LOS ÁNGELES, enero 16.- Conmocionados tras uno de los desastres naturales más destructivos en la historia del sur de California, miles de familias desconsoladas, propietarios de negocios arrasados y asediados líderes en todo el condado de Los Ángeles comienzan a contemplar otra tarea monumental: reconstruir lo perdido y trazar un camino a seguir.
Alex Rosewood y casi toda su familia en Altadena, al noreste de Los Ángeles, perdieron sus hogares: su padre —con quien ella y su esposo vivían—, y sus tíos y primos en la casa de al lado.
Se perdieron los recuerdos de toda una vida de relaciones familiares, como los naipes y la colcha inacabada de la abuela Rosewood. Las fotos de su boda. Los recuerdos de su abuelo, quien sirvió en la Marina. Todas son cosas que deseaba haber podido salvar en su frenética huida, mientras el humo volvía el cielo gris y la casa de su primo comenzaba a arder.
Pero Altadena sigue siendo su hogar.
“Todos pensamos reconstruir, seguro”, afirmó.
La traumatizada región logró superar el miércoles sin que se declarara otro gran incendio, luego de que los meteorólogos advirtieran sobre otro episodio de vientos especialmente peligrosos.
Sin embargo, y aún con las llamas avanzando en los dos incendios más grandes —que han matado a 25 personas y destruido más de 12.000 estructuras—, funcionarios gubernamentales hablaron el miércoles de la épica tarea de los próximos: limpiar Altadena, Pacific Palisades y otras comunidades arrasadas de ceniza tóxica y escombros para luego reconstruir hogares, restaurantes, escuelas, boutiques, bancos y lugares de culto, todo mientras se busca financiamiento para sufragarlo.