Lille, Francia, 4 de noviembre. El pasado martes, un tribunal francés declaró culpables de tráfico de migrantes a 18 personas. Transportar gente de manera clandestina en frágiles embarcaciones a través del inestable mar desde Francia hasta el Reino Unido ha sido un negocio muy lucrativo en los últimos años. Tan lucrativo como mortal.
Los acusados fueron detenidos en una operación policial paneuropea en 2022 que conllevó a decenas de arrestos y a la incautación de botes, chalecos salvavidas, motores fuera de borda, remos y dinero en efectivo.
El tribunal en Lille, al norte de Francia, condenó a uno de los lideres, originario de Irak, a 15 años de prisión y le dio una multa de 200 000 euros (218000 dólares). Las otras sentencias variaron de 2 a 10 años de prisión.
“Estas sentencias son obviamente muy severas”, dijo Kamel Abbas, un abogado que representó a uno de los acusados ya encarcelados en Francia. “Es un testimonio de la magnitud del caso y de la intención de castigar severamente a los traficantes”.
La mayoría de los acusados no estuvieron presentes en el tribunal para el veredicto y la sentencia. Algunos asistieron al juicio de manera remota desde varias prisiones en el norte de Francia, mientras que otros no están bajo custodia. Catorce de los 18 acusados eran de Irak, y los demás de Irán, Polonia, Francia y Holanda.
Este fue un año particularmente mortal para cruzar el Canal de la Mancha, una de las vías marítimas más concurridas del mundo.
Más de 31 000 migrantes realizaron la peligrosa travesía del Canal en lo que va del año. Una cantidad mayor que en todo el 2023, aunque menos que en 2022. Según funcionarios franceses, al menos 56 personas murieron intentando cruzar en lo que va del año, lo que hace al 2024 el año más mortal desde que los cruces comenzaron a aumentar en 2018.
A pesar de los esfuerzos franceses y británicos por detenerla, la ruta sigue siendo un importante corredor de contrabando para personas que huyen de conflictos o pobreza. Los migrantes prefieren el Reino Unido por razones de idioma, lazos familiares o un acceso percibido más fácil al asilo y al trabajo.
Sin embargo, las reglas de asilo cada vez más estrictas en Europa, la creciente xenofobia y el trato hostil están empujando a muchos migrantes hacia el norte.
El lunes, el primer ministro británico Keir Starmer pidió cooperación internacional contra las bandas de contrabandistas, comparando el problema con una amenaza global de seguridad al nivel del terrorismo.
Starmer dijo en una conferencia de la Interpol que “el tráfico de personas debería verse como una amenaza de seguridad global similar al terrorismo”. Afirmó que las agencias de inteligencia y aplicación de la ley deberían intentar “detener a las bandas de contrabandistas antes de que actúen” de la misma manera que lo hacen en operaciones antiterroristas.