ya que se necesitan con urgencia liderazgos que avancen medidas socioeconómicas para responder a la crisis causada por la pandemia. “Los retos son muchos pero sin duda esta es una oportunidad para poner la igualdad de género en el centro de la transformación de nuestras sociedades, con desarrollo inclusivo y sostenible y sin dejar a nadie atrás. De ahí la importancia de que la crisis por el Covid-19 se convierta en una oportunidad para fortalecer las políticas de cuidados y crear sistemas universales de cuidado que permitirían atender las secuelas de la pandemia e incrementarían la participación laboral de las mujeres en México y en la región en general”.

En tanto, otros especialistas proponen invertir en la economía del cuidado y reconocerla como un sector dinamizador de la recuperación, con efectos multiplicadores en el bienestar, la redistribución de tiempo e ingresos, la participación laboral y el crecimiento.

Alientan en este marco a priorizar en sus estrategias de vacunación a las personas que prestan trabajos domésticos, en su mayoría mujeres.

Destacan asimismo que “urge promover procesos de transformación incluyentes que garanticen el acceso de las mujeres a las tecnologías, potencien sus habilidades y reviertan las barreras socioeconómicas que enfrentan, a manera de fortalecer su autonomía económica”.

Además de transversalizar la perspectiva de género en todas las políticas de recuperación “se requieren acciones afirmativas en el ámbito de las políticas fiscales, laborales, productivas, económicas y sociales, que protejan los derechos de las mujeres alcanzados en la última década, que eviten más retrocesos y que enfrenten las desigualdades de género en el corto, mediano y largo plazo”.

Numeralia

En el primer trimestre de 2020 más de 1.6 millones de personas se quedaron sin trabajo; 84% son mujeres.

Solo 54% de las mujeres en América Latina cuenta con un trabajo remunerado.

México tiene una de las tasas más bajas de empleo en la región debido a la carga desproporcionada de tareas en el hogar.

A nivel nacional las mujeres dedican 40 horas a la semana a labores domésticas mientras que los hombres llegan a hacer hasta 15 horas.

En abril de 2021 más de 54 millones de personas contaban con empleo: 33.6 millones de hombres (61.2%) y 21.3 millones de mujeres (38.8%).

A escala mundial las mujeres representan 72.8% de la fuerza laboral en el sector salud y en México casi 500 mil personas se dedican a la enfermería con un grado técnico o especializado (79% mujeres y 21% hombres).

El valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados en el hogar en nuestro país representa 23.5% del PIB.

Fuentes: Inmujeres, ONU-Mujeres, INEGI y Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo

Propuestas para el regreso al empleo

Flexibilidad en las empresas (trabajo a distancia o sistema híbrido).

Apoyar la recuperación ante los impactos adversos en su bienestar físico y mental.

El autoempleo y la capacitación son una fuente importante de ingresos y preparación para el retorno al mercado laboral de este grupo.

Crear plataformas de educación virtual, para lo que solo se necesitan una computadora e internet.

Políticas públicas que impulsen el trabajo de la mujer como principal promotor de la economía.

Asistir a las mujeres que debieron dejar sus trabajos para atender sus hogares mediante un “ingreso básico de emergencia”.

Cuidado preventivo y atención de enfermedades crónicas y apoyo integral en salud sexual y reproductiva.

Implementación de programas y recursos para la prevención y protección en caso de violencia de género.

Invertir en la economía del cuidado y reconocerla como un sector dinamizador de la recuperación.