RETOS DE UN PLANETA SOBREPOBLADO

“Relación multidimensional entre crecimiento poblacional y desarrollo sostenible”.

Arturo Moncada
Internacional
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Cada individuo, así como cada país, vive el fenómeno de la sobrepoblación de manera distinta. Los impactos y repercusiones que la alta concentración de personas provoca nos obligan a repensar fórmulas eficientes para disminuir el impacto.

El año que termina marcó un hito en la historia de la humanidad: el 15 de noviembre la población mundial alcanzó los ocho mil millones de personas, una cifra que no para de aumentar de manera exponencial. Por ejemplo, en 1952, hace solo 70 años, había dos mil 500 millones de personas.

Y de los ocho mil millones de habitantes actuales del planeta, mil millones se sumaron solamente en los últimos doce años. Se espera, además, que los siguientes mil millones se añadan a más tardar para 2037.

La sobrepoblación se presenta como un gigantesco reto para el mundo en la gestión de recursos, en el afronte de desigualdades y en los desequilibrios para conseguir un desarrollo sostenible.

Hoy enfrentamos problemáticas reales que necesitan soluciones reales. Nuestro modo de vida, así como los sistemas de consumo implementados desde hace décadas, ocasionan que nuestra huella ecológica tenga un impacto mayor.

Liu Zhenmin, subsecretario general de Asuntos Económicos y Sociales de la Organización de Naciones Unidas (ONU), señala que “la relación entre el crecimiento de la población y el desarrollo sostenible es compleja y multidimensional”.

Agrega que “el rápido crecimiento de la población hace más difícil la erradicación de la pobreza, la lucha contra el hambre y la desnutrición, así como la expansión de la cobertura de los sistemas de salud y educación”.

Si bien el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente los relacionados con salud, educación e igualdad de género contribuyen a reducir los niveles de fecundidad y desacelerar el crecimiento de la población mundial, a juicio de los expertos hacen además falta otras herramientas que proporcionen una mayor igualdad entre las personas en el planeta.

Y es que, advierten, la sobrepoblación crea un aumento del desempleo, del consumo energético y del costo de vida, lo cual lleva al empobrecimiento generalizado y a la disminución en el nivel de vida de las personas.

Por ello destacan que impulsar la libertad, la democracia, el desarrollo tecnológico y la cultura empresarial, entre otros puntos, impulsarían al mundo a un mayor desarrollo y un mejor nivel de vida.

Derechos humanos

Los derechos humanos son garantías y libertades fundamentales de las que goza cualquier persona por el mero hecho de existir. Respetarlos permite crear las condiciones indispensables para que los seres humanos vivan dignamente en un entorno de libertad, justicia y paz.

El derecho a la vida, a la libertad de expresión, a la libertad de opinión y de conciencia, a la educación, a la vivienda, a la participación política o de acceso a la información, son algunos de ellos.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Programa de Acción de Viena de la ONU, adoptados por unanimidad en 1993, establece que la democracia, el desarrollo y el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales son interdependientes y se refuerzan mutuamente.

Y es que los derechos humanos son primordiales para la consecución de un desarrollo sostenible que no deje a nadie rezagado y esenciales para sus tres dimensiones: social, económica y medioambiental. Esto se refleja en la ambición transformadora de la Agenda 2030 para los ODS, que trata de hacer realidad los derechos humanos de todos.

Sin duda, en las últimas décadas, al ámbito del desarrollo de los derechos humanos se han ido incorporando nuevos elementos: el derecho a la salud, a la nutrición, a la protección del niño, los derechos de la mujer…

En paralelo ha habido toda una construcción conceptual muy importante que ofrece puntos de apoyo y pilares sobre los cuales enriquecer el contenido temático del concepto del desarrollo económico y social e intentar con una visión integrada que la discusión del tema de derechos humanos sea simétrica con la de los problemas generales de progreso.

La Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) indica que para que el mundo alcance al unísono un desarrollo sostenible se deben respetar los principios fundamentales de derechos humanos como no discriminación, participación y el Estado de Derecho. Estos constituyen la base de la cooperación internacional.

Libertad para el desarrollo

El economista indio Amartya Sen, premio Nobel de Economía 1998, define al desarrollo como “un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos”, donde “la libertad real está representada por la capacidad de la persona para conseguir varias combinaciones alternativas de funcionamientos” que le permiten, en los entornos sociales, económicos, culturales, políticos y medioambientales que vive, realizar cosas valiosas para ella y su familia.

Por lo tanto, indica, “el desarrollo no debe medirse con otro indicador que no sea el aumento de la libertad de los individuos entendida como la construcción de entornos en los cuales se exprese la libertad individual de poder desplegar las capacidades y las más preciadas aspiraciones de los seres humanos”.

Para Sen el objetivo del desarrollo “se relaciona con la vinculación de las libertades reales que disfruta la gente de una población determinada”, donde “las personas deben ser vistas como agentes activamente involucrados en la construcción de su propio destino y no solamente como receptores”.

