El avance de la ultraderecha significa capacidad de ganar más fuerza para bloquear iniciativas progresistas, políticas verdes, migratorias y de asilo, así como para torpedear la ayuda financiera y militar hacia Ucrania.
Hace unos días el medio de comunicación France 24 llamó la atención al dar una noticia inesperada en medio del cisma político que viven no solo Francia sino también otros países europeos: “Le Pen, Orbán y los Patriotas por Europa: ¿está siendo socavada la UE desde dentro?”
La alianza entre los dos líderes ultraderechistas ni siquiera ha dado tiempo para digerir la debacle política en Francia tras los resultados de la segunda vuelta electoral: según el conteo oficial los tres bloques principales se quedaron muy lejos de los 289 escaños necesarios para controlar la Asamblea Nacional conformada por 577 curules.
Los resultados arrojaron 182 escaños para la coalición izquierdista Nuevo Frente Popular, que se ubicó en primer lugar, por delante de la alianza centrista del presidente Emmanuel Macron, con más de 168 escaños.
Mientras, la ultraderechista Agrupación Nacional, de Marine Le Pen, y sus aliados quedaron en tercer lugar con 143 escaños. Lo sorprendente es que en menos de dos años casi duplicaron su presencia en la Asamblea Nacional respecto de las elecciones generales de 2022, cuando lograron 89 legisladores.
Le Pen no ha dado tiempo ni de reaccionar y ante el auge casi generalizado de la ultraderecha en Europa ha propuesto aliarse con un nuevo bloque político registrado como Patriotas por Europa, ante el nuevo Parlamento Europeo (PE) emanado de las elecciones del 6 al 9 de junio pasado.
Una maniobra política con la finalidad de sumar a los demás partidos de ultraderecha y nacionalistas de diversas partes de la Unión Europea (UE) y que han logrado voz, voto y representación ante el europarlamento. ¿Qué significa? Capacidad de ganar más fuerza para bloquear las iniciativas progresistas propuestas por la Comisión Europea y el Consejo Europeo.
Significa capacidad para bloquear las políticas verdes; las políticas migratorias y de asilo; las políticas progresistas a favor del aborto seguro; las que defienden los derechos LGTBIQ; para torpedear la ayuda financiera y militar hacia Ucrania para resistir la invasión y los ataques del ejército ruso; e incluso para impedir que Ucrania sea miembro de la UE.
El prisma político dentro del PE muestra igualmente un avance de los partidos radicales de derecha en todos sus 27 países miembros. Ya son la tercera fuerza política dentro del europarlamento y eso implica que tienen mayor radio de acción para influir en la política europeísta.
Alianzas
En el nuevo PE el Partido Popular Europeo (PPE) refrendó su victoria, esta vez con 189 escaños; el Grupo Renew Europe obtuvo 83 escaños y juntos tienen 272 escaños frente a los 223 que surgen de sumar los diferentes grupos de izquierdas, partiendo por el Partido Socialistas y Demócratas con 135 escaños; más los 35 de La Izquierda y los 53 de Los Verdes.
Los partidos de derecha radical han logrado acaparar 20% de los escaños (antes tenían 18.4%), que ahora son 130; pero hay un grupo registrado como Otros que obtuvo 50 escaños y uno más que figura como No Inscritos que tendrá 45 escaños, de los que no se sabe cuántos eurodiputados podrían tener algún acercamiento ideológico en diversos programas y políticas de la derecha radical.
Dos días después de las elecciones francesas Le Pen unió fuerzas con el bando del primer ministro húngaro Viktor Orbán a fin de lograr un poderoso bloque de extrema derecha en el PE: Patriotas por Europa, que además liderará Jordan Bardella, el joven de 28 años que ella quería como nuevo primer ministro en Francia.
Patriotas por Europa será el tercer grupo político más grande en el PE con 84 diputados que provienen de doce países y con Agrupación Nacional como su líder con 30 eurodiputados.
Le Pen consuma así su acercamiento con Orbán, el duro primer ministro húngaro ultraconservador que gobierna desde el 29 de mayo de 2010 y es la piedra en el zapato para el Consejo Europeo y la Comisión Europea.
Esta alianza entre Le Pen y Orbán une los intereses de dos grupos políticos en alza en sus respectivos países y ambos confluyen hacia los mismos intereses además de ser dos líderes que destacan en la UE por su cercanía con el mandatario ruso, Vladimir Putin, y oponerse a cualquier tipo de ayuda a Ucrania.
Estrategia
En conferencia de prensa, altos funcionarios de Patriotas por Europa expusieron una visión de un partido que se opone a que el poder se centralice en Bruselas, sede de las principales instituciones de la UE, o que deba sufrir los dictados de la Comisión Europea.
¿Qué busca este nuevo grupo? Patriotas por Europa pretende influir en un nuevo reequilibrio de fuerzas en la UE. La estrategia de Le Pen es envolvente: no solo quiere que la ultraderecha gobierne en Francia, sino también que la ultraderecha termine siendo una fuerza política decisiva en el futuro de la UE.
Y para Orbán es una forma de recuperar cierta influencia en el PE tras varios periodos de gobierno en Hungría; su partido ha pasado, primero, de unirse al PPE, a no pertenecer a ningún grupo parlamentario de la UE hasta que fundó Patriotas por Europa. Lo hace además cuando muestra su cara más radicalizada ante la inmigración y ante la invasión de Rusia a Ucrania, siendo el líder más pro-Putin.
Sebastián Beit escribió en France 24 que tampoco debe pasarse de largo la batalla interna en el PE por el liderazgo de la extrema derecha. En Patriotas por Europa no solo está el grupo político de Le Pen y Orbán, lo hace también el italiano La Liga, de Matteo Salvini; este último no soporta a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, a pesar de que ella también milita en un partido de derecha radical, Hermanos de Italia, muchas veces señalado por su pasado fascista.
Périne Schir, analista de movimientos de extrema derecha en la Universidad George Washington, cree que la intención de Patriotas por Europa a largo plazo será terminar con la UE tal y como se le conoce ahora.
Y lo primero será tratar de limitar la influencia que la UE pueda tener en las políticas nacionales maniobrando desde el europarlamento. Si bien ya se anunciaron como defensores de los valores cristianos en la UE ante los que llaman “invasores” y a los que a su juicio hay que frenar creando fronteras fuertes para proteger a Europa de dicha invasión, lo cual exigen leyes migratorias más severas.
Desafío de Orbán
A Europa se le ha conjugado la tormenta política perfecta: la ultraderecha en auge, con Francia y Alemania —dos naciones líderes de la UE— bajo el acecho de los grupos de extremas y con problemas económicos (en 2023 el PIB galo creció 0.9% con una inflación de 4.9% y en Alemania el PIB cayó 0.3% con una inflación de 5.9 por ciento).
Además, es un año electoral relevante para la renovación del PE, del Consejo Europeo y de la Comisión Europea. Precisamente, el socialista António Costa, exprimer ministro de Portugal, relevó a Charles Michel al frente del Consejo Europeo y Ursula Von der Leyen hace todos los esfuerzos negociando para quedarse por otro periodo al frente de la Comisión Europea; y eso se sabrá durante las votaciones que deberán llevarse a cabo en el europarlamento durante la tercera semana de julio.
Recientemente Von der Leyen, quien pertenece al grupo del PPE, negoció con Meloni que Italia (durante los próximos cinco años) presida la cartera de Competencia en la Comisión Europea y una de las tres vicepresidencias ejecutivas. De esta forma se logra que el grupo de Meloni en el PE no vote contra la candidatura de Von der Leyen.
Orbán, por su lado, ya adelantó que se opondrá. Este periodo además coincide con que Hungría preside el Consejo Europeo de forma rotatoria desde el 1 de julio hasta el 31 de diciembre de este año.
Recién inició la presidencia húngara, Orbán ya realizó tres viajes estratégicos en una semana: visitó al mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, a quien pidió un alto el fuego; luego viajó al Kremlin para reunirse con su amigo y aliado Putin para hablar de la guerra y el impacto económico; y, por último, sostuvo un encuentro con su homólogo chino, Xi Jinping, con quien abordó el tema de los aranceles a los autos eléctricos.
Gran parte de las fricciones entre Hungría y el resto del bloque europeo se deben a la proximidad de Orbán con Vlaimir Putin, que el primer ministro húngaro no ha hecho ningún esfuerzo por ocultar.
No es de extrañar, por tanto, que Hungría haya estado arrastrando los pies a cada paso a la hora de negociar las distintas rondas de sanciones que la UE ha aplicado contra Rusia desde que el Kremlin lanzó su invasión a gran escala de Ucrania, el 24 de febrero de 2022.
Si el último paquete de sanciones de la UE contra Rusia, adoptado en diciembre, no incluye restricciones a la energía nuclear, se debe principalmente a la oposición de Budapest a tal medida.
Meloni, la ultraderecha bonita
En los últimos tres quinquenios las elecciones europeas se viven como una auténtica batahola de supervivencia de la UE y muy a pesar de sus 67 años de existencia su consolidación parece todavía lejana.
Desde que fue signado el 25 de marzo de 1957 el Tratado de Roma y se convirtió en una piedra angular para crear el entramado que es hoy la UE con sus 27 países miembros, este gran esfuerzo de paz, unidad, cooperación y búsqueda del progreso de forma conjunta no ha estado exento de voces discordantes, sobre todo nacionalistas y ultranacionalistas, que más que sumar lo que pretenden es romper la unidad y volver a encerrar a sus respectivas naciones en sus intereses más locales.
Las elecciones europeas no solo son un profundo ejercicio democrático para conformar las diversas fuerzas de representación política de cada uno de los países miembros para llevar su voz y su voto al PE, sino también un termómetro político interno para medir la fuerza política de cada gobierno y de su capacidad de gestión y qué tan fuerte o débil se encuentra en el terreno de los apoyos legislativos y ciudadanos.
Una mayor representación legislativa por parte de la ultraderecha con todos sus distintos matices dará sin duda una gran oportunidad para difundir su mensaje.
Meloni quería que su grupo político fuese una bisagra importante en el PE, pero se ha visto marginada por los otros grupos de ultraderecha, que la ven a ella como “moderada”.
Al respecto, Íñigo Domínguez escribió para El País que un mes después de las elecciones europeas la primera ministra italiana ha visto desmoronarse sus planes hasta sentirse ignorada.
“Meloni fue una de las triunfadoras de la noche electoral europea del 9 de junio y se veía como la líder de la nueva oleada de derecha populista europea, con el plus de ser la más presentable de todos ellos y, por tanto, el interlocutor imprescindible con un espacio político que, pensaba, no se podía ignorar”, a tenor de Domínguez.
La alianza de Le Pen con Orbán y Salvini la han dejado minusvalorada en el PE. Meloni es la menos extrema de ellos; de hecho, defiende en parte las políticas verdes y en ningún momento ha dudado un ápice en continuar con el apoyo a Ucrania ante la invasión rusa. Sin embargo, su bloque Conservadores y Reformistas Europeos ha quedado opacado por el discurso más fuerte de Patriotas por Europa.
Reino Unido: cambio de ciclo político
La decisión de Reino Unido de otorgar al Partido Laborista de centroizquierda una mayoría parlamentaria se produce al mismo tiempo que Europa está ampliamente en las garras de lo que algunos llaman una oleada populista de derecha.
Hay muchas razones para este aumento del populismo, a menudo exclusivas de cada país, pero en términos generales varios países europeos sufren lentitud económica, alta inmigración y aumento de precios de la energía, debido en parte al impulso de la transición energética hacia las emisiones cero.
Para los populistas la culpa siempre la tiene la Unión Europea y eso refuerza sus reivindicaciones nacionalistas y euroescépticas.
Entonces, ¿por qué en Reino Unido, el único país donde el euroescepticismo hizo un referéndum sobre la pertenencia a la UE, ha ganado justamente el bloque contrario? El analista Luke McGee escribió para CNN que a pesar de la magnitud de la victoria laborista, de los resultados se desprende claramente que la derecha británica está lejos de estar muerta.
“El Partido Conservador, pese a su noche innegablemente decepcionante, ha superado las expectativas de una serie de encuestas de opinión durante la campaña; algunas predijeron que ganaría menos de 100 escaños, lo que habría sido una derrota verdaderamente épica”, refirió.
En el resultado electoral los conservadores pasaron de tener 356 escaños a 121 durante el gobierno de Rishi Sunak; esto en votos es muchos sufragios perdidos: de tener 14 millones de votos a obtener 6.7 millones en estas elecciones. No hay precedentes en Reino Unido.
Para Keir Starmer, líder del Partido Laborista y nuevo primer ministro de Reino Unido, el regreso a Downing Street supone una agenda llena de desafíos: debilidad en la economía británica; fuga de inversiones; crisis de confianza hacia la estabilidad y el futuro de la economía; falta de mano de obra y problemas comerciales con la UE; a los que se añaden las crecientes tasas de inseguridad, delincuencia y criminalidad.