UNA CUMBRE PARA LA PAZ QUE DEJA A UCRANIA SIN ARMISTICIO

Claudia Luna Palencia
Internacional
Ucrania

Ucrania sigue muy lejos de lograr un alto el fuego y un armisticio con Rusia. La Cumbre para la Paz convocada por Volodímir Zelenski en Suiza no contó con la presencia de los mandatarios de Estados Unidos, China, India, Sudáfrica, Brasil, Arabia Saudita ni México, aunque sí asistieron otros dignatarios y delegaciones de varios países. Tampoco estuvo presente ninguna representación del Kremlin que es, precisamente, el invasor.

El presidente estadunidense Joe Biden mandó en su lugar a la vicepresidenta Kamala Harris: no quiso asistir a pesar de estar en Europa tras finalizar en Italia la Cumbre del Grupo de los Siete (G7).

En los viajes internacionales más recientes de Biden, al líder octogenario se le ha visto bastante cansado; de hecho, no asistió a la cena ofrecida en la Cumbre del G7.

Tampoco estuvo en el encuentro global convocado por Zelenski el representante de las Naciones Unidas, António Guterres, cuya ausencia no ha sido justificada.

Bajo esta tesitura no se ven indicios claros de que cambie el destino de Ucrania. De los 80 países representados un total de doce, entre los que figuró México, no signaron el documento final que pretendía un respaldo mayoritario para que el respeto a la integridad territorial de Ucrania siempre esté presente en cualquier mesa internacional de negociación por la paz.

La delegación mexicana, representada por Alicia Bárcena, titular de Relaciones Exteriores, destacó la imperiosa necesidad de un diálogo respetuoso con todas las partes para la construcción de la paz y la seguridad nuclear.

Eso sí, México durante su participación dejó clara su postura respecto de la central nuclear de Zaporiyia: “México honró su tradición de pronunciarse a favor de salvaguardar los usos pacíficos de la energía nuclear y la no-proliferación de armas”.

La paz idealizada por el presidente de Ucrania no se parece nada a la que, a su manera, pretende Vladimir Putin, el agresor que ha propiciado una guerra invasora desde el 24 de febrero de 2022.

Realmente tampoco se ve que haya muchas ganas entre ambos bandos para sentarse a negociar y puede ser un error de cálculo para un Zelenski que ha demostrado su bravura al mundo. No salió huyendo con su familia como creían desde el Kremlin.

Decálogo

Si algo ha demostrado Zelenski en estos meses es su capacidad de liderazgo. Se ha convertido en un líder respetado que habla en los parlamentos de varias naciones, que tiene presencia en la mayor parte de las cumbres internacionales y que ha logrado el respaldo de los díscolos países occidentales y hasta lo inimaginable: atacar a Rusia con las armas provistas por Estados Unidos, por ejemplo, con sus misiles Himars; y con otras armas de otros países miembros de la OTAN.

La gran pregunta es si el mandatario ucraniano, quien ha conseguido casi todo lo que se propone —desde más financiamiento militar, pasando por ayudas económicas, hasta armas, municiones, información de inteligencia militar y tener acceso directo a los grandes líderes mundiales—, logrará salirse con la suya y terminará expulsando al invasor o bien imponiéndole su llamado plan de diez puntos para la paz.

Es el mismo documento que reiteradamente ha dado a conocer desde julio de 2022, cuando Turquía se ofreció a mediar entre ambos países y sacar avante un acuerdo de exportación de cereales ucranianos desde puertos controlados por los soldados rusos.

Zelenski habla de una paz justa para Ucrania y en su fórmula son necesarias las siguientes condiciones: 1) que su país controle la seguridad radiológica y nuclear en todo su territorio y los soldados rusos salgan de la central nuclear de Zaporiyia; 2) que Ucrania controle la seguridad de todos los puertos y de las aguas que le corresponden en el Mar Negro para facilitar el tránsito de su comercio y velar así por su seguridad alimentaria; para ello exige la retirada de los soldados rusos de los puertos y la retirada de todo componente militar en el Mar Negro; 3) que Ucrania controle todo lo relacionado con el abastecimiento energético y para ello demanda que los soldados rusos salgan de aquellas empresas relacionadas con la producción eléctrica, petrolera, gasística o nuclear que están en Ucrania; 4) tanto el intercambio como la liberación de prisioneros; 5) el respeto a la Carta de la ONU sobre la integridad territorial; Ucrania reitera que no permitirá una Ucrania partida; 6) el retiro por completo de las tropas rusas de todo el territorio, incluyendo a Crimea, así como el cese de las hostilidades; 7) que Rusia sea investigada por crímenes de guerra; 8) la implementación de una serie de programas contra el ecocidio y la protección del medio ambiente ante la devastación en miles de hectáreas de cultivos bombardeadas; 9) la firma de un acuerdo que tenga a diversos países como testigos y avales a fin de que Rusia se comprometa a no volver a invadir a Ucrania; y, 10) la firma del armisticio entre Rusia y Ucrania.

Rusia

El mandatario ucraniano reiteradamente cita la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional como bases de una negociación para la paz con el Kremlin.

Sin embargo, Putin tiene otros planes para su idea de un alto el fuego y lograr la paz. Entre sus demandas más conocidas hay dos: 1) que Kiev entregue a Rusia la totalidad de las cuatro regiones reclamadas por Putin, como son Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón; y, además, seguirá controlando a Crimea como lo hace desde 2014; y, 2) que Ucrania garantice que no se unirá jamás a la OTAN, ni instalará bases de la OTAN en su territorio.

Ninguna delegación rusa fue invitada al cónclave para la paz convocado por Ucrania en Bürgenstock, hecho que Putin aprovechó para lanzar desde Rusia sus peticiones y hablar ante la prensa de su país de un “final para la paz” que incluiría el compromiso de Ucrania de quedar como territorio neutral y completamente desmilitarizado.

RUSIA Y COREA DEL NORTE

No olvidó además que entre las exigencias del Kremlin está que Occidente levante todas las sanciones económicas, financieras y diplomáticas impuestas contra Rusia, los miembros del gobierno ruso, la Duma y los empresarios rusos cercanos a Putin.

Llegados a este punto, la paz en estos momentos es improbable. Siguen siendo las mismas demandas que hace dos años. Eso sí, con más cantidad de muertos militares por ambos bandos y, por supuesto, civiles, mientras la destrucción en la infraestructura ucraniana sigue siendo devastadora: se estima que la factura para su reconstrucción ronda los 450 mil millones de euros, de acuerdo con el Banco Mundial.

Sin salida viable

Ucrania ha caído en la Trampa de Tucídides (es decir, la guerra que se desata cuando un poder en ascenso rivaliza con otro dominante) y está pagando un elevadísimo costo por ello. El dilema que tiene enfrente es prolongar la guerra y resistir hasta que Zelenski sea asesinado y la rendición suceda bajo las condiciones rusas con la imposición de un gobierno títere; o bien, negociar una paz con las condiciones rusas y cederle a Putin la quinta parte de su territorio lleno de astilleros, con la potente central nuclear de Zaporiyia, con la salida al Mar Negro y al Mar de Azov, con refinerías y una red siderúrgica considerable, así como importantes graneros. De esta forma podría conservar una parte del territorio, soberano y democrático, y posiblemente dentro de la Unión Europea (UE).

En uno u otro caso el futuro de Ucrania está llamado a entenderse con el gobierno ruso. Lo que sí parece improbable (pero no imposible) es que sea Rusia la que termine derrotada en su agresión bélica.

Muy a pesar del respaldo militar y financiero concedido por EU, la UE y otros países miembros de la OTAN e inclusive de la sagacidad y valentía del ejército ucraniano, la resistencia rusa convertida en una carnicería no parece mover a Putin de su pensamiento del destino manifiesto.

El 13 de junio, en el marco de la Cumbre del G7 en Italia, Biden y Zelenski firmaron un pacto bilateral de seguridad de diez años destinado a fortalecer la capacidad de Ucrania para defenderse en el presente y, al mismo tiempo, disuadir la agresión en el futuro. No es necesario que Biden lo envíe al Congreso y, en su momento, podría ser anulado por Donald Trump si gana las elecciones.

“Nuestro objetivo es fortalecer las capacidades creíbles de defensa y disuasión de Ucrania a largo plazo. Una paz duradera para Ucrania debe estar respaldada por la propia capacidad de Ucrania para defenderse ahora y para disuadir futuras agresiones en cualquier momento en el futuro”, declaró Biden ante los medios de comunicación.

Según el acuerdo EU y Ucrania tendrán una relación estrecha en defensa y disuasión y el Pentágono se encargará a lo largo de una década de fortalecer la capacidad de defensa del ejército ucraniano.

Durante su intervención Biden también dijo que el G7 logró recientemente un “resultado significativo” al liberar parte de los 280 mil millones de dólares en activos rusos que los miembros del G7 y la UE congelaron en diversos bancos desde 2022.

El mandatario norteamericano señaló que un primer paquete de 50 mil millones de dólares de esos activos congelados ha sido desbloqueado y será usado para financiar a Ucrania. También Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá, EU y Japón, más la UE, acordaron sancionar a todos los países que provean de armamento y ayuda a Rusia.

Corea del Norte

El 15 de junio, en una visita que los medios asiáticos tildaron de “histórica”, Putin se entrevistó en Corea del Norte con su homólogo Kim Jong-un. Sellaron un pacto de defensa mutua como si fuese una especie de respuesta al acuerdo entre EU y Ucrania.

Putin, quien no visitaba Pyongyang desde 2000, fue recibido como si fuese un faraón: con una fastuosidad impresionante, acaso una señal de los nuevos tiempos entre ambos líderes.

Entre lo más significativo, Putin y Jong-un firmaron un acuerdo ampliado en temas de seguridad, comercio, inversión, lazos culturales y humanitarios. La parte más llamativa refiere a la creación de una alianza para una defensa común mutua en caso de que alguno de los dos países sea atacado por un tercero.

La asociación estratégica integral entre las dos naciones, aisladas ambas por las sanciones globales, podría ampliar las transferencias de tecnología militar a Pyongyang a cambio de suministros de municiones que el ejército de Moscú necesita urgentemente para su guerra en Ucrania.

Diversos analistas del Pentágono ven con preocupación este acercamiento, que tendería a mejorar los programas de armas nucleares y de misiles tanto de Rusia como de Corea del Norte.

En todo caso, no hay indicios reales de alcanzar un alto el fuego y la paz en Ucrania en lo que resta del año.

Dialéctica de la Historia

El 14 de junio de 1934 Adolf Hitler se encontró por primera vez con Benito Mussolini. Lo hizo en Venecia y fue el principio de una relación compleja entre los dos dictadores, y entre el fascismo italiano y el nazismo alemán, que abarcó casi 20 reuniones y que hizo temblar a Europa.

Porque aun cuando este primer encuentro duró apenas dos días y se podría calificar de simple visita de Estado, dio pie a otros que tuvieron una gran importancia, como el que propició la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial.

Así lo anunciaba, en su edición del 13 de junio de 1934, The New York Times: “Mañana tendrá lugar el primer encuentro entre los dictadores de Italia y Alemania, dos hombres cuya palabra es ley para poblaciones de más de 100 millones de habitantes y que en gran medida tienen en sus manos los destinos de Europa”.

Lo mismo ha sucedido con el pacto entre Rusia y Corea del Norte, que ha dado la vuelta al mundo: el 19 de junio Vladimir Putin y Kim Jong-un sellaron una alianza de defensa militar mutua en caso de agresión de un tercer país. Además, intercambiarán petróleo ruso por armas, municiones y misiles norcoreanos.