Sin embargo, especialistas en temas de desarrollo dicen que estas libertades también dependen de otros determinantes, como las instituciones sociales y económicas, los servicios de educación y de atención médica, así como los derechos políticos y humanos.

Agregan que el desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de libertad: la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones sociales sistemáticas, el abandono en que pueden encontrarse los servicios públicos y la intolerancia o el exceso de intervención de los Estados.

En este marco, el doctor Ulrich Wacker, representante de la fundación liberal Friedrich Naumann, indica que la libertad respeta siempre las pertenencias del hombre: una persona debe ser libre para decidir sobre aquello que alcanzó con su propio esfuerzo.

Para Wacker el derecho a la propiedad es una de las condiciones más importantes de la libertad. Sin el derecho a la propiedad y sin el derecho a la privacidad el hombre está expuesto a otros hombres o colectivos y pierde su independencia, afirma.

El experto indica que la libertad hace posible una mejor sociedad y al mismo tiempo es la base del bienestar. “Solo donde actúan entre sí libremente y sin abusar de su posición las personas llegarán al equilibrio de sus intereses”, asevera.

Por ende, propone que los elementos clave de una política para alcanzar un mejor desarrollo son un correcto funcionamiento de las instituciones, un proceder empresarial responsable e innovador y un marco jurídico que promueva y regule la libertad económica.

Democracia

Debido a sus características y valores, la democracia como sistema político se empezó a percibir en el mundo como la forma de gobierno más eficiente y, por consiguiente, la más aceptable.

La universalidad del sufragio como la manifestación de la voluntad por medio del voto llevó aparejado el carácter más legítimo de configuración de sistema de gobierno. Pero su desarrollo más significativo fue el atribuido a la concepción de la democracia como un valor universal, en el cual las libertades de los ciudadanos están resguardadas en el Estado de Derecho, donde existen el imperio de la ley y la igualdad real.

A finales del siglo XX y principios del XXI se pudo observar cómo el número de democracias en el mundo aumentó exponencialmente. Entre 1970 y 2010 se pasó de 35 a casi 120 democracias, es decir, 60% de los Estados del mundo logró esta clasificación política. Samuel P. Huntington denominó a este proceso la tercera ola de la democracia.

En cualquier caso, si bien la mayoría de los sistemas políticos son democracias, en la actualidad se observa un creciente desinterés. Desde 2017, según datos de Freedom House, se muestra un escenario de crisis de las democracias a nivel global, específicamente en elecciones libres y justas, libertad de prensa y Estado de Derecho.

El Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA) señala que en los últimos años el surgimiento de líderes autoritarios, así como el creciente auge del populismo y de fuerzas políticas de extrema derecha en varias regiones del planeta, ha dado lugar a un intenso debate sobre el estado de la salud de la democracia. Indica que es necesario poner en marcha una agenda renovada que apunte a sentar las bases de una democracia de nueva generación dirigida a mejorar la calidad de la democracia, sus instituciones y el liderazgo político, recuperar el crecimiento económico, blindar los avances sociales, repensar el modelo de desarrollo y cumplir con la Agenda 2030 de los ODS.

Mauricio Maldonado, doctor en Investigación y Filosofía del Derecho en la Universidad de San Francisco de Quito, Ecuador, estima por su lado que la relación entre progreso social y democracia hace posible que podamos tener democracias sólidas que también alimenten el crecimiento y los logros sociales a través de la dinámica de su creatividad y de su potencial de innovación.

“La viabilidad de la democracia depende mucho de su capacidad para entregar dividendos sociales que hagan posible que la gente observe que el sistema le sirve a su realización humana”, indica.

“Eso es lo que hace que la democracia dependa tanto del desarrollo económico, pero que el desarrollo económico también dependa de la democracia”, agrega.

Como señala el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la vida de las personas es mejor cuando el gobierno es eficiente y receptivo. Cuando se incluya a personas de todos los grupos sociales en la toma de decisiones que afectan sus vidas y cuando tengan igual acceso a instituciones justas que brinden servicios y administren justicia, tendrán más confianza en su gobierno.

Tecnología

Actualmente nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), la impresión en tres dimensiones (3D), la robótica, la biotecnología, el Blockchain, el Internet de las Cosas (IoT), el Big Data, el machine learning y la automatización de vehículos, entre otras, modifican las actividades y procesos de producción y consumo, lo que inevitablemente tendrá efectos en el mercado laboral.

Más allá de estos cambios específicos en el sector productivo, existen otros efectos, ya que bien utilizada la tecnología puede favorecer, por ejemplo, en el área de salud el generar mejores medicamentos o nuevas posibilidades de prevención y cuidado; en la educación, para disminuir las brechas de acceso al conocimiento; en el medio ambiente, creando bienes sostenibles y amigables con el planeta.

Sin embargo, hoy la mitad de la población mundial no tiene acceso a internet.

En línea con los ODS, la ONU indica que para 2030 todas las personas deben tener acceso seguro y asequible a la red, tarea difícil como admite Isabel Guerrero, fundadora y directora ejecutiva de la ONG Imago Bases Globales.

“Si ves los ODS y empiezas a pensar en lo que la tecnología podría hacer para alcanzarlos, trabajas entonces en terminar con las brechas digitales que reflejan y amplifican las desigualdades sociales, culturales y económicas existentes”, puntualiza.

“Los avances recientes en tecnología ofrecen oportunidades innovadoras para monitorear y proteger el medio ambiente, así como la salud planetaria en general. Aprovechando apropiadamente la revolución digital, puede dirigirse a combatir el cambio climático y avanzar en sostenibilidad global, gestión ambiental y bienestar humano, entre otras muchas metas”, finaliza la experta.

Cultura empresarial

La era pospandemia en el mundo coloca a la sostenibilidad como eje vertebral de las organizaciones. Apostar por una cultura empresarial sostenible y responsable, que actúe en consecuencia frente a los problemas creados al medio ambiente y al entorno natural dice mucho de una organización y del equipo humano que la compone.

En este esfuerzo desarrollar una cultura sostenible se ha convertido en una parte esencial de la estrategia empresarial. Impulsar la diversidad e inclusión; la agilidad e innovación; el reskilling (reaprendizaje o reciclaje laboral) profesional o los modelos híbridos de trabajo es lo que hará que las empresas puedan crecer de manera exponencial y sostenible.

Jaime Sol, director del área de People Advisory Services de la empresa EY, señala que el futuro del trabajo viene definido por el propósito del mismo, por el “para qué”, más allá del “qué”.

La evolución hacia una cultura sostenible e inclusiva solo puede llevarse a cabo con un modelo de liderazgo ético que se refleje en todos los comportamientos y actuaciones con agentes de interés como clientes, empleados, proveedores, accionistas y sociedad, afirma. Y no únicamente en el corto plazo, sino sobre todo en el medio y largo plazos.

La Agenda 2030 y los 17 ODS tienen necesariamente que marcar la estrategia empresarial y traducirse en medidas concretas para los empleados y clientes que vayan más allá de acciones de voluntariado.

El experto señala que “la transición energética y digital provoca el cambio en muchos modelos de negocio, en hábitos de consumo y en movilidad. Todas las generaciones demandan un nuevo estilo empresarial que apoye de verdad el desarrollo sostenible de estos grandes cambios”.

Por ese motivo, agrega, “es imprescindible que la cultura empresarial y el liderazgo reflejen este compromiso para no dejar a nadie atrás. En medio de una transición que no es solo energética, sino también digital, y que implica un cambio radical en el modelo de generación de energía y de digitalización de procesos de trabajo, la cultura y el modelo de liderazgo se convierten en la llave. No solamente para hacer crecer los negocios, sino sobre todo para construir una sociedad mejor”.

Y es que, coinciden los especialistas, construir una cultura sostenible es deber de toda la organización, con independencia del papel que cada empleado juegue en la misma. Es un proceso largo, que necesita que todos se involucren, tanto empleados como equipo directivo. Todos ellos son los encargados de construir esa nueva cultura sostenible que dé al planeta seguridad frente al crecimiento poblacional.

Numeralia

Habitantes Ocho mil millones de personas

Esperanza de vida Promedio mundial, 69.8 años para hombres y 74.2 para mujeres

Habitantes que carecen de agua Alrededor de tres de cada diez personas, o dos mil 100 millones de personas, carecen de acceso a agua potable y disponible en el hogar; seis de cada diez, o cuatro mil 500 millones, carecen de un saneamiento seguro.

Personas con carencia alimentaria 828 millones.

Analfabetas 861 millones.

Empleadas Tres mil 352 millones.

Desempleadas 214 millones.

Fallecimientos anuales por enfermedades detectables 57 millones.

Fuentes: ONU, OMS, UNESCO, OIT y Banco Mundial

Países más poblados

(en millones de habitantes)

China, mil 410.

India, mil 389.

Estados Unidos, 337.

Indonesia, 277.

Pakistán, 242.

Nigeria, 225.

Brasil, 217.

Bangladesh, 165.

Rusia, 142.

México, 129.

Fuente: Statista

Inclusión digital

(Hoja de ruta de la ONU)

1. Lograr conectividad universal para 2030.

2. Promover los bienes públicos digitales para crear un mundo más equitativo.

3. Garantizar la inclusión digital de todos, incluidos los más vulnerables.

4. Fortalecer la construcción de capacidades digitales.

5. Garantizar la protección de los derechos humanos en la era digital.

6. Apoyar a la cooperación mundial en materia de Inteligencia Artificial.

7. Promover la confianza y la seguridad en el entorno digital.

8. Construir una arquitectura más efectiva para la cooperación digital.

Fuente: ONU