Bamako, Mali, 7 de marzo. (AP) — Una fuerza de seguridad conjunta anunciada por las juntas militares que gobiernan Mali, Níger y Burkina Faso para combatir la violencia extremista en sus respectivos países, ubicados en la región del Sahel, enfrenta una serie de desafíos que ponen en duda su efectividad, señalaron analistas el jueves.
El principal jefe militar de Níger, el brigadier general Moussa Salaou Barmou, indicó en un comunicado después de reunirse con sus homólogos el miércoles que la fuerza conjunta estará “en operaciones lo antes posible para enfrentar los desafíos de seguridad en nuestra región”.
El anuncio es el más reciente de una serie de medidas tomadas por los tres países para hallar un camino más independiente lejos de los aliados regionales e internacionales desde que la región experimentó una serie de golpes de Estado, el más reciente en Níger en julio del año pasado.
De antemano han formado una alianza de seguridad tras romper lazos militares con vecinos y naciones europeas como Francia y recurrir a Rusia —que ya está presente en partes del Sahel— en busca de apoyo.
Barmou no ofreció detalles sobre la forma de operar de la fuerza, a la que se refirió como un “concepto operativo que nos permitirá alcanzar nuestros objetivos de defensa y seguridad”.
Si bien las fuerzas militares habían prometido poner fin a las insurgencias en sus territorios después de derrocar a sus respectivos gobiernos electos, los analistas del conflicto indican que, en cambio, la violencia ha empeorado bajo sus regímenes. Todos comparten fronteras en la región del Sahel afectada por el conflicto y sus fuerzas de seguridad que combaten la violencia yihadista están extenuadas.
La eficacia de su alianza dependerá no sólo de sus recursos sino también del apoyo externo, sostuvo Bedr Issa, un analista independiente que investiga el conflicto en el Sahel